Germán Cabanas a propósito de Persistencia (Más allá del Tiempo)
Una identidad propia y una forma de narrar visualmente poética
Azucena Ester Joffe
Germán Cabanas en un joven artista comprometido con el arte y con la vida. Dialogamos con él a propósito de su segunda obra en una calurosa tarde de diciembre. Persistencia (Más allá del Tiempo) con sólo dos funciones, a modo de preestreno en noviembre, colmó la sala de El Galpón de Guevara. Una experiencia sensorial distinta que, de manera inteligente, nos sumergió en una ficción atravesada por la inevitable cotidianidad de nuestra sociedad. Las potentes imágenes visuales son de una plasticidad poco habitual y dan cuenta de que se puede contar una historia más allá de la palabra.
¿Germán cómo surge Persistencia…?
Hay una búsqueda de cada uno en el trabajo que hacemos. Para mí esa búsqueda es de una identidad y de una manera de hacer las cosas, de contar lo que le pasa a todo el mundo. Persistencia… representa eso. Con las dos funciones sentí que estaba bastante afianzada esa identidad propia que va más allá del proyecto en sí. Es lo que trato de plasmar en lo artístico y también en los trabajos a nivel comercial. Que esa identidad esté siempre por algún lado, confiando puramente en el instinto cuando estoy construyendo.
Después lo que es la obra en sí surgió por dos cuestiones claves. Por un lado práctico, venía de hacer funciones de Vigilias de un desarraigo, en el Interior, y recién ahora creo que el ciclo creativo de este unipersonal se cerró. Por otro, hace años que trabajo con el coreógrafo francés Redha Benteifour, mi maestro, y la última vez realizamos un espectáculo en distintos lugares de Francia. Un trabajo físico muy intenso: ocho hombres en una escena despojada. Me pareció interesante y me quedé con ganas de seguir trabajando esa dinámica de “compañía” o de “grupo”, aunque es diferente a lo que hacemos en Persistencia… Entonces pensé: “tengo muchas ganas de hacer algo acá que sea en grupo y de probar si puedo encontrar esa identidad también actuando, no sólo dirigiendo”. Además, acá tengo un montón de amigos que son muy talentosos y con los cuales ya vengo trabajando desde hace tiempo. También está la inquietud más “artística”. Así como el unipersonal cuenta en cierta forma lo que me pasaba hace unos años cuando empecé a investigar, esta obra cuenta lo que me pasa en la actualidad, con las relaciones personales, con la comunicación e incomunicación, con los medios, etc. Trato de plasmar esas sensaciones sobre lo que me parece que estamos viviendo como sociedad pero expresado con esa identidad que estoy buscando y convencido de que es lo que me gusta.
Al finalizar la función comentaste que a la puesta le faltaban cosas…
Creo que el proceso creativo de una obra casi nunca se termina de cerrar. Con Persistencia… sentí que no le había dedicado el tiempo necesario. Me hubiese gustado investigar más algunas cosas. No sólo en relación a lo teatral y coreográfico sino a lo plástico de la puesta -lo escenográfico, detalles de iluminación. Tengo una obsesión con el material de las funciones que hicimos y sé que se puede mejorar -a nivel expresivo, acrobático, etc- para que resulte más contundente.
Me gusta mucho armar las escenas y los movimientos con una especie de estructuras y que los intérpretes dentro de éstas tengan que buscar la libertad. Quizá después se rompen pero busco que esas estructuras tengan la mayor prolijidad y precisión posible. Que cada uno pueda ensayar sobre éstas y evolucionar todavía más. Y me parece que a ese proceso le falta un poquito más de tiempo.
Hicimos sólo dos funciones y de la primera a la segunda hubo muchísima diferencias, después de ver el material de vídeo. Es necesario transitar el material emocionalmente, no para que cierre sino para que siga creciendo.
También pasó que uno de los actores sufrió de apendicitis a 10 días de estrenar, con lo cual debimos bajar funciones y preparar su reemplazo. Eso hizo que estuviese limitado el tiempo de ensayo y además estábamos avocados a la situación más que a trabajar el material.
¿Posible fecha de estreno?
Calculo que antes de mitad de año. Nos tomaremos un par de meses para retomar la dinámica del trabajo y tratar de darle ese tiempo de recorrido al material, y de continuar probando.
La obra tiene su contraparte en el equipo técnico: ¿es el mismo en Vigilias…?
El iluminador y el stage manager sí, pero Persistencia… tiene un desarrollo técnico diferente al unipersonal, con menos efectos y los momentos con arnés no son tan complejos de montar. En Vigilias… trabajan cuatro técnicos en escena. En esta obra sólo un técnico -suficiente para cubrir todos los espacios necesarios- y tiene que funcionar a la perfección. El trabajo técnico construye en el escenario al igual que los cinco intérpretes. De hecho, parte de la puesta y de lo que me gusta hacer tiene que ver con eso: usar el material técnico de un modo que cuente la dramaturgia y jugar con la posibilidad de lo sensible desde lo técnico. Algo poco habitual.
¿En relación a la respuesta del público?
En el caso de Persistencia… no sabía si se iba a entender lo que quería contar, si iba a funcionar la puesta que estaba armando. La verdad es que uno tiene algunas certezas que funcionan y trata de agarrarse de ellas pero después es una gran incógnita hasta no tener al público adelante. No sabemos cómo puede reaccionar. En este proceso traté de dejarme llevar por lo que siento y por lo que sucedía en los ensayos, apuntar a eso. Ser honesto con uno, si no después, en nuestro trabajo, es muy difícil. Por un lado, quiero que el espectáculo se vea bien y que la gente disfrute pero también, por otro lado, al menos en este proyecto, mi intención fue “voy a contar ésto de la manera que me gusta”. Y seguramente habrá gente que diga “no entiendo nada”, quizá no le gustó el lenguaje pero eso también está bien.
Ale Carmona
Un lenguaje que no se queda en la historia simple contada a partir de la palabra…
Creo que el trabajo de “dirección” tiene que ver con lo que estuve trabajando con mi maestro, el coreógrafo Benteifour. Por su amplia formación -danza, teatro, etc- está atento al mínimo detalle -vestuario, musica, etc. La tarea del director es ver que los materiales en el escenario confluyan en un mismo sentido. Si quiero contar una emoción, una sensación o lo que sea, todos los elementos tienen igual importancia y nada está librado al azar. O sea que, por más que los actores realicen algo increíble también la iluminación, los efectos técnicos, la disposición de lo escenográfico, tiene que ir hacia el mismo lado. Si no pasa eso es porque se busca generar un contraste, un contrapunto. Para mí, el trabajo de “dirección” es un todo. Hay que prestarle atención específica a cada área. A veces, en algunos espectáculo, eso no se ve. Peleo para tratar de que así suceda, sino hay algo que te saca del mundo que se ha creado, algo que no está en concordancia con el resto, y que distrae. Como espectador no se puede precisar pero sí que simplemente funciona.
Un “todo” que funciona muy bien…
La obra es un trabajo en equipo y, por suerte, aquí se armó un buen equipo. Además como director e intérprete hago agua todo el tiempo. No puedo saber todo. Ellos tiene conocimiento y me pueden decir “che, sabes que pasa esto”, y puedo aceptarlo o no. Que el espectáculo tenga la identidad que quiero lograr es difícil y lo mismo pasa con los intérpretes. Muchas veces llegaba a los ensayos con las estructuras armadas y en una tarde montábamos toda una escena, como si nada, porque tenía la claridad necesaria. Otras veces tenía la sensación de lo que quería ver pero no el “cómo”. Por lo tanto había que investigar, tirar propuestas para la improvisación y utilizar el material que traían los intérpretes. Ir construyendo con ellos. Más allá de hablar del proceso creativo me parece que el hecho de que funcione todo el engranaje hace al equipo y no sólo al director.
¿Esas estructuras estaban pautadas?
Tengo un modus operandi un poco raro. Primero es una inquietud base de algo que siento que lo tengo que contar sí o sí. Eso es clave para mí. En Persistencia… no sabía como iba a terminar la obra, entonces era: “me tengo que agarrar sí o sí en lo que vengo pensando” desde el principio. ¿De qué manera los intérpretes pueden descargar todo eso contenido? ¿Cómo romper y pasar de una situación rígida a otra como de catarsis? Para mí pasa eso al final de la obra, y creo es lo que vivimos en nuestro país, que vemos a diario.
Como te decía: primero, necesito tener claridad sobre lo que quiero contar y, posteriormente, armo estructuras para después romperlas pero siempre eso me lleva a otro lado. Busco música, por ejemplo, y trato de imaginar lo que haría con ella, si tiene la sensación que busco. Hay estructuras de recorrido, otras de movimiento, incluso pequeñas coreografías. Después se las planteo a los intérpretes y veo si funciona o no. Con lo que ellos me devuelven el material crece. No hay manera de que vaya para atrás. Muchas veces pasa de tener ensayos frustrados porque no funciona ninguna. En ese caso, descarto y arranco de nuevo. Así voy construyendo. Puedo tener una idea base motor pero no la dramaturgia en su totalidad. La historia de cada personaje, en particular, quizá la voy construyendo con los intérpretes. Por eso ellos son clave para mí. No me gusta que se vean todos iguales, con el mismo movimiento, así el público pueda elegir a quien mirar. Sí me gusta que realicen cosas al unísono en algún momento. Somos seres humanos y no maquinitas que están en el escenario para hacer todo perfecto. Y más en una propuesta como ésta, tan visceral y comprometida.
Eso se genera a partir de las diferentes escenas…
Así voy construyendo, no queda mucho más, y sobre todo tratando de no pensar si para el afuera iba a gustar o no. Después hay algo que es clave para mí en el teatro, al hacer cosas que prácticamente no tienen texto y demás: tener claridad en el sentido de lo que hacemos. Qué valor tiene darle precisiones a cada artista para que pueda agarrarse de eso por más que el espectador no lo entienda o no lo sepa. Pero desde afuera, aunque que no le encuentre un significado literal, se percibe si lo que hace ese intérprete tiene sentido o no. Esa diferencia entre el sentido y significado es importante para mí. Por más que no se entienda el significado exacto, como si fuera un texto, se ve que tiene un sentido y eso es lo que atrapa al público. Además, nunca estuve en un proceso creativo que no sea un caos [risas].
¿Tu formación en distintas disciplinas tuvo que ver en la elección del grupo?
Fue reunirme con gente con la cual venía trabajando, había una relación de amistad, además pensaba que tenían un potencial mayor a lo que ellos mismo creían. Algo me seducía para trabajar juntos, cada uno tiene sus fortalezas y debilidades. Me pasó con algunos de los chicos con más formación en danza, por ejemplo, que sentían como la necesidad del movimiento constante y a mí me gusta mucho trabajar con lo opuesto, con el no movimiento, con el contraste. También con las miradas, con lo actoral desde la presencia y no desde el gesto solamente. Eso les costaba mucho. Además, estoy buscando un lenguaje que no es tan conocido, y mi modo de hacer las cosas tampoco es tan habitual.
Un lenguaje que requiere de un espectador activo…
Fui construyendo en base a lo que se sostenía y funcionaba. Por otro lado, está demostrado que, especialmente los más jóvenes, mantienen la atención en la pantallita de Facebook o Instagram 38 segundos, no más. Entonces el desafío es mantener la atención en un escenario sin que el público se aburra, y si, además, casi no hay texto es realmente un desafío mayor. Por otro lado, confío en lo antropológico. El arte es arte y no se hace con una maquinita o un vídeo. Creo que tanto el teatro como la danza subsisten y van a seguir subsistiendo porque son una creación humana.
Teniendo en cuenta tus dos obras ¿sentís que tenes un lenguaje propio?
Sé de qué modo me gusta construir y contar pero no más que eso. Es una cuestión de instinto más que de otra cosa. No me propongo que las cosas tengan que ser de una determinada manera, eso no me funciona mucho. Construyo de la manera que conozco y que sé, que es una mezcla, y después me dejo llevar si siento que eso para mí está bien o no. No sé si puedo decir que “ya tengo un lenguaje”.
Reconozco que tengo un estilo, un modo. Si me pongo a hacer algo lo hago de la forma que me gusta. Y la verdad es que no sé para qué lado va a disparar, es algo más “instintivo”, es confiar en lo que siento. Puede pasar que después de la función me de cuenta que no está bueno. Es el riesgo de lo que hacemos. También hay cuestiones técnicas que hacen a lo escénico: como poder decir que los tiempos no están bien, que está sobreactuado, etc. Es lo mismo que hacer música: se puede innovar pero si se desafina, por más que no sepa de música, hay algo que hace ruido. En el teatro está el material técnico para agarrarse y saber que por ahí hay un camino, y puede funcionar más allá del estilo. Creo que eso pone un poco de contención.
¿Tu principal influencia fue Redha Benteifour?
Sí, fue una influencia muy grande. Y digo maestro porque uno puede tener varios profesores, de hecho los tuve, los quiero mucho y aprendí de ellos, pero un maestro es algo más fuerte que abarca no sólo lo profesional sino también el modo de ver la vida. Él influyó muchísimo en mí, no solamente por su estilo sino porque fue una persona que me hizo ver y me dijo: “vos podes llevar a cabo lo que quieras, no hay barreras, no hay límites; los únicos límites te los pones vos”. Y me demostró cómo romper con esos límites.
Obviamente, tomé de él muchas cosas de su modo de trabajar porque es una inspiración para mí. Pero me di cuenta, sobre todo en este proceso en el que realice el montaje coreográfico y demás, de que estoy muy influido por su trabajo pero, a su vez, lo que estoy haciendo es muy propio. Y también tiene el aporte de los intérpretes de la obra. Se puede decir que lo que hacemos es lo más fiel posible a nosotros mismos. Además estamos construidos por las experiencias, por lo que vemos, por lo que nos atraviesa acá donde va todo a diez mil kilómetros por hora y por el entrenamiento de cada uno. Por eso el trabajo auténtico es tan personal, y ni hablar en esta propuesta que construí a partir de ideas claras pero con mucho de los interpretes, que fue lo más lindo para mí.
Retomando el tema de la gira de Vigilias… ¿Cómo fue llevar una obra con esa estructura técnica?
La mayor dificultad, más allá del material en sí que fuimos adquiriendo con mis socios, es el tiempo que se requiere para el montaje en cada sala. Las salas teatrales tienen ya una programación y no se puede ir tres o cuatro días antes para hacer el armado, ensayar, y hacer función. El tema de Vigilias… es que tiene un montaje “complejo” para ser un unipersonal. La dificultad tiene que ver con eso. En Persistencia… cuando empecé a investigar y a probar cosas simplifiqué mucho lo técnico. Lo mínimo e indispensable pero lo que esté que cuente a full con el resto de la escena. Vigilias… tiene un desarrollo técnico muy grande pero es parte de la propuesta y de su magia.
¿En qué salas del Interior?
Hicimos varias funciones en San Juan, en el Auditorio del Teatro del Bicentenario; después en la Apertura del Festival del Mercosur 2017 en el Teatro Real, Córdoba. Y fue ahí cuando dije, después de años, “la obra está bastante cerrada”, puedo seguir haciendo funciones pero ahora la disfruto más. Vigilias… se estrenó, en el 2013, en el Festival Internacional de Teatro en Monterey, México, y, en el 2014, aquí en el Galpón de Guevara.
¿Y Persistencia… en un futuro inmediato?
La idea es hacer que viaje. Primero las funciones acá y después presentarla en el Interior, incluso a los lugares donde fui con Vigilias... Me parece que plantea un tema actual y que tiene variedad en el lenguaje de los interpretes. Me gustaría hacerla en todos los lugares posible, me encanta actuar y demás este proyecto está rodeado de amigos.
En el Interior hay todo un público ávido de cosas nuevas…
Sí, es clave, fundamental, están esperando todo el tiempo. Con Vigilias… fue una locura. En San Juan quedaba gente afuera. Le interesa ver cosas nuevas y si, además, son actuales en la temática más todavía.
Es un sacrificio para los que hacemos teatro independiente pero es lo que nos llena. También está el equilibrio de la balanza del trabajo que uno hace para poder vivir y estar bien. Y, obviamente, el trabajo necesario para poder financiar este tipo de viajes, porque no hicimos ningún tipo de solicitud de subsidio ni nada.
¿Cómo logran esos increíbles traslados por el piso? O el caminar sobre las manos de otro intérprete.
Esos traslados por el piso son asistidos con un sistema técnico. Es algo que se me ocurrió probando cosas. A veces me pasa que alguien me comenta “algo parecido lo vi…” pero son cosas que se me ocurren. Por ejemplo, con el caminar sobre las manos en Persistencia…, buscaba expresar la relación entre los dos personajes, y que ella no tocara el piso. Así voy construyendo, buscando y relacionándolo con lo que me pasa. A veces no hace falta hacer con los cuerpos cosas difíciles o de una destreza increíble porque hay cosas pequeñas que cuentan mucho más y concentran la energía ahí. Después hay otras situaciones de mucha destreza y habilidad que representan un momento de contrapunto con las instancias de silencio del movimiento. Creo que es seguir probando y confiar en el instinto personal.
Ale Carmona
Hay un trabajo físico intenso y si no hay química no funciona…
Los intérpretes tienen una vida y vienen por dos mangos. Hay que convivir en los ensayos poniendo el cuerpo, golpeándose y dándolo todo. En este tipo de propuestas no se puede ir a medias, hay que estar con la energía al 100%. Mezclar eso con otras actividades que todos hacemos -otra obra, dar clases, eventos a las 12 de la noche, etc- no es fácil. Además realizan las cosas que les pido, son admirables por su profesionalismo. La confianza de ellos para conmigo es inmensa, me decían: “me pongo a tu disposición, vos sos el director”.
También hay una cuestión que es real y cotidiana. En el día te pasan cosas, quizá estás de malhumor, encima la situación socio-económica que se vive hoy no es la más beneficiosa para nadie. Y eso afecta el trabajo, las relaciones, todo. Entonces, llevar adelante el día a día con un ensayo y un desgaste físico importante se hace difícil.
Germán pero ustedes demuestran que es posible…
No sólo nosotros. Los días que hicimos Persistencia…, en el Galpón, también hacían función la compañía de Analía González [con Un instante]. Y esos chicos tienen un nivel de entrenamiento increíble y también es a pulmón.
Tenemos esa suerte, en nuestro país, la gente produce, más allá de un lenguaje u otro. Eso es clave para mí. En muchos otros países, como en Europa, donde hay una situación más favorable para lo artístico y es más fácil acceder a subsidios, no es tan habitual esta cuestión de trabajo independiente ni la cantidad de obras que hay acá. Y eso está buenísimo en este país.
Has recorrido distintas disciplinas, creo que sólo te faltaría el canto [risas] ¿Cuánto tiempo le dedicas a esta actividad?
Es por momentos. Lo que tengo claro es que si no me dedicase a lo escénico no sé si tendría la fuerza de voluntad para el entrenamiento, las clases que he tomado, la preparación, etc. Por ejemplo, veo que muchísimos chicos acróbatas entrenan durísimo. ¿Cómo tienen la motivación necesaria para hacer esto sin un fin artístico? A mí lo que me moviliza es lo escénico, no tengo otro motor. Por eso cuando estoy con el objetivo de un proyecto le dedico practicante el 100% de mi energía. Cuando no lo tengo, me gusta tratar de subir el nivel en entrenamiento y demás, pero le dedico menos tiempo.
La plasticidad de tus movimientos…
Mucho de eso está relacionado con estilos urbanos, de danza y movimientos que fui aprendiendo al trabajar con bailarines en el exterior. Después es el trabajo y la investigación que cada uno realiza lo que nos hace crecer.
Con estas dos obras trato de mostrar lo que me gusta, sin discriminar estilos. Esto también se ve mucho en los otros intérpretes: cada uno tiene su estilo pero intenté romper con eso y modificarlo más hacia lo que a mí me agrada hacer o ver. Me seduce el hecho de que el cuerpo cuente de otra manera. Y agradezco mucho cuando ellos se ponen a mi disposición para que juegue con eso, modificarles movimientos y, a su vez, me devuelven cosas. Ese ida y vuelta con los intérpretes es importante. Si bien marqué coreografías específicas en los pocos unísonos que hay, el resto, es lo que me divierte y me apasiona de la dirección, fue un diálogo con ellos. Tirarles un “pie” y que me devuelvan otra cosa. Eso es interesante y es lo que me motiva para trabajar. No soy coreógrafo aunque puedo copiar una coreografía. Me gusta construir desde otro lugar e ir viendo como crece el intérprete con mi propuesta.
Como última pregunta ¿algún otro proyecto en lo inmediato?
Tengo varios proyectos más comerciales que también presentan un desafío. Lo que trato de hacer cuando me contratan para un show es realizar lo que a mí me gustaría ver. Es la única manera en la que puedo trabajar si no, no estoy motivado. No modificarlo pero si llevarlo para el lado de esa identidad que me seduce. Además seguirá Persistencia…. También estoy con una investigación teatral, muy de a poquito, con amigos y quizá a fines del 2018 podremos mostrar algo.
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Sólo nos resta darle las gracias a Germán Cabanas por su tiempo y por la amabilidad con la cual respondió a nuestras preguntas.