“En esta casa no pasa nada”
Análisis de la obra “En esta casa no pasa nada” dirigida por Florencia Laval y Julieta Varela
Escrito por Matías González y Lucía Sverdlik
- En referencia al acto de reflexión estética de la obra en referencia a la hermenéutica, podemos observar lo siguiente:
1.1. La obra nos recibió desde el momento de entrada a la sala, donde los/as actores y actrices ya se encontraban en escena generando una imagen que tenía el foco de la atención puesto en Bernarda. Todos/as tenían una expresión desgastada, excepto Bernarda, quien se sostenía firme, con un tapado con hombreras anchas y rectas, que le daban a su figura una sensación más dura, recta, y poco humana.
Bernarda Alba es humana, es una persona, pero su representación cambia a lo largo de la obra según cómo la perciben los demás cuerpos en escena, según el poder que le atribuyen en un principio, y como se desgasta a lo largo de la obra. Ella empieza la obra siendo una entidad amenazante, el aire se tensa cuando está en escena, el amor se desespera y busca escapar de la censura y represión que representa, y ella contempla este escenario con una sonrisa macabra. Como una eminencia, anuncia “En esta casa no pasa nada” y con esas palabras, calla los sentimientos de sus hijas y Pepe el Romano.
A lo largo de este análisis, queremos dar cuenta que Bernarda Alba representa en esta historia a la sociedad y sus mandatos más restrictivos dentro de la institución familiar. Entonces Bernarda es humana, pero a su vez representa mandatos sociales antinaturales que reprimen nuestros sentimientos humanos.
Bernarda anuncia que por la muerte de su esposo, el padre de las hermanas, vivirán un luto riguroso, ocho años en los que se encerrarán juntas, veladas, todas las mujeres adentro y los hombres afuera. Es en este encierro donde los sentimientos más profundos se vuelven inescapables, cuando están solas juntas y no tienen forma de ignorar o reprimir.
La Poncia consuela a la criada, quien era la amante del padre y por eso llora desconsoladamente su muerte, Martirio nos muestra que hubo amor en su vida, pero que él se casó con una mujer más adinerada, y Adela está sufriendo ahora lo mismo que Martirio y la criada, amar incondicionalmente a un hombre que también la quiere, pero que por mandatos sociales jamás podrá corresponder su amor. La sociedad es opresora y controladora, pero La Poncia anuncia claramente lo que la obra transmite “No se puede controlar lo que pasa a través de los pechos” y con esa frase debilita cada vez más a Bernarda.
Esta frase también simboliza el conflicto principal de la obra, la fuerte contradicción entre lo que nos pasa y lo que nos debería pasar, cómo por más normas sociales que nos sean impuestas, los sentimientos son inevitables, ya sea que entren en conflicto con la sociedad, la familia, o con uno/a mismo/a, pues el entorno en que crecemos siempre terminará por ser internalizado en nosotros/as, y esta internalización se manifestará siempre de una forma u otra.
Federico García Lorca fue perseguido y asesinado por un régimen de homoodio[1], entonces la frase “No se puede controlar lo que pasa a través de los pechos” aplica no únicamente a un sistema misógino, sino que también refiere a un reclamo contra la opresión desde una perspectiva interseccional.
También para representar las contradicciones internas tenemos a Pepe el Romano, quien es representado por cinco actores que profundizan al personaje desde sus distintos deseos, lo que piensa y lo que finalmente hace. Como se compromete con Angustias por su herencia y por órdenes de Bernarda, pero a la vez todos sus sentimientos por Adela y la concreción de ese amor, además de sus distintas facetas que acabaron por enamorar a todas las hermanas y el debate interno que nos muestra el origen de su angustia.
1.2. La obra sostiene mucho de la simbología que Lorca aplica en su texto. Por un lado el agua, como una metáfora del deseo sexual, Adela y Martirio tienen sed, y María Josefa habla sobre querer irse al mar. Por otro lado el verde, color de la pollera de Adela, es símbolo de muerte y rebeldía.
1.3. El final de “En esta casa no pasa nada” es distinto al original, y a lo largo de la obra, si se presta atención, esta decisión se justifica en los vínculos que llevan los personajes. En el texto original, las hermanas se odian entre sí, no se toleran, las mujeres viven maltratandose, viéndose entre ellas como enemigas, Magdalena incluso afirma “¡Malditas sean las mujeres!”. Ahora, en cambio, se modifica esta mirada, María Josefa defiende a las hermanas, diciendo que entre ellas no se odian, sino que son mujeres sin amor, y con esto queda muy claro que en esta situación las hermanas no están siendo las victimarias, ellas no actúan en base al odio por la otra, sino en búsqueda del amor, el anhelo, haciendo lo mejor posible ante la situación infestada de contradicciones y encierro que están viviendo que sofoca sus deseos y busca culparlos de su miseria. Las hermanas se aman más que a nada en el mundo, y esa idea se refuerza a lo largo de la obra desde el texto y desde los cuerpos, con los abrazos, las miradas, los cuidados.
Cuando Martirio descubre que su hermana no puede controlar lo que siente por Pepe el romano, siente miedo por ella, por lo que sería el futuro de una mujer que no reprime su deseo y el castigo social, y este es un miedo con el que ella ya lidio en primera persona, cuando tuvo que dejar ir a su primer amor, a quien su madre ahuyentó, y ahora que oculta sus verdaderos sentimientos hacia Pepe el Romano para protegerse tanto a ella misma como a sus hermanas. Martirio no odia a su hermana menor, todo lo contrario, entonces le ruega que la perdone, y corre a decirle a Bernarda y sus hermanas sobre el amorío entre Adela y Pepe el Romano.
Cuando esto sucede, Bernarda es quien miente, y afirma que Pepe el Romano está muerto, a diferencia del texto original, donde es Martirio quien, por odio a su hermana menor, miente diciendo “Se acabó Pepe el Romano”.
Entonces, cuando Adela se suicida, las hermanas la lloran desconsoladamente, al igual que Pepe el Romano, y descubren que lo dicho por Bernarda era una mentira.
Entonces, juntas las cuatro, terminan por derribar a Bernarda, quien a este punto de la obra ya se encuentra extremadamente debilitada, y su figura que al principio era tan fuerte, ahora se termina de derrumbar, con la muerte de Adela, viene la revolución. Todos y todas se sacan la ropa para cubrir el cuerpo de Adela, y se muestran ante el público neutros/as, despojados/as del rol que la sociedad les impuso, y mostrando sus cuerpos libres dicen “Yo hago con mi cuerpo lo que quiero”.
A lo largo de la obra, vimos mucho más presente a María Josefa, quien busca la libertad tanto propia como de las hermanas. En esto la escuchamos decirles que hagan con su cuerpo lo que quieran. Esto se lo transmite a Adela, quien decide escuchar su deseo y estar con Pepe el Romano, que también la quiere.
Reflexionamos entonces sobre el rol que tiene el cuerpo en esta historia, en cómo el elenco cuenta la historia a través del mismo, como el cuerpo crea ambientes, y muestra tanto los vínculos más amorosos como las relaciones de poder.
Se toma mucho “El amenazado” de Jorge Luis Borges, en especial las frases “Me duele una mujer en todo el cuerpo” y “El horror de vivir en lo sucesivo” y en la descripción de la obra leemos “Una pesadilla ingobernable que ahoga y palpita, la del cuerpo, que florece”. Cuando los cuerpos se revolucionan ante Bernarda, lo que hacen es oponerse a seguir perpetuando un sistema que niega al cuerpo y se centra en la norma.
La libertad de los cuerpos es algo que hoy día sigue en tela de juicio para muchas personas, teniendo en cuenta el contexto actual y los debates contemporáneos sobre la legalización del aborto para que las mujeres y cuerpos gestantes puedan decidir sobre su cuerpo. Pero además de esto, creemos que existen distintas temáticas rodeando los cuerpos que hoy día nos atraviesan desde las luchas para que las personas puedan conformar su identidad libremente, las mujeres luchan contra los parámetros que establece la hegemonía, las identidades trans luchan por ser reconocidas, y distintos planteos sobre la sexualidad reclaman una sociedad que permita esta exploración. Esta obra nos trae algo que se tiene muy presente, y es que el cuerpo es un campo de batalla.
1.4. Dentro de los análisis que se hacen a “La casa de Bernarda Alba” siempre se encuentra presente la simbología de los nombres de cada personaje, como el nombre de cada hermana nos habla sobre ellas, y en esto como el nombre Bernarda significa masculino y oso fuerte. “En esta casa no pasa nada” toma a un actor para interpretar a Bernarda, en lugar de a una actriz. No sabemos el por qué de esta decisión, puede estar tanto vinculada con el significado del nombre Bernarda como con el cuerpo y la voz que se buscaban para el personaje. Sin embargo, nos parece una observación pertinente a expresar.
- Ahora bien, luego de la reflexión respecto a la hermenéutica que hallamos en el acto de la estética, continuamos con la misma desde la mirada puestista de la poética de la obra, entendiendo la misma como los procedimientos seleccionados por el artista para alcanzar la obra de arte.
2.1. En primera instancia, observamos una obra cuya espectacularidad prevalece por sobre el texto, lo cual no le quita peso. Pues cada intervención de la palabra está cargada de significado. Y, si bien observamos una gran espectacularidad, no nos referimos particularmente a la cuestión escenográfica puesto que la obra carece de la misma, tampoco a la utilería, ya que no se utiliza más que un pañuelo negro para cada hermana. La atracción espectacular se haya en el físico de les actores-personajes lo cual es propio de la técnica elegida como método para la dirección.
2.2. La Bio-mecánica es uno de los procedimientos técnicos que puede observarse en la obra. Los cuerpos en un equilibrio físico-energético que haya la conexión con la otredad tanto en la quietud como en el movimiento, la acción-reacción de los cuerpos a partir de la repetición y mecanización del movimiento, y la significancia de lo dicho a partir de tal mecanicismo. Otra particularidad de la dirección a partir del método de Meyerhold, es la continua construcción de figuras escénicas como cuadros y su inmediata destrucción para generar inestabilidad en la percepción de le espectadore, destacando la precisión en función del espacio equilibrado. Los cuerpos en relación con el espacio-tiempo experimentaban el caos y el cosmos abruptamente sin transitar el término medio, esto llenaba de asfixia y densidad, respectivamente, la energía escénica.
2.3. Las actuaciones, que responden de forma directa a la bio-mecánica, tienen momentos de expresionismo, lo cual nos acerca a las corrientes vanguardistas del siglo xx a las que lorca pertenecía, particularmente a la surrealista. El naturalismo aparecía principalmente en los diálogos más cohesivos en términos dialógicos. Personalmente, siempre hallé en el personaje de “la abuela” una pincelada de poética surrealista, aquello que manifiesta lo inconsciente, lo “no visto de forma directa”, lo que responde a una metamorfosis. No obstante, en esta versión recayó en el código expresionista con intervenciones que decían sin metáfora, sin metonimia, en fin, sin figuras retóricas. En referencia a una de las construcciones particulares, hallamos en Bernarda el desarrollo de la animalidad en el transcurso de la obra. Precisamente en un momento, a modo de reacción instintiva, el personaje se “animaliza” totalmente. En esta animalidad, encontramos uno de los nexos con la construcción de los personajes del grotesco.
2.4. Si bien ya hemos hablado de los cuerpos, nos parece necesario hacer hincapié en la proxemia, y la variación de la misma en función de la escena. En el comienzo, una proxemia mínima pero ordenada. Luego la lejanía, hombres por un lado, mujeres por otro. Después la unión. Y desunión. La sensualidad y sexualidad se puede entrever en ambas, en el acto de contacto físico mismo, y en el acto de contacto energético. La proxemia rige el orden desorganizado que hacen los cuerpos en el universo de la escena, rige la entropía.
2.5. En referencia a los procedimientos escenotécnicos observados, y luego de haber explicitado la carencia de escenografía, analizaremos de forma singular, por un lado las luces, y por otro el sonido.
2.5.1. La iluminación fue oportuna, sin abusos a la hora de utilizarla y sin tener protagonismo en el quehacer escénico. Las luces acompañan las escenas, no tienen (en general) la finalidad de generar algo específico en le espectadore. Simplemente iluminan, salvo algún juego específico que genera algún clima sin volverse lo esencial, pues siempre acompaña, a lo sumo funciona como vehículo para les personajes.
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2.5.2. Respecto al sonido, observamos que las canciones, que funcionaban como potenciadoras de la acción, descolocaban debido a que no eran acordes a la poética y a la tensión generada en algunos momentos. Esto hacia que la música quedara aislada y descontextualice a les espectadores.Nos alejaba de lo propuesto y lo aceptado.
2.6. Respecto al maquillaje, se presentaba naturalista con un leve desmejoramiento de los rostros. El vestuario era acorde, con una paleta de colores que se situaban en la lobreguez mas absoluta, la cual se rompía de forma absoluta con el vestido de Adela.
- Finalmente, es destacable la continua utilización de los recursos de textualidad a la otra de hacer referencia o bien, construcciones de nuevos textos a partir de algunos preexistentes. La desarticulación del propio texto de Lorca, la incorporación de textos Borgeanos e incluso la desestructuración a la hora del decir de los personajes, lo cual reflejaba una métrica poética de la reescritura en función de la escen. Gené hablaría de intertexto.
[1] No estamos haciendo uso del término “homofobia” porque el mismo refiere a un miedo hacia las personas que pertenecen a una diversidad de sexualidades no heterosexuales. Consideramos que el miedo refiere a un acto incontrolable, al hablar de “odio” responsabilizamos no solo al individuo y sus sentimientos, sino también a sus valores personales.