Archivos Mensuales: abril 2021

44 años de lucha por Memoria, Verdad y Justicia

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Están grandes, y son enormes, no están solas, pero nos van a dejar soles en la tarea de tomar la antorcha de su lucha y seguirla para que todes aquellos que deben pagar sus crímenes lo hagan. Militares, civiles, y eclesiásticos, que fueron el apoyo logístico necesario para llevar adelante el genocidio, que les permitió implantar una economía desastrosa para el país. Aunque nos gustaría pensar que sí, la lucha no ha terminado, porque ese poder que produjo el golpe en el 76, ese poder que tejió una telaraña de horror en todo el país, sigue tejiendo su tela, con un ejército silencioso pero no menos cruel, no menos dañino, no menos culpable. Los medios hoy como en el pasado son responsables también, por ocultamiento, por mentir e invisibilizar los hechos para cubrir y cubrirse de una verdad que está presente entre nosotros, y no cesa de pedir ser expuesta. Desde aquí mi abrazo a todas ellas, a esos cuerpos atravesados por el tiempo, y que sin embargo, crecen y crecen hasta alcanzar una estatura colosal.

Hipólita pondera la conquista de Eric Barenboim

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Hipólita pondera la conquista de

Eric Barenboim

Un futuro posible e indeseado

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

La dramaturgia de Barenboim nos propone la distopía de un territorio conocido, La Pampa, Cutral Có, un futuro incierto donde todo está dividido entre poblados que van desapareciendo a partir del mal uso de los recursos naturales. Un llamado a la realidad de la necesidad de cuidar del ecosistema que habitamos y de las posibles e indeseables consecuencias de nuestra indiscriminada, egoísta y despreocupada relación del hombre con el medio ambiente.

Una visión apocalíptica en un país, la Argentina, que profundiza cada vez una grieta donde cada uno parece tener razones suficientes para mantenerla abierta. En un espacio escenográfico donde se cruza lo árido de una casilla perdida en el desierto, donde pequeños montículos de piedras la bordean, con la tecnología que permite la duplicación de imágenes, la profusión de sonidos, el conteo de un tiempo incierto pero que transcurre cronometrado como los conocemos, horas, minutos, segundos; es decir, un espacio perdido en una definición que se remonta a casi dos siglos, el desierto.

 El nombre de uno de los personajes, Andrómeda, la mujer que puede con todo, es una ironía, de la escritura, e Hipólita, hija del dios de la guerra, Ares, la Amazona, también. Ambas han llegado al límite de sus posibilidades, ni una ni otra pueden seguir sin concesiones sosteniendo una situación que deviene en la muerte para todos. Marcelo, que se aferra a la lucha, en memoria de su hermano, y el joven que sigue órdenes pero desconoce la historia, conforman un entramado de personajes, entre los que saben y los que observan sin entender bien, con el peligro que es precisamente en este último donde habita el futuro.

El mapa de Hipólita guarda la memoria del oxímoron de nuestra historia, el desierto poblado que necesito ser despoblado para ser nuevamente intervenido por los hombres, otros. Ellos y sus descendientes no oyeron los avisos de la catástrofe, otros intereses los llevaron a la explotación sin freno, al desgaste de la tierra, a la utilización indiscriminada de recursos, al hambre y a la muerte de una zona, de sus habitantes. El único signo de esperanza, en una pieza que no nos deja margen para ella, es el vuelo de los pájaros hacia el sur, con la posible certeza, de que seguirlos es salvar la vida.

María Onetto lleva el traje de su Hipólita con convicción, y hace verosímil un relato que nos aterra por la posibilidad de certeza, los demás acompañan con eficacia a ese personaje que apela a la palabra como último recurso, cuando ya están perdidos todos los demás, y que puede ser eficaz precisamente por eso, porque La Nueva Pampa está a punto de hacer realidad una definición inexacta en el pasado, pero exacta en ese presente – futuro de la intriga, el desierto. Ir hacia el sur, es una metáfora de otra historia, donde también se fue hacia el sur, y que Hipólita menciona como al pasar.

Ficha técnica: “Hipólita pondera la conquista” de Eric Barenboim. Elenco: Delfina Dotti, Javier Drolas, María Onetto y Marina Otero.  Asistencia de dirección de TNC: Juan Doumecq. Dirección: Mariana Obersztern. Video: Ian Kornfeld. Música: Ulises Conti. Iluminación: Eli Sirlin. Vestuario: Sofía Di Nunzio. Escenografía: Santiago Rey. Producción TNC: Francisco Patelli.


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Marietta amarga de Patricia Suárez

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Marietta amarga de

Patricia Suárez

Cuando arrecia la violencia

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Un espacio, el campo, lo habitan inmigrantes italianos, familias que se conocen desde su país natal y buscan reunir en una sola la fortuna de cada uno a través de los casamientos de conveniencia. La dramaturgia de Patricia Suárez nos presenta en un principio una situación de violencia familiar donde el hombre es el apaleado por su mujer, Marietta; pero al minuto vemos a sus padres donde intuimos una relación donde el padre tiene a la madre de Rubino, el infeliz marido, anulada en su personalidad, asustada y temerosa y muda.

El contraste entre una Marietta furiosa que mantiene a raya a su “marido” para que no consuma el matrimonio, y la figura de Iride la madre sometida, es una fotografía del pasado que no quiere ser repetido. Porque Marietta fue a la boda sin consentimiento ni deseo, de Iride sólo sabemos que acata los mandatos sociales y religiosos, y obedece sin chistar. Los consejos de familiares  hombres, obedecen al prejuicio sobre el lugar que la mujer debe ocupar en lo público y en lo privado, para que el varón conserve su carácter y no sea el hazmerreír de todos.

Un matrimonio sin amor, un amor sin matrimonio, un casamiento por conveniencia, relaciones familiares que intervienen sin saber del todo el devenir de los acontecimientos, conforman un cuadro costumbrista en cuanto al género, en el vestuario y el espacio elegido, y un tiempo otro, cuando la inmigración era una presencia activa en los campos argentinos, aún en su faz anarquista. Una temática trabajada desde todos los lugares posibles, desde la intencionalidad desde la escena de implantar en la cabeza de los espectadores el proyecto liberal de la generación del 80, Florencio Sánchez y “La gringa”, o de marcar las diferencias entre campo y ciudad que propuso en vis de comedia Nicolás Granada en “¡Al campo!”.

Patricia Suárez retoma el género, pero lo atraviesa con el presente, con la posibilidad de la mujer de afirmar su deseo, -no es que aprobemos la violencia- en contraposición a la violencia ejercida sobre el cuerpo y la voz de Iride, a su silencio forzado, encubierto en un dolor de muelas eterno. El final será una sorpresa, y así quedará en mi escritura. Sólo diré que del tejido primario la dramaturga elige una punta inesperada para respetar una lógica causal que la poética exige.

Muy buenas las actuaciones, en la construcción de los estereotipos propuestos, italianos inmigrantes en el interior del país, desde la gestualidad, y la corporalidad. Bien elegido el vestuario que sitúa las acciones a principios del siglo pasado. La dirección cuidó los detalles que hicieran verosímil los diálogos, que en su entramado invitan a la risa a través de la confusión, uno de los recursos del género chico. Una propuesta que entre – tiene, con simplicidad aparente, pero que invita a pensar en el nudo gordiano donde nace la raíz de las diferentes formas de violencia, la familia.

Ficha técnica: “Marietta amarga” de Patricia Suárez. Elenco: Irene Almus, Anahí Gadda, Tony Lestingi, Claudio Martínez Bel, Marcelo Mazzarello, Juan Andrés Romanazzi. Producción TNC: Leandro Fernández. Asistencia de dirección: Nadia Crosa. Música: Florencia Albarracín. Iluminación: Agnese Lozupone. Vestuario: Alejandro Mateo. Escenografía: Carlos Di Pasquo. Dirección: Sandra Franzen. TNC – online. Duración: 38 minutos.

El otro de Miguel de Unamuno

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“El Otro”

De Miguel de Unamuno

Cynthia Attie

cynthia.attie@gmail.com

Luego de un año y apenas meses de no concurrir a ningún espectáculo teatral en forma presencial, me decido un domingo de Abril a ir al estreno de una obra donde actúa un gran actor y compañero de ruta en el profesorado. Mi algarabía era tal que llegue con bastante tiempo de antelación al “Paraje Artesón”, un cálido espacio situado en el barrio de Palermo, Palestina al 900. La sensación parecía surrealista, casi nadie en las calles, la humedad de la noche y un gato que maullaba en el primer piso de un departamento enfrentado al teatro, me auguraba una excelente función. Todo se desarrolló en forma protocolar respetando burbujas y distancias sociales, lo cual me generó una grata sensación de estar cuidada. Con la distancia social adecuada fuimos recibidos muy cálidamente por el director de la obra, quien con  grandes aciertos llevó el texto de Unamuno a buen puerto. Con Toques de creatividad en la dirección logró que los actores desplegaran cuerpos dóciles en el espacio así como también interpeló a los espectadores hacia el final de la obra, cuestionándonos sobre quienes somos. Somos uno, el otro o ambos? Y ¿qué pasaría si mi referente especular desapareciera o dejara de existir?

“El otro” nos invita a reflexionar sobre cómo está conformada nuestra psiquis en relación a ese otro especular que nos devuelve una imagen, que no siempre nos agrada. Vale la pena desechar y matar a ese otro que nos enceguece? ¿Qué pasa luego de deshacernos de él?  Esta obra nos enfrenta, como diría Lacan, con lo real, con el vacío estructural, con la muerte, con ese coquetear constante entre la locura y la cordura.

Pasando por Jacob y Esau, Caín y Abel,  Eteocles y Polinises, “El Otro”, nos muestra lo perverso y trágico que puede ser el vínculo fraternal llevado a sus últimas instancias. Quién es mas amado, quién se lleva la mejor parte, quién es el más inteligente. Usufructuando el lugar del otro, para llegar a ser quien no soy, me pierdo en la indecencia del no retorno. Una obra profunda que muestra que el mandato de “amarás a tus hermanos como a ti mismo” pone al ser humano en una encrucijada paradójica, de la cual no siempre es fácil salir.

Lo trágico de la obra radica en que no existe salida posible si sólo entendemos las relaciones humanas en términos de opuestos. Porque finalmente, el uno es parte del otro y el otro es parte de uno.

Ficha técnica. Autoría: Miguel de Unamuno. Dirección: Sandro Mlynkiewicz. Actúan: Nicolás Pinus, Rubén Cohen, Natalia Pascale, Mariano Madrazo, Laura Mosquera, Marisol Hernández. Diseño de Iluminación, escenografía y sonido: Sandro Mlynkiewicz. Asistencia de escenografía: Diego Cruz. Foto y video: Rodrigo Alonso. Vestuario: El Otro. Teatro: Paraje Artesón

Pieza para maniquíes y un actor de reparto

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Pieza para maniquíes y un actor de reparto

Documental sobre el silencio

De Gabriel Penner /Dirección Ana Alvarado

EL desierto esa ausencia constante e insoportable

Mariángeles Sanz

Sanzm897@yahoo.com

¿La palabra devela la verdad o la oculta porque está cargada de una teatralidad que sólo rompe la presencia del cuerpo? La pregunta dice uno de los personajes: “…es como hacer silencio desde la palabra”. Que se puede narrar desde el teatro y que narra el cuerpo allí donde la palabra no accede. Tiempos de pandemia, que necesitan para la relación actor / espectador una nueva definición de la palabra, del silencio, y del desierto. “Supongamos que el desierto es así, este despojo, esta austeridad, este espacio sin ustedes.”

Conceptos que se rompen, una puesta que deconstruye una poética, la realista, la desmenuza, para dar cuenta de su trabajo de ilusión de lo verdadero. Cómo enfrentarse al cuerpo torturado y al silencio de un cuerpo que necesita la palabra y a la vez la ocluye. En el comienzo la palabra, el actor en el centro del espacio escénico, sentado y de traje nos narra la problemática que se irá develando, deslizando ante la cámara que grabara la gestualidad en un primer plano que en síntesis perfecta y con el sonido de una música atonal, nos permite sentir. Porque cuando el teatro no apela a la verdad en la palabra, cuando nos dice que todo es relato y que el cuerpo guarda su razón silenciada, apela a llegar de subjetividad a subjetividad a provocar una emoción desestabilizadora, que nos haga seguir un relato que se teje en los silencios. “Aquello que no se dice es lo importante” “los cuerpos son archivos, documentos, que se pueden leer…”

La cámara encuadra el cuadro que ya tiene en mente el director / jefe que en ese instante decide que es lo relevante. “Cultura objetivada, silencio enmarcado”. Coreografía, vestuario, máscaras, maniquíes, títeres de mano, objetos de los que podemos extraer un sonido, una forma de comunicación que reemplace en tiempos desérticos a la falsa interacción con un espectador invisible, elementos y procedimientos que intentan responder a los interrogantes necesarios que el teatro se hace hoy, junto al concepto de utilidad y el de teatralidad.

Los actores y Ana Alvarado en la dirección construyen con excelencia y belleza una suma de dudas pertinentes atravesadas por las palabras de Gabriel Penner. El teatro de objetos, junto a la teatralidad de los personajes humanos, consigue una duplicación de sentido, una resemantización que no pasa por la lógica racional, sino por la herida profunda que desde el teatro se puede producir en su ilusión de referencialidad con la muy buena realización de máscaras y títeres, y un vestuario cuidado, así como la música que acompaña la puesta. Todo está pensado, calibrado para que el espectador piense y se emocione a pesar de la distancia, del desierto.

Ficha técnica: “Pieza para maniquíes y un actor de reparto” Documental sobre el silencio de Gabriel Penner. Actúan: Pablo Maidana, Luciano Mansur, Guillermo Tassera. Diseño de vestuario y escenografía: Gabriella Gerdellics. Realización de títeres y máscaras: Gabriella Gardellics, Pablo Maidana, Luciano Mansur. Diseño sonoro y música original: Ceci Candia.

Filmación: David de la Fuente y Julio Reynoso. Diseño gráfico y Motions: Laura Rojo. Edición: Mechy Quintieri y Sebastián Ostapow. Edición de sonido: Carlos Reinjenstein. Asistencia de dirección: Valentina Veronese. Producción ejecutiva: Cristina Sisca. Dirección: Ana Alvarado. Teatro Payró. Duración: 38 minutos.

Un hembro de Rubén Sabbadini

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Un Hembro de

 Rubén Sabbadini

“Me pregunto si el tiempo volverá a tener una forma definida”

Cuando la naturaleza por fin, se rebela.

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

La escena se cubre de cuadros estratégicamente colocados, de izquierda a derecha conforman las clases sociales de un tiempo anacrónico en el discurso y el lenguaje, paradojal con el vestuario de esas figuras salida de otros tiempos: el aristócrata, el artista, el científico, la realeza, y el pueblo. Estratégicamente colocados, dejando la distancia que separa a la aristocracia y a la plebe. Cuadros de donde escapan sus figuras, que toman vida para dar cuenta de un cambio en el tiempo, un desacelerador del vértigo acostumbrado por una sociedad donde una flecha hacia adelante nos prometía falsamente el progreso infinito y la felicidad.

Algo ha ocurrido, alguien no se sabe si hombre o mujer, si uno o muchos, siembra entre los cementos y los metales retorcidos, y los edificios pomposos de la ciudad de Buenos Aires, siembra semillas de naturaleza en un crecimiento que absorbe el tiempo, que produce un freeze en todo lo demás. Las figuras de los cuadros conversan, en una vida que los lleva a ser testigos de un tiempo, en donde la utopía es la igualdad ante un mundo donde todo sea absorbido por lo vegetal, y donde el hambre sea satisfecho sin importar el dinero. En una línea horizontal cada individualidad forma un sujeto colectivo, ya que toda la problemática los atraviesa por igual, aunque en cada uno provoque reacciones diferentes.  

Preanuncio del dramaturgo de un cambio de paradigma, del que sólo el pueblo, en una excelente actuación de Pilar Gamboa, parece encontrarle la oportunidad de diversión, el caos que desestructura las rígidas normas que controlan la efusiva vida de los de abajo. Un carnaval vegetal que proporciona un agujero a la posibilidad de la vida sin sujeción a leyes o a reglamentos. ¿Cuánto durará? ¿Producirá ese impasse en lo “normal cotidiano” un cambio efectivo, positivo y duradero? El mundo convertido en un gran signo de interrogación.

En tiempos pandémicos, la revolución vegetal se vive, se piensa como una posibilidad de la tierra, del planeta, de efectuar una limpieza de todo lo pestilente, todo aquello que le quita la vida a una velocidad suicida. La peste somos nosotros dirá uno de los personajes, que creyendo en ese progreso acunado por la ciencia, avalado por la producción y el dinero no se detiene ante el horror de la muerte que genera. No es ingenuo el cuadro de la realeza, donde una reina preciosamente ataviada tiene de fondo una ventana donde se avisan carabelas. El Renacimiento, la modernidad, y el descubrimiento de territorios desconocidos, proporcionan a los viejos reinos una fiebre de riqueza que no se ha detenido todavía.

En ese imaginario temporal que los lleva a tomar vida, las campanadas les recuerdan su lugar en el cuadro y su posición original, hasta que todo vuelve a comenzar, y los interrogantes se suceden en un diálogo de un tiempo actual: la vivienda, el dinero, el trabajo, el ocio, el tránsito colapsado. Un juego donde el espacio estático es atravesado por un tiempo que no deja de sobrevolarlos como una pluma, mientras lo cotidiano se detiene. Una dramaturgia donde la palabra asume su protagonismo en el diálogo de los cinco personajes, que tienen como oponentes y como posibilidad al mismo tiempo, a ese ser indefinido que produjo el acontecimiento desestabilizador de un mundo decadente pero en apariencia organizado. Un juego verbal que se permite la inclusión de género, y una coreografía al calor de la música de rock, para acentuar aún más su condición paradojal entre el vestuario de época renacentista de los cuadros, y la realidad siglo XXI. La naturaleza como acción subversiva ante la llegada de una pandemia, la humana. Y todo el control de la razón, para que nada cambie a pesar del cambio, y una vez más el que viene o los que vienen a demostrar que el mundo no es sólo aquello que cuadriculamos, que existe un imaginario que intentamos no ver, un fulgor, que no queremos ver,  aquel que convierte nuestros abismos en un territorio de todos que nos iguala, y que ese atrevimiento termina como hace 2000 años, crucificado.

Ficha técnica: “Un hembro” de Rubén Sabbadini. Elenco: Maiamar Abrodos, Juan Barberini, Claudia Cantero, Pilar Gamboa y Horacio Marassi. Escenografía: Laura Copertino. Iluminación: Fernando Berreta. Vestuario: Flora Caligiuri. Música: Gabriel Chwojnik.  Asistencia de dirección: Fabio Petrucci. Dirección: Laura Paredes. Producción TNC: Silvia Olaksikiw. Duración: 40 minutos.

Blizzard de David Ángel Gudiño

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“Blizzard” de

 David Ángel Gudiño

Vientos blancos, verdades desnudas

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

En abril el ciclo de obras que con protocolo y sin público está llevando adelante el Teatro Nacional Cervantes tiene en común la dirección de las mismas, bajo la mirada de mujeres. Para la primera emisión del 2 de abril, eligieron la pieza de Gudiño “Blizzard”, dirigida por Laura Fernández, (directora del grupo “Piel de Lava) cuyas acciones se desarrollan en la geografía austral del continente blanco, la Antártida. Una familia, una escuela, una conmemoración, y los problemas de siempre, que no se apagan con el hielo del paisaje, sino que siguen provocando a los personajes, que reaccionan como pueden, en el medio del frío del entorno, del covid como amenaza, y de la distancia entre ellos que no se mide en kilómetros.

En una escenografía de espacio único, un artefacto blanco que simboliza una casa, su puerta y su ventana, donde la nieve es protagonista, sólo la iluminación marcará los cambios temporales; allí: Juan, Claudia y Fernando vivirán un triángulo amoroso impensado, ante los ojos testigos del hijo de la pareja, Danilo. El punto central del conflicto se irá desarrollando como inevitable ante la incomunicación previa, y el acontecer de la soledad del contexto que permite que la presencia de un extraño haga para ambos la diferencia.  Las buenas actuaciones le dan corporidad a un texto que busca expresar la mayor cantidad de sentimientos, en su mínima expresión, y deja abierto y ambiguo un final que podemos construir a partir de los hechos, de algunas frases dichas entre lo coloquial y sin altisonancia.

Como paradoja, el diálogo con el continente vía telefónica es más efectiva que la que se produce en situ entre los personajes. Todo gira en torno a un sentimiento: la soledad, producto de la incomprensión de unos y otros. Blizzard, la ventisca que lo atraviesa todo hasta convertirse en una tempestad de nieve, es la metáfora que el dramaturgo ofrece para entender como la vida de los personajes es atravesada por las circunstancias, transformándolo todo mientras cae la nieve.

Ficha técnica: “Blizzard” de David Ángel Gudiño. Elenco: Mara Bestelli, Felipe Saade, Luciano Suardi, Luis Ziembrowski. Dirección: Laura Fernández.