Archivos Mensuales: May 2022

«El Tipo» de Lisandro Penelas, (II)

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El Tipo de

 Lisandro Penelas

Lita Llagostera

Un espectáculo impacta, verdad de Perogrullo, por lo que pasa en la escena. Y cuando la propuesta es dinámica, y paulatinamente  disemina  situaciones y las enlaza con pausas certeras,  el espectador agudiza su escucha. Esto sucede en el Unipersonal “El tipo “.

 Desafío para  un público atento y pregnante dispuesto a  aceptar signos y símbolos detrás de cada gesto, de cada impase, de cada rictus de la boca, de cada postura corporal de ese Tipo particular.

 El personaje se va prefigurando y sus mundos empiezan a invadirnos, los vemos ahí. Lisandro los muestra, no dudamos que Sandrini, Robocop o Héctor  hablan, dialogan, se mueven tal cual los recrea el “Tipo “.  

En ese particular mundo de contrastes, por momentos siniestro, se mueve El tipo. Tipo que carga en su mochila la virtud, según como se mire,  o el defecto para  otros de  darse el permiso de imaginar; alguien  que puede soñar, desear o inventar otros mundos que los otros no pueden o no quieren  decodificar.

¿De dónde viene este Tipo? De sentencias, imposible de no considerar definitorias, sin grises posibles que le llegan del recuerdo de las palabras de su abuela.

 Así  dichos y palabras irán moldeando su personalidad: sensible y a la vez imprevisible para con su trato hacia los demás.

¿Por qué El Tipo y no Pedro, o Juan? Acertado el título,  un tipo es también un hombre al que se lo nombra despectivamente. Así lo ven  sus colegas.

Lisandro Pénelas presenta su personaje a través de parlamentos  que sintetizan una infinidad de significados: breves, concisos acentuados desde lo gestual. La economía de  palabras  se completa con recursos actorales al subrayar la intención del mensaje en cada postura, en cada revoleo de sus ojos hacia lo oblicuo, en cada movimiento de sus manos que buscan expresar algo más de lo que dice.

Ese puente entre palabra y gesto termina de dibujar ante el espectador el mundo del Tipo.

El personaje instala en la escena a sus oponentes ocasionales – (en todos los casos) y en ese diálogo los tonos de las voces, las posibles ubicaciones espaciales de los mismos se tornan verosímiles. Vemos a Ella, sus miedos, sus prejuicios, a la abuela en su poltrona de matrona, a sus compañeros, todo se ve, aunque no estén presentes.  

La dirección del espectáculo de Ana Scannapieco  contribuye a dinamizar la historia, cada espacio está al servicio del relato, nada es casual, lo simbólico que aparece en la palabra y los gestos del actor se potencian en la diagramación del escenario, de las pausas, de la acertada utilización de cada uno de los lenguajes del espectáculo.  Acertada la elección sonora, el vestuario y la iluminación; estos lenguajes potencian  los significados y subrayan, sutilmente, la complejidad de cada instante.

Cierro con este comentario: por tratarse de un espectáculo al que auguro largo transcurrir   en la escena obvio referirme al “cuento” que se “cuenta” y al sorpresivo final de la historia.

Una propuesta de excelencia.

Autor: Lisandro Penelas. Intérprete: Lisandro Penelas. Dirección: Ana Scannapieco. Asistente de dirección, fotografía y diseño gráfico: María Laura Tavacca. Diseño lumínico: Soledad Ianni. Diseño de escenografía y vestuario: José Escobar. Prensa y difusión: Carolina Alfonso. Producción ejecutiva: Lucía Márquez. Estreno: 7 de mayo 2022. Funciones: sábados 20 hs. Duración: 50 minutos.

«600 caballos de fuerza» de Paola Traczuk

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“600 caballos de fuerza” de

Paola Traczuk

Una aventura que dispara hacia el destino.

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Una puesta en escena más allá de un texto soporte, que a veces puede no existir, es también la elección de una poética. Una manera de decir, coincidente o no con ese texto, de igual o diferente punto de vista. La que lleva adelante la dramaturga Paola Traczuk sobre su propio texto, es la elección de un relato, que es una road- movie, de una forma que sintetiza la textualidad a las acciones que van llevando a los personajes a un desenlace que presentimos desde el comienzo. En un espacio delimitado por focos de luz, y en cuyo centro hay un artefacto metálico que representa el camión; vehículo que las dos hermanas conducen hacia un destino iniciado por una paternidad que como legado les deja, una forma de vida en la marginalidad de la ley, en el contacto con seres desangelados, que viven en los márgenes de la sociedad, en un mundo propio, construido con el ejercicio de la violencia.

Una anécdota que roza la realidad, sin profundizar sus causas, que tienes aristas ciertas, pero que a partir de allí construye una ficción donde se mezcla el robo, la ideología, el nazismo, y protagonistas de un intercambio de piezas de gran valor, que tienen tras de sí, una negra historia. La disposición espacial, hace que los personajes aguarden en el fondo de escena su participación, hasta que la introducción musical cese, y se adelanten a un proscenio figurado, donde la sombra de un padre, su imagen fantasmal nos introduzca en una historia donde las dos  hermanas, sus hijas, irán desarrollando un relato que se entreteje en la urdimbre del intercambio con los distintos protagonistas, en los diferentes momentos que transcurren en ese viaje epifánico. El vestuario, y el habla neutra nos hace introducirnos en la poética del video – clip, en una puesta que escapa al realismo, para jugar con otros procedimientos, como el diálogo entre los vivos y los muertos, o la mención al camino, la triple frontera, allí donde se cruzan las identidades, y donde todo es relativo y posible.

Las buenas actuaciones,  donde se destaca el trío formado, por el padre y sus dos hijas, y el personaje de “Catita” el dueño de la posada,  trabajan desde el planteo de la bizarría, rompen con la cuarta pared a través de la mirada, posible ante el acercamiento que promete la disposición espacial. Todos y cada uno componen un personaje que transita no lo real concreto, sino el imaginario que sobre ellos tenemos presente, desde el relato de aventuras, o desde el lenguaje cinematográfico. Una puesta que presumo entusiasmará a un espectador joven, que ve en escena, la poética que acostumbra a ver desde otros soportes no teatrales y que es desplegada con acierto. Los cultores del realismo – naturalismo no se hallarán cómodos con la propuesta.

Ficha técnica: “600 caballos de fuerza” de Paola Traczuk. Actúan: Ana Celentano, Emiliano Figueredo, Aldana Illán, Víctor Labra, Ariel Pérez De María, Gervasio Usej. Diseño de vestuario: Ana Volonté. Diseño de escenografía: Gustavo Bujan, Lula Rojo. Diseño de luces: Gonzalo Córdova. Diseño de sonido: Santiago Villalba. Asistente de dirección: Manón Minetti. Prensa: Marcos Mutuverría. Producción ejecutiva: Ezequiel Paredes. Producción General: Esteban Parola. Colaboración artística: Paola Traczuk. Diseño de movimientos: Marta Salinas. Dirección de actores y dirección general: Monina Bonelli. Duración: 60 minutos. Centro Cultural 25 de Mayo.

«La Meca»de Mariana «Cumbi» Bustinza

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“La Meca” de

Mariana Cumbi Bustinza

Ascenso y descenso de Milton Alí

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

La Meca es un boliche donde se escucha y se baila cumbia, donde Milton canta para su público; pero La Meca es también un lugar religioso de llegada a un momento de alta mística, y el nombre tiene que ver con su ascendencia, es legado. Así, entre el cielo y el infierno teniendo a La Meca como su buscado destino, el personaje nos narra, entre relato y canciones, un momento de su vida, el de la pérdida, “la cagué” comenzará diciendo sentado contra una pared, luego de moverse por la escena como un tigre enjaulado, cargado de una ansiedad agravada por la abstinencia. En el espacio escénico, una mesa cargada de botellas y restos de cocaína hacia la derecha del espectador, contrasta con un escenario de luces y un micrófono donde se inicia el camino de fama y gloria de Milton; a nuestra izquierda un guitarrista en escena hará aún más verosímil el relato.

Mariana Cumbi Bustinza, una vez más, nos introduce en un mundo que convive al lado nuestro pero que no queremos ver ni comprender, mucho menos aceptar, nuestra responsabilidad como sociedad. Es como una perla negra dentro del sistema teatral actual, ya que no es habitual que el conurbano bonaerense asome con su dura problemática en los escenarios porteños; que por el contrario están abordados por la clase media, desde la clase media, característica que se mantiene desde los años ’60 del pasado siglo. Pero como dice la canción del Nano Serrat, el sur también existe, y sin ir tan lejos, el sur de la propia CABA es un mundo diferente dentro del mismo espacio.

La problemática social, desamparo y droga, y la esperanza de poder salir a través de la música, es una constante realidad, que tiene a la cumbia como una de sus manifestaciones, otras son el RAP, el TRAP, o el HIP-HOP. El arte como sublimación de una clase social con menos oportunidades que el resto, apresada entre el racismo y la discriminación, bajo la mirada descriptiva del prejuicio. Esas son las temáticas que desde “Menea para mí” la dramaturga aborda para la inclusión de personajes off –side del circuito. En esta oportunidad ella es Milton, además de ser la dramaturga de la pieza, y compartir la dirección de la puesta con Huilen Medina Senn; de esta manera, construye su personaje con una precisión excelente, ella es el personaje sin fisuras, desde afuera en su vestuario, posición corporal, voz, movimientos coreográficos; pero lo es también, en lo que transmite de esa subjetividad quebrada en escena, que sabe que está en un pendiente peligrosa pero siente que no tiene herramientas para salir adelante.

Ficha técnica: “La Meca” de Mariana Cumbi Bustinza. Intérprete: Mariana Cumbi Bustinza. Dirección: Huilen Medina Senn, Mariana Cumbi Bustinza. Música original: Facundo Salas. Diseño de sonido: Mostri Estudio. Música en sala: Facundo Salas. Escenografía: Agustín Leonardo Addesso. Diseño de iluminación: Tony Capelli. Visuales y diseño gráfico: ADDXSSO. Cámara: Nicolás Gorla. Vestuario: Mariana Bustinza. Couch coreográfico: Lucía Manzo. Operador de sonido: Francisco Cañadas. Redes y contenido: Ornella Fazio. PH: Santos Loza. Prensa: Carolina Alfonso. Teatro: El Extranjero. Duración: 60 minutos.

«Der Kleine Fuhrer» de Eugenio Soto

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“Der Kleine Führer” de

Eugenio Soto

Cualquier coincidencia con la realidad, no es culpa de la teatralidad.

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

En un espacio subterráneo un grupo de actores, que nos reciben en la puerta del edificio nos invitan a participar de un evento teatral que guarda similitudes con el café Berlinés de la Alemania de los años veinte del siglo pasado. En ese tiempo y ese lugar la sociedad toda construyó por acción u omisión el huevo de la serpiente que daría como resultado la creación del monstruo: Adolf Hitler. Casi ochenta años después, en los sótanos de una empresa, la Bayer, de infame historia en común con el nazismo, a través de un experimento, mediante el poder, el dinero y la ciencia, se unen para construir ante los ojos azorados de dos payasos, un nuevo individuo capaz de levantar con su discurso a las masas, apelando a su angustia y a las experiencias fallidas que han llevado al planeta, ya no un país, el planeta a un estado agónico.

La violencia que se extiende de una jerarquía a la otra, la nostalgia de una guerra perdida y la ausencia de un padre, la perversidad como método de dominación, la construcción de una verdad que no es más que una mentira disfrazada, como el origen de los payasos, que fingen ser alemanes pero no lo son, o como Albornoz que cambia su identidad por Bayer; quienes conforman una troupe donde la teatralidad atraviesa el relato y logra la metáfora de un presente, tan oscuro, tan turbio, de pronóstico tan temible como entonces. A pesar de eso, brota la risa, porque el uso del malentendido, la sorpresa y el susto en los personajes ajenos a lo que sucede, la exageración a propósito de algunos gestos parodiados, provocan el humor, el necesario para que podamos darnos respiro a la catarata de verdades que nos caen desde la escena.

Porque en una primera lectura podríamos pensar que lo que vemos es una parodia sobre el nazismo, y la persistencia de sus ideas, en un lugar inimaginado, a cuadras de Tribunales y la plaza Lavalle, donde la gente desprejuiciada y desprevenidamente toma sol al mediodía, entre turno y turno de trabajo. Sin embargo, en una segunda lectura, la parodia se transforma en una sátira cruel sobre el presente de nuestra sociedad, pero no sólo de la nuestra; el avance de la derecha y del fascismo es un real concreto en el mundo entero. Es entonces una propuesta que construyendo una poética a partir de una semántica que va y viene entre el pasado y el presente, consigue con muy buenas herramientas, advertir desde la teatralidad, desde la construcción teatral, la ficción que nos rodea. Circo, varieté, café Berlinés, un uso funcional y efectivo del espacio escénico, construido como la arena de un pequeño circo, donde las acciones se desarrollan, la sorpresa del final en la figura de ese niño monstruoso nacido de un experimento. La ciencia provocando con su intervención la aceleración de un proceso natural, nadie nace monstruoso, pero el pequeño fuhrer ya lo es desde el principio, ayudado por una vacuna que le hará viable respirar nuestro mismo aire. Toda una metáfora si las hay.

Una muy buena escenografía, en colores que resaltan los de la temida bandera, con un vestuario que marca las diferencias, entre la luz y la oscuridad, clara para los payasos, negra para los conspiradores, y una iluminación que van introduciendo los momentos en esa pista de circo, donde también en un efecto metateatral todo es una puesta en escena. Las actuaciones son muy buenas, convincentes, conforman sus personajes a través del estereotipo con acierto, para dejar claro un mensaje, el del niño nacido en un laboratorio, que es la sociedad toda con su individualismo e indiferencia. Una puesta necesaria para pensar, mucho.

Ficha técnica: “Der Kleine Fuhrer” de Eugenio Soto. Actúan: Pedro León Alonso, Lucas Delgado, Jazmín Diz, Karen Hawryliszyn, Vladimir Klink, Julia Pérez Ortego, Darío Pianelli. Asistente de dirección: Mora Grinblat Seldes, Micaela Alonso. Diseño lumínico: Aquiles Gotelli. Diseño de espacio escénico, realización escenográfica y de objetos: Félix Padrón. Diseño de vestuario: Silvia Luzuriaga. Fotografía y Video: Selene Scarpiello, Gabriel Riesco. Peluquería teatral: Soraya Ceccherelli. Entrenamiento vocal: Mara Ferrari. Diseño gráfico y audiovisual: Julia Pérez Ortego, Pedro León Alonso. Diseño sonoro: Pedro León Alonso. Dirección: Eugenio Soto. Sala de Máquinas. Duración: 90 minutos.

«Construcción poética de un recuerdo» a Silvia Filler de Manuel Santos Iñurrieta

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“Construcción Poética de un recuerdo”, a Silvia Filler de

Manuel Santos Iñurrieta

La revolución también se hace con alegría.

“(…) Silvia, un nombre como tantos, dieciocho años, dos balazos en la cabeza, también entre las mujercitas enloquecidas de luna llena y bailes de carnaval, habría habido alguna Silvia, (…) Silvia, dame la mano, Silvia, no me dejés sola, (…)” (Julio Cortázar, “El libro de Manuel”)

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

La arquitectura como destino, como deseo, como herramienta para el cambio social, son los setenta, y el conocimiento implica un compromiso, el de darse cuenta de la desigualdad de una sociedad y ponerse a la tarea, cada uno desde su lugar, de que la misma desaparezca. Son jóvenes, mucho, y están llenos de vida, toda. Por eso ríen, y cantan, y bailan, mientras sueñan con un mundo mejor. Son mujeres, que además desean y entre discurso y discurso, entre el deber está también el amor y la belleza porque todo es bello y prometedor, a pesar de la policía dentro y fuera de las facultades, en los bares, de uniforme o de civil, y sus cómplices de traje, fuera y dentro de las facultades, esgrimiendo el poder de un cargo, que no se reconoce, sino que se discute, y eso en una sociedad autoritaria, es un crimen.

Manuel Santos Iñurrieta y Mariana García, construyen una poética donde el relato se teje entre el pasado y la memoria, mientras los nombres del presente se dejan caer entre un humor cargado de ironía, para avisarnos, para que no nos distraigamos con espejitos de colores y discusiones espurias, y pensemos que estar alerta y tener nuestros recuerdos despiertos y atentos nos puede ayudar a no repetir errores, a no dejarnos llevar por una sociedad resignada que se olvida del dolor de sus propias luchas. Y lo hacen sin solemnidad, sino por el contrario, apelando a la fe de aquellos tiempos, para que no decaiga el ánimo, la revolución también se hace con alegría; y además porque no es un secreto que al fascismo le encanta la depresión y la muerte, porque es su territorio, hoy como ayer. “Muera la inteligencia y viva la muerte” le gritaron en la cara a un confuso Unamuno.

Dos personajes, Silvia, y el contrapeso de un ser clownesco, que mantienen la dialéctica de los discursos, en un espacio que tiene a fondo un pizarrón donde la ciudad aparece dibujada, mientras un atril de dibujo recorre la escena a medida de la necesidad de la narración. Un texto de intensidad histórica y teatral donde se mezcla el barroco español, su siglo de oro, Calderón y Lope, como dos significantes poderosos, soñar y vivir, y viceversa, y la lucha social de Fuenteovejuna, todo condimentado con la música liviana de la época, el mar y la pasión. Ambos nos hacen pensar, reír y nos conmueven, y a los que tenemos la misma edad que Silvia tendría hoy, nos lleva a un viaje hacia nosotros mismos, sin escalas. Porque los detalles para la reconstrucción están cuidados, desde el vestuario, el maquillaje, la música y las maneras, y esa centralidad a codazos que las mujeres se hicieron dentro de una escena socio- política cargada de significado.

“Construcción poética de un recuerdo” dedicada a Silvia Filler, quiero destacar que en esta primera puesta los familiares de Silvia estaban en la sala, tiene no sólo una textualidad de una fuerza verbal arrolladora, sino que cuenta con dos intérpretes a la altura de la intensidad del texto, que llevan con talento su desarrollo, y nos dejan con la necesidad de seguir escuchándolos, por el juego sonoro que proponen, que se sostiene desde la musicalidad de las palabras. Teatro puro teatro, pero no juego quimérico de entretenimiento y magia, sino poética de la memoria, para construir una alquimia, la del recuerdo imperioso sobre un pasado que nunca acaba, y cuya sombra se extiende sobre nuestro presente, como una tormenta en el mar.

Bibliografía:

Cortázar, Julio, 2004. “El Libro de Manuel”. Buenos Aires: Editorial: Punto de Lectura.

Ficha técnica: “Construcción poética de un recuerdo” a Silvia Filler de Manuel Santos Iñurrieta. Actuán: Marina García, Manuel Santos Iñurrieta. Vestuario: Marina García, Lucía Salatino. Escenografía: Diego Maroevic. Iluminación: Horacio Novelle. Música original: José María Migliori. Fotografía: Agustina Haurigot. Comunicación Visual: Centro Cultural de la Cooperación, Claudio Medín. Diseño gráfico: María Eugenia Summa. Producción: Los Internacionales Teatro Ensamble. Dirección: Manuel Santos Iñurrieta. Duración: 60 minutos. Centro Cultural de la Cooperación.

«Mary para Mary» de Paloma Pedrero sobre Mary Wollstonecraft

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“Mary Para Mary” de

Paloma Pedrero

La fuerza de un legado

“Las mujeres solo deben doblegarse a la autoridad de la razón, en lugar de ser las modestas esclavas de la opinión”. “La debilidad, la inocencia que tanto se predica del bello sexo, no es más que una forma cortés e interesada de llamar a la ignorancia.” (Mary Wollstonecraft)

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

El espacio, una habitación  en rojo y un gran ventanal, con libros y un pequeño escritorio, a la izquierda; a la derecha, una cuna en silencio, y más libros, muchos como linternas por el suelo, para iluminar no sólo la sala sino las mentes, sobre todo de las mujeres, que vivían en un siglo donde las acunaba la ignorancia como una virtud. En penumbras, la mujer se sienta con dificultad ante la mesa donde prepara una conferencia, donde piensa en el final de una novela, aturdida por la fiebre, vigilante de la cuna, necesitada de hablar, y de tener un público que la escuche, que por fin despierte de ese sueño peligroso en el que unos y otros están envueltos.

Tiembla, tiene frío, está enferma, de cuerpo y alma y su mal es consecuencia en ambos casos de la ignorancia. Su cuerpo acaba de dar a luz a una niña, pero la medicina no respeta rangos de vida y muerte y las bacterias encuentran en el olvido un terreno propicio para anidar en los úteros. Va a morir. Pero antes necesita el cálido refugio de ser oída y además dejarle a su hija un legado, el único válido, la libertad de pensamiento. Esa hija que será inclusive más famosa que su revolucionaria madre: feminista, escritora, oradora, en un mundo donde todo eso es considerado reino de la masculinidad. Porque la pequeña que duerme mientras escucha entre sueños la voz de su madre, será la autora de “Frankestein” entre otras obras, y tendrá en el campo cultural una vida igual de intensa.

La actriz, Eleonora Wexler, le pone cuerpo y alma al personaje que discurre en escena entre las palpitaciones de un corazón que va a detenerse pronto. Tiene una actuación cálida y visceral, que interpela al espectador, y le pide inclusive rompiendo la cuarta pared que la aplauda, como quien pide un abrazo mayúsculo, necesario para seguir un poco más en este mundo irracional que no la comprende. Qué pensaría si nos viera a las mujeres de hoy de su lucha, cuánto le debemos las mujeres hoy a ella y a otras anónimas, que abrieron un camino en la espesura de la noche negra de la invisibilidad. Porque ser mujer en el siglo XVIII, no era fácil, nunca lo es, si consideramos que el planeta todo, guarda en sí muchos mundos diferentes.

La actriz desde su talento y su sensibilidad le da carnadura a un texto fragmentado, que no termina nunca de enunciar del todo cuál es su propósito, que se repite, pero que ella logra que vaya construyendo sentido a partir no de la palabra sino de la gestualidad y la postura corporal. De esta manera, logra una puesta intensa, dura, que nos habla a las mujeres y a los hombres de la platea, para que tomemos conciencia de sus dificultades, grano de arena en un universo cargado de ellas. De la romantización de la maternidad, a su especificidad de peligro de lucha contra la naturaleza, que nos hizo débiles físicamente, ¿de verdad?, y nos obliga a parir un ser desde un canal tan estrecho, y en la posición equivocada; desde allí, el personaje, surge para parirse a sí misma desde un cerebro que se niega al silencio impuesto.

No acostumbro a hacerlo pero le voy a sumar a la crítica un resumen de frases que Mary Wollstonecraft, dejó a la humanidad toda como herencia. Porque su recuerdo se lo merece, y porque la actriz dentro de su personaje, también. Una puesta teatral que más allá de las virtudes estéticas que podamos encontrarle, es un reconocimiento a quienes nos precedieron en una lucha contra el oscurantismo que nos asola aún hoy. Que hiere, pero ilumina, y nos abre al conocimiento como Mary hubiera querido.

Ficha técnica: “Mary para Mary” de Paloma Pedrero. Intérprete: Eleonora Wexler. Diseño de escenografía y vestuario: Micaela Sleigh. Realización de vestuario: Paloma Vieytes. Realización de calzado: José Romero. Diseño de iluminación: Daniela García Dorato. Música original: Mirko Mescia. Fotografía: Alejandra López. Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Prensa y comunicación: Mutuverría PR. Producción ejecutiva: Nicolás Asprella. Producción general: Iván Javier Flores. Asistencia de dirección y violines: Claudia Díaz. Puesta en escena y dirección: Marcelo Moncarz. Teatro: El Picadero.

PD:

Frases de ‘Vindicaciones de los derechos de la mujer’de Mary Wollstonecraft (1759- 1797) feminista inglesa.


“El uso adecuado de la razón es lo único que nos hace independientes de todo, excepto de la misma razón despejada, a cuyo servicio está la libertad perfecta”.

“Las desigualdades entre los hombres y las mujeres son tan arbitrarias como las referidas al rango, la clase o los privilegios; todas aquellas que el racionalismo ilustrado había criticado e identificado”.

Es tiempo de efectuar una revolución en los modales de las mujeres, tiempo de devolverles su dignidad perdida y hacer que, como parte de la especie humana, trabajen para reformar el mundo, mediante su propio cambio”.

.»Como desde la infancia se les enseña que la belleza es el cetro de la mujer, la mente se adapta al cuerpo y, vagando por su jaula dorada, solo busca adorar su prisión».

 «Lamento que las mujeres sean sistemáticamente degradadas al recibir las atenciones insignificantes que los hombres consideran varonil otorgar al sexo, cuando en realidad apoyan insultantemente su propia superioridad».


“Las mujeres solo deben doblegarse a la autoridad de la razón, en lugar de ser las modestas esclavas de la opinión”.

“La debilidad, la inocencia que tanto se predica del bello sexo, no es más que una forma cortés e interesada de llamar a la ignorancia”.

“Que mi propio sexo me disculpe si trato a las mujeres como criaturas racionales en vez de hacer gala de sus gracias fascinantes y considerarlas como si se encontraran en un estado de infancia perpetua, incapaces de valerse por sí solas”

.»Yo sinceramente deseo señalar en qué consiste la verdadera dignidad y la felicidad humana. Deseo persuadir a las mujeres para que se esfuercen en adquirir fortaleza, tanto en su mente como en su cuerpo, y convencerlas de que las frases suaves, la susceptibilidad del corazón, la delicadeza de sentimiento y el refinamiento del gusto son casi sinónimos con epítetos de debilidad, y que esos comportamientos son sólo objeto de lástima».

“El matrimonio nunca se conservará como algo sagrado hasta que las mujeres, al ser criadas con los hombres, estén preparadas para ser sus compañeras en lugar de sus concubinas”.


«…una niña a quien no se le haya apagado el espíritu por la inactividad o se le haya teñido la inocencia con la falsa vergüenza siempre será traviesa…»

.»El amor, por su propia naturaleza, debe ser transitorio. Buscar un secreto que lo haga constante sería una tarea tan extravagante como la búsqueda de la piedra filosofal o la gran panacea; y su descubrimiento sería igualmente inútil, o más bien pernicioso, para la humanidad». 

«El galardón más sagrado de la sociedad es la amistad».

“Hagamos a las mujeres criaturas racionales y ciudadanas libres, y rápidamente se volverán buenas esposas y madres, esto es, si los hombres no descuidan los deberes de maridos y padres”.

«Julia, Laberinto de Memorias» de Fernando Alegre.

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“Julia, Laberinto de Memorias” de

Fernando Alegre.

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

La sala del Teatro Payró nos recibe para que Stella Matute nos interpele con una textualidad dura y cruel a la vez que poética en su vuelo. Lo hace en un espacio que desde que nos recibe se siente su carga de sentido, no sólo en la presencia de los objetos, sino en la densidad de un estado de expectación, ante la ausencia de Julia, la narradora que nos iniciará en el camino de una historia, su historia, para que seamos testigos de un dolor, su dolor de niña –mujer que no puede, a pesar de los años, borrar las huellas de la violencia sufrida.

La violencia que surge en el lugar exacto del cuidado, donde todo parece proponer protección y resguardo, allí el juego se transforma en trampa, y la niña se esconde para no ser encontrada en un doble salto hacia la asfixia, la física debajo de la ropa que la oculta, la que le provoca la mano adulta que la atrapa. La actriz logra en su monólogo todos los matices posibles que surgen de las palabras, y más. Los recursos son extendidos en el espacio, y la coreografía de su cuerpo y el dibujo del relato a partir de su voz, tejen una urdimbre, la de la necesidad de huir, entre juegos de piratas y barcos cargados de libertad.

Todos los elementos que habitan el espacio guardan un sentido, en una atemporalidad buscada, para que el relato sea a la vez símbolo. Mientras el sonido va enlazando el clima que callan las palabras y acentúa la atmósfera de tiempo detenido; el de la memoria que reclama su presente, el de las heridas que buscan en el presente su momento de cura, de reparación. Stella Matute realiza una excelente performance en escena, en la utilización de los objetos, en la construcción de mundo, desplazándose por el espacio delineado por el director y cuyo mapa de recorrido diseñó Mecha Fernández, desdoblándose de niña a mujer, apelando a la empatía del espectador, a la complicidad de su comprensión. Un texto y una actriz que sabe cómo extraer de sus palabras, la fuerza del personaje, su lucha, la búsqueda de su eterna razón de ser.

Ficha técnica: “Julia, laberinto de memorias” de Fernando Alegre. Actúa: Stella Matute. Coreografía: Mecha Fernández. Iluminación y Escenografía: Fernando Alegre, Eduardo “Pacha” Paglieri. Dramaturgia sonora: Manuel Pérez Vizan. Diseño y realización de muñecos: Ariel Muñoz- “Aya Arte y Acción”. Vestuario: Cristina “Titi” Suárez. Entrenamiento vocal: Verónica Benavente. Fotos y videos: Fernando Musante. Producción ejecutiva: @J&R Producciones- Asistencia de dirección: Eduardo “Pacha” Paglieri. Dirección: Fernando Alegre. Teatro Payró.

«La noche se está muriendo» de Martín Ortiz

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“La noche se está muriendo” de

Martín Ortiz

Luego del grito como estandarte de la Falange española de: «Viva la muerte», cabe preguntarse si el odio que sentían por el poeta no era otra cosa, que su permanente capacidad de jugar, y de buscar la alegría. Pero el recuerdo del poeta y la actriz son eternos.

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Martín Ortiz, construye en “La noche se está muriendo” una textualidad que nace en el diálogo entre dos amigos del alma, Margarita Xirgu y Federico García Lorca, en una noche donde la primera estrena por fin, para el mundo, la última pieza del autor granadino, “La casa de Bernarda Alba”. Una noche de fiesta en la Buenos Aires teatral, donde los aplausos cierran el final y resuenan en el camarín de la actriz. Allí la espera, como una brisa del pasado, el fantasma de Federico, que nos muestra a nosotros espectadores, testigos del acontecimiento, una faceta íntima de sí mismo, y de sus relaciones con el campo cultural de la época. Ambos tendrán ese abrazo deseado pero imposible, que se reconstruirá en los recuerdos de sus vidas, y en los personajes con los que jugarán a ser y no ser otros.

Un Mario Petrosini lorquisimo, no sólo en su apariencia física, en el virtuosismo del vestuario, sino en las expresiones y posturas corporales, en la picardía de sus miradas, en los retruécanos de los diálogos; en la sencilla sinceridad de sus sentimientos expuestos sin pudor. Un trabajo que nos cumple la fantasía de tenerlo cerca, aunque sea una vez. Del mismo modo, Lorena Szekely, nos ofrece a una Margarita Xirgu que no puede olvidar ni al poeta ni a su obra, que juega con él a teatralizarlas entre las cuatro paredes del camarín, entre emocionada y alegre, que se confiesa recordando a la España dividida entre la libertad y el horror. Nueve años han pasado del fusilamiento de su amigo, pero la bala que lo mató, la hirió para siempre, la marcó en el recuerdo eterno de aquél que se multiplicó recorriendo el mundo de la mano de sus eternos personajes, y de los lugares que lo marcaron desde la niñez.

La textualidad dramática que conforma la puesta, en su estructura, permite la inserción de fragmentos de las dos etapas diferenciadas de su poética: la más castiza, arraigada a la tierra y a los paisajes de una Andalucía, tradicional y atada a los deberes y mandatos de una sociedad cerrada, que produce en algunos de sus miembros, una sensación de ahogo y claustrofobia, que hacen que la partida, sea inevitable; “Yerma”, “Doña Rosita la Soltera”;  la otra, la atravesada por el encuentro de Lorca con Dalí  y Buñuel en la Residencia de Madrid, la guarida preferida de la Generación del 27, la que hará posible la escritura de sus obras más complejas, de difícil realización: “El Público”, “Así que pasen cinco años”; que hará que el vate del Romancero Gitano, pase a ser el “Poeta en New York”,  y a escribir la “Oda a Walt Whitman.”. Puesta en abismo de un juego, donde la solemnidad pierde su armadura,  para que surja el fuego de una subjetividad que se funde en la otra, fuera de la dimensión humana. En un espacio escénico que recrea la intimidad del camarín, y que va construyendo sentido a partir de la música y de un vestuario elegido con precisión estética.

Todo en ese encuentro es tan irreal como cierto, tan real como imposible, y a la vez para el personaje de la Xirgu, tan absolutamente necesario, – ¿por qué, quién desnuda el alma de quién en esa noche?-,  para compartir con el amigo el aplauso que obtuvo el drama de su Bernarda, la que rescató de las garras del fascismo; y en esa relación todo conjuga, atravesando los cuerpos en escena, para que no dudemos que lo inverosímil puede ser verdadero. Una puesta de una dulce intensidad, donde la ternura del recuerdo se envuelve con el dolor de la ausencia, con dos actuaciones a puro talento que construyen a los personajes con excelencia, mientras la teatralidad se funde con la memoria, y las criaturas que surgen de las páginas de las obras de Lorca, renacen en esa noche especial, donde la realidad, la emoción, y el recuerdo se cruzan en un diálogo íntimo, que nos propone asistir a un Lorca y a una Xirgu lejos de las luces de la fama y el reconocimiento histórico, para hacerlos jugar, parafraseando al Nano,  al juego que mejor saben y más les gusta, el teatro, pero sin solemnidad y sin prejuicios.

Ficha Técnica: “La noche se está muriendo” de Martín Ortiz. Actúan: Lorena Szekely, Mario Petrosini. Escenografía y vestuario: Jorgelina Herrero Pons (ADEA) Diseño de iluminación: Eduardo Safigueroa (ADEA) Diseño Sonoro: Hernán Fernández. Diseño gráfico: Alicia Galvele. Co – Producción: Teatro El Crisol. Dirección de Actores: Martín Ortiz. Dirección General: Jorgelina Herrero Pons y Martín Ortiz. Teatro: El Crisol.

«Tierra del Fuego» de Mario Diament

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“Tierra del Fuego” de

Mario Diament

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Tierra del Fuego es el lugar de la utopía, del deseo, es también la tierra disputada por Israel y Palestina, una tierra sin descanso donde el fuego de las balas es la constante del día a día, y es también un espacio – temporal donde otra forma de resolver las diferencias puede ser posible. Mario Diament escribe un texto dramático a partir de un hecho real ocurrido en 1978, pero de lo que le interesa hablar es de las consecuencias de ese acto cargado de violencia, del origen de la misma, y de la posibilidad de que la palabra y la comprensión sustituya a las bombas.

Las víctimas de ayer, son los victimarios de hoy, y las causas difieren sólo en apariencia. La lucha por la pertenencia a un espacio – territorio, es algo más que el estar en un lugar, es sobre todo, cultura e identidad. Estar y ser se confunden en un solo acto, entonces el otro pasa a ser el enemigo, aquel que nos despoja, o aquel a quien hay que despojar. “Nosotros y ustedes” dirá el personaje, y en esa ecuación la muerte juega su ronda de dolor y desaparición.

El convidado ausente es el que promueve el desencuentro en las sombras, el que necesita que este suceda, en Palestina, o en tantos otros lugares de la tierra. El presente y el pasado tejen su tela y en cada recodo del tiempo crece un conflicto: hoy Ucrania, Libia, Yemen y Palestina un enfrentamiento que no cesa. La puesta se estrena hace casi ya diez años, y ha recibido muchos premios, y el reconocimiento del público que asiste a la escena de un conflicto ético de proporciones bíblicas.

 Una mujer azafata israelí, es herida y pierde a su amiga en un atentado terrorista, uno de los ejecutores está preso hace veintidós años en una cárcel de Londres, y ella luego de tener una extensa militancia por la paz de ambos pueblos, escribe una carta para poder tener una entrevista con aquél hombre. Ese es el nudo central del  conflicto, pero desde allí, las miradas se bifurcan en los otros personajes que van leyendo la situación desde un punto de vista diferente: el esposo, la madre de la amiga muerta, el padre, el abogado del terrorista preso, y el propio terrorista que va dejando caer en cada diálogo la otra cara de la moneda. Todos y cada uno van componiendo un panorama sobre los acontecimientos, y estos se pueden leer desde enfoques diferentes, como afirme antes, el gran ausente es el poder que mueve, como a peones, las pasiones de los contendientes para su propio provecho.

La puesta dirigida por Daniel Marcove guarda fidelidad al texto, que es el soporte principal del trabajo; en un espacio donde el centro es la sala de visitas de la cárcel, con una luz que aparece a través de una pequeña ventana; allí se llevan adelante los diálogos de los dos personajes centrales. Alrededor simples sillas que se iluminarán a la vez que el personaje que las habita, serán espacios construidos desde la palabra.

 Las actuaciones son muy buenas, capaces de hacernos sentir los miedos, las ansiedades, el desconsuelo, y la resignación, de los protagonistas de los hechos del pasado, y de las consecuencias de los presentes. Alejandra Darín y Carlo Argento, como sujetos principales les dan a sus personajes, la fuerza y la sutileza necesaria, para ese diálogo que los enfrenta luego de veintidós años.  Una obra pensada para que desde el choque de realidades podamos reflexionar sobre el concepto de verdad, y en los conflictos éticos, a los que deberíamos estar atentos, antes de sacar precipitadas conclusiones.

Ficha técnica: “Tierra del Fuego” de Mario Diament. Actúan: Alejandra Darín, Carlo Argento, Ricardo Merkin, Juan Manuel Correa, Elena Petraglia, Alejo Mango. Escenografía: Tito Egurza. Diseño de luces: Miguel Morales. Música original: Sergio Vainikoff, Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Fotografía: Gianni Mestichelli. Asistente de producción: Alberto Teper, Verónica Bassus. Asistencia de dirección: Ana López. Dirección: Daniel Veronese. Prensa: Marcos Muturruvía. Metropolitan Sura. Duración: 100 minutos.

«La Madonnita» de Mauricio Kartun

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“La Madonnita” de

Mauricio Kartun

Una Madonna muy especial

Mariángeles Sanz

sanz897@yahoo.com

“La Madonnita” es la textualidad que le dio a su autor Mauricio Kartun la posibilidad de una relación diferente entre la dramaturgia y la puesta en escena, fue su primer trabajo de dirección. En esta oportunidad, la obra está bajo la mirada atenta de la directora, Malena Miramontes Boim, y digo atenta, porque en escena los personajes masculinos, que son los que llevan la voz de las situaciones, los que tienen como objeto de deseo a la Madonnita, guardan en su postura, su gestualidad y sus maneras esa tensión que el machismo pone en los cuerpos masculinos, cuando como en una arena de riña de gallos, se disputan el triunfo, la pertenencia del cuerpo territorio femenino. Ambos en ese espacio del taller fotográfico, bien diseñado por la escenografía de Micaela Sleigh, llevan adelante un diálogo entre los pasos coreográficos necesarios, para el avance y el retroceso de la contienda, en ese juego donde la mujer está muda, sin serlo.

La violencia presente hasta en los silencios, el amor ausente hasta en la huida con el partenaire, resalta en todos los puntos convergentes de las palabras el submundo oscuro, y desamparado de las mujeres que engañadas de una u otra forma, son utilizadas como mercancía para el deseo insatisfecho de los otros, los hombres solos, que duermen en cama caliente sólo cuatro horas, que ganan lo que no les alcanza nada más que para sobrevivir, los que no tienen refugio en su casa, y que por millares llegaron a estas playas a comienzos del siglo XX, para hacerse la América. Víctimas y victimarios, son en general descendientes de esa inmigración gringa, como señalan sus apellidos, y la discriminatoria forma de mencionar a las mujeres de la trata: las polacas, las holandesas, las francesas. “Una francesa vale dos polacas”, era una frase común de la época.

Como del arte fotográfico se trata, además de cuidar las formas que construyen los personajes,  también del personaje femenino, en su estar y no estar al mismo tiempo, la dirección cuida las imágenes para que la belleza ante el horror de una vida sin futuro propio, pueda ser además fuente de goce estético. La imagen final de la Madonnita, cuando su silencio es profundo, es visualmente conmovedora. Un muy buen cierre para una puesta donde la palabra es el soporte mayor, con sus diálogos intensos y cargados de un cierto humor del autor. Un humor de época, donde la trata estaba permitida, dejó de ser legal recién en 1936, y donde la voz del diferente debía ser abolida, la de la mujer, la del amante negro.

Todo a partir de muy buenas actuaciones, que hacen resaltar la contienda entre el fluir de las palabras de los dos hombres y el silencio semántico cargado de temor y rencor de la mujer. El vestuario, la música y la iluminación tan mencionada por el fotógrafo, logran intensificar el ambiente, a llevarnos a ese pasado donde las fotos eran la manera más moderna de retener el tiempo, y a las personas en ese tiempo. Una puesta que a partir de las acciones de los personajes hace que la palabra de Kartun tome la espesura necesaria para poner en escena a sus criaturas.

Ficha técnica: “La Madonnita” de Mauricio Kartun. Elenco: Natalia Pascale, Rubén Parisi, Darío Serantes. Diseño de vestuario: Cecilia Gómez García. Diseño de escenografía: Micaela Sleigh. Música original: Matías De Stéfano Barbero. Diseño de iluminación: Javier Vázquez. Fotografía: Lucas Suryano. Diseño gráfico: Niko Fran. Asistencia de escenografía: Guadalupe Borrajo. Asistente de fotografía: Florencia Laval. Asistente de dirección: Vanina Cavallito. Prensa: Cecilia Gamboa. Dirección: Malena Miramontes Boim. Duración: 60 minutos. Ítaca Complejo Teatral.