Archivos Mensuales: enero 2022

Casa de muñecas de Henrik Ibsen en el Teatro El Border

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“Casa de muñecas” de Henrik Ibsen

Un texto que guarda una intensa significación

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

En el teatro “El Border” y bajo la dirección de Lizardo Laphitz se puso en escena la pieza de Ibsen “Casa de muñecas”. Una textualidad que aún hoy tiene sobre nuestra sociedad una serie de interrogantes que el dramaturgo se hacía incisivamente sobre la sociedad de su tiempo: la familia, la institución matrimonial, la ley, la religión y sobre todo el lugar que esa sociedad burguesa y estricta en valores, pero de fondo hipócrita tenía reservado para la mujer. Una mujer aniñada, empequeñecida, objeto de su padre y luego de su esposo, siempre construida desde la mirada ajena, considerada incapaz por la ley, y por un entorno que impedía con sus mil máscaras su crecimiento; el que proviene del autoconocimiento del sujeto, de saber por fin quién es.

La lucha por los derechos de la mujer ha crecido con los años y ha conseguido logros significativos, pero si escarbamos un poco en el fondo de nuestra sociedad se nos presentan muros que la ley construye y la sociedad respalda; muros que siguen dando al sujeto femenino, a su construcción como sujeto activo y pensante, los obstáculos que hacen que cada día tenga que explicar su condición y seguir enfrentándose a los fantasmas que hace 140 años tan bien describía Ibsen. Porque la sociedad no es homogénea y por lo tanto presenta capas diversas, y mundos diferentes dentro de sí misma, que hace que convivan las más oscuras contradicciones amparadas por la religión, la clase, el falso concepto de raza, y el poder que da el dinero.

Es por lo tanto, un texto que guarda en sí, a pesar de los años, un alto grado de significación para el espectador que busca encontrar en el teatro respuestas a su problemáticas, o interrogantes que aún no se había hecho. Sin embargo, la puesta de Laphitz que tiene un recorrido fiel a la textualidad dramática, y un buen desempeño actoral, -donde se destacan la Nora que construye Gabriela Puig, y el muy buen trabajo de Luciana Lamota y su Elena, el aya que abandona a su hija para hacerse cargo de Nora y su destino-; además del afán de verosimilitud con esa sociedad descripta en ella, construyendo la ilusión de realidad desde el vestuario y la escenografía, desde mi mirada,  se queda en la reconstrucción, en una literalidad que detiene el ritmo de la puesta, y desaprovecha ciertos momentos de tensión en los encuentros personales que son la clave del conflicto.

Me refiero a  la interesante confrontación entre Cristina y Nora, que son dos estereotipos femeninos que a la vez de sus diferencias, muestran el mismo carácter de sumisión a los acontecimientos, en esa sociedad que no les da demasiadas oportunidades para ser ellas mismas. Ibsen lo resuelve, tomando Cristina el toro por las astas de su destino, y poniendo a Nora ante la disyuntiva de hacer lo mismo; y a Nora en una encrucijada que se teje en el filo de un abismo, que será su salvación. Desde mi opinión, hubiera sido muy interesante que el punto de vista pasara por esa relación, que queda en la puesta como parte de las circunstancias. Una pieza que guarda aún un alto grado de significación.

Ficha técnica: “Casa de muñecas” de Henrik Ibsen, traducción de Clelia Rosa Chamatropulos. Elenco: Gabriela Puig, Santi Vicchi, Agustina Saénz, Alejandro Holm, Luciana Lamota, Richard Courbrant. Asistencia de dirección: Paula Berré. Dirección: Lizardo Laphitz. Producción: Luciana Lamota. Diseño de vestuario: Paula Picciani. Diseño de iluminación: Max Pastorelli. Fotografía y diseño gráfico: Ignacio Salinas Pérez. Realización de escenografía: Hencer Molina y Maximiliano Méndez. Teatro. El Border.

Reseña de «Las siluetas del sueño que tuvimos» de Alfredo Martín /Narrativa

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Reseña

“Las siluetas del sueño que tuvimos” de

Alfredo Martín

Cuentos

Buenos Aires

Editorial: El bien del sauce

Páginas: 147

“En tela de hilo, de color celeste o beige. Llevaban bordadas las iniciales de mi nombre y apellido. Las letras aparecían oblicuamente sobre uno de los bordes, con delicados trazos góticos o en imprenta vertical. (…) Cuando regresé al departamento en Buenos Aires, elegí una de las toallas al azar, y después de lavarla, la colgué con cuidado en el tendedero. Al día siguiente la llevé al hospital y la puse en mi consultorio.”  (Una colección de toallas)

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

El título del conjunto de relatos que construye Alfredo Martín, desde la memoria y la nostalgia, es una frase que aparece en uno de sus cuentos, “Club Teléfonos”,  de esta forma tangencial el texto lleva adelante su identidad. De la misma manera, la construcción del narrador, es también pocas veces en primera persona, por el contrario muchas veces narra como testigo presencial, casual, de vidas y sucedidos que presos en la textura del recuerdo, necesitan salir del silencio y abrirse al mundo. ¿Realismo?, sí, pero con la misma impronta de nuestra memoria individual; que llena huecos imposibles de recuperar, que sigue dejando en las sombras otros, y que nunca sabremos por la distancia y por nuestra mirada teñida de espacio tiempo ya perdido, cuánto de verdad y cuánto de imaginación hay en ellos.

Por qué, cuáles son los motivos para que algunos acontecimientos estén tan presentes en nosotros, y por qué eludimos otros de una forma tan prolija que nunca llegan a ver la luz. Nunca lo sabremos, pero en el entre tiempo podemos seguir la línea profunda que teje el mapa de nuestra memoria y construir con hilos delgados las rutas de los hechos que de alguna manera imprimieron en nosotros los hitos que conformaron nuestra identidad. Así Alfredo Martín nos brinda una oportunidad de ver cómo los retazos significativos de su vida, en un tiempo donde todo se mira con ojos de asombro, puede construir un universo propio y ajeno a la vez; la oportunidad de construir en literatura los pequeños gestos, las anécdotas cotidianas, las vivencias del recuerdo cuando ya la mirada no es contemporánea sino en el momento que vuelve su ojos al pasado para rastrear sus rincones de dolor y de ternura.

Nueve cuentos conforman la textualidad, nueve relatos donde como dije antes el narrador omnisciente se refugia en la segunda o tercera persona, para luego en el mismo relato pasar a una primera que asume por un instante el protagonismo de los hechos, para luego desplazarse, tomar una distancia equidistante y proponer una mirada otra, una percepción ajena que rivalice con sus recuerdos.  Porque un texto que apela al realismo choca siempre con la imposibilidad del conocimiento de la cosa en sí, y nos devuelve entre el sujeto y ella el objeto que construye con los elementos que lo aproximan a la real, las palabras.

Los nueve cuentos son: “La cabellera de la virgen”, “Dulces Godoy”, “Arturo Obieta”, “La bailarina árabe”, “El petitero descalzo”, “Club Teléfonos”, “Templar el ladrillo” “Una colección de toallas”, tal vez donde más íntegramente se encuentre el narrador, y “La orilla del tiempo”. En todos ellos, además de la construcción de los personajes, el protagonista es el espacio, un espacio / tiempo, de una geografía propia, como lo es toda aquella que teje sus fronteras desde las líneas difusas de la memoria.

Enero 2022 / Sofía Bonati

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Sofia Bonati es una artista argentina que vive actualmente en Surrey, Inglaterra, y que con sus ilustraciones logra capturar varios tipos de personalidades femeninas. Nació enBuenos Aires en 1982 en el seno de una familia de artistas. Sin embargo, comenzó su carrera artística cuando se mudó al Reino Unido en 2013. Es reconocida por la estética fina que maneja en sus ilustraciones y pinturas. La técnica depurada en las ilustraciones de Sofia Bonati es visible gracias a sus trabajos con lápiz y medios húmedos en papel. Bonati imbuye sus figuras y retratos femeninos. La belleza de sus diseños se completa con una característica distintiva, que es el uso constante de fondos abstractos como nubes de tormenta, laberintos vertiginosos y motivos florales. Cada mujer se representa sola, para subrayar su singularidad; lo que sorprende particularmente es la gran habilidad del artista para poder representar fielmente las expresiones faciales de sus protagonistas y sus sombras.