“Casa de muñecas” de Henrik Ibsen
Un texto que guarda una intensa significación
Mariángeles Sanz
En el teatro “El Border” y bajo la dirección de Lizardo Laphitz se puso en escena la pieza de Ibsen “Casa de muñecas”. Una textualidad que aún hoy tiene sobre nuestra sociedad una serie de interrogantes que el dramaturgo se hacía incisivamente sobre la sociedad de su tiempo: la familia, la institución matrimonial, la ley, la religión y sobre todo el lugar que esa sociedad burguesa y estricta en valores, pero de fondo hipócrita tenía reservado para la mujer. Una mujer aniñada, empequeñecida, objeto de su padre y luego de su esposo, siempre construida desde la mirada ajena, considerada incapaz por la ley, y por un entorno que impedía con sus mil máscaras su crecimiento; el que proviene del autoconocimiento del sujeto, de saber por fin quién es.
La lucha por los derechos de la mujer ha crecido con los años y ha conseguido logros significativos, pero si escarbamos un poco en el fondo de nuestra sociedad se nos presentan muros que la ley construye y la sociedad respalda; muros que siguen dando al sujeto femenino, a su construcción como sujeto activo y pensante, los obstáculos que hacen que cada día tenga que explicar su condición y seguir enfrentándose a los fantasmas que hace 140 años tan bien describía Ibsen. Porque la sociedad no es homogénea y por lo tanto presenta capas diversas, y mundos diferentes dentro de sí misma, que hace que convivan las más oscuras contradicciones amparadas por la religión, la clase, el falso concepto de raza, y el poder que da el dinero.
Es por lo tanto, un texto que guarda en sí, a pesar de los años, un alto grado de significación para el espectador que busca encontrar en el teatro respuestas a su problemáticas, o interrogantes que aún no se había hecho. Sin embargo, la puesta de Laphitz que tiene un recorrido fiel a la textualidad dramática, y un buen desempeño actoral, -donde se destacan la Nora que construye Gabriela Puig, y el muy buen trabajo de Luciana Lamota y su Elena, el aya que abandona a su hija para hacerse cargo de Nora y su destino-; además del afán de verosimilitud con esa sociedad descripta en ella, construyendo la ilusión de realidad desde el vestuario y la escenografía, desde mi mirada, se queda en la reconstrucción, en una literalidad que detiene el ritmo de la puesta, y desaprovecha ciertos momentos de tensión en los encuentros personales que son la clave del conflicto.
Me refiero a la interesante confrontación entre Cristina y Nora, que son dos estereotipos femeninos que a la vez de sus diferencias, muestran el mismo carácter de sumisión a los acontecimientos, en esa sociedad que no les da demasiadas oportunidades para ser ellas mismas. Ibsen lo resuelve, tomando Cristina el toro por las astas de su destino, y poniendo a Nora ante la disyuntiva de hacer lo mismo; y a Nora en una encrucijada que se teje en el filo de un abismo, que será su salvación. Desde mi opinión, hubiera sido muy interesante que el punto de vista pasara por esa relación, que queda en la puesta como parte de las circunstancias. Una pieza que guarda aún un alto grado de significación.
Ficha técnica: “Casa de muñecas” de Henrik Ibsen, traducción de Clelia Rosa Chamatropulos. Elenco: Gabriela Puig, Santi Vicchi, Agustina Saénz, Alejandro Holm, Luciana Lamota, Richard Courbrant. Asistencia de dirección: Paula Berré. Dirección: Lizardo Laphitz. Producción: Luciana Lamota. Diseño de vestuario: Paula Picciani. Diseño de iluminación: Max Pastorelli. Fotografía y diseño gráfico: Ignacio Salinas Pérez. Realización de escenografía: Hencer Molina y Maximiliano Méndez. Teatro. El Border.