César Brie en Buenos Aires
La recuperación de una identidad
Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz
César Brie, como tantos otros dramaturgos de nuestro país sufrió en los años difíciles de la Dictadura cívico – militar un exilio que se convirtió en una ausencia por demás prolongada. Retorna a nuestro, su país, y a través del teatro recupera en esta puesta como en las que viene desarrollando en el campo de la ciudad de Buenos Aires1, para él y para otros muchos que pasaron por la misma experiencia, una identidad nutricia, origen de su presente, causa última de su añoranza y deseo de volver. Ese deseo es el de encontrarse con un campo cultural que le debe un lugar en el canon de dramaturgos consagrados, aunque haya sido fuera de su país, y por otra parte, el de ofrecer con generosidad un arte que tuvo años de un desarrollo intensivo, de una experiencia que proviene de los materiales de su propia biografía, pero también de las lecturas que el tiempo nos regala, y de las vidas de aquellos que se cruzan en nuestra realidad y nos brindan su preciosa carga de vida, como un libro abierto donde poder encontrar las pistas para el camino que todavía nos toca recorrer. Que mejor que el teatro para dar forma y sentido a la encrucijada del vivir en un mundo que nos presenta a cada paso un problema a resolver, un interrogante que develar. Como el mismo afirma:
El teatro vive y muere en el presente. Decir el presente, darlo vuelta, desviscerarlo, comprimirlo. Dejar en el crisol de una obra, como intentaban los alquimistas, el oro puro, o sea, la pura inquietud, la temblorosa luz que no deja en paz a las sombras. (2013, contratapa)
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La voluntad (fragmentos para Simone Weil)
Mi soledad abrazaba el dolor de los demás hasta morirme2
Esta es la primera obra que estrena el dramaturgo, de un total de cuatro piezas, una verdadera experiencia para los amantes del teatro. En el amplio espacio escénico de El Galpón de Guevara observamos pocos elementos -el muro que luego será una cama, donde dibujar las siluetas de aquellos fusilados, donde escribir con la urgencia de una vida corta,… No es necesario más, para darle cuerpo a la filósofa francesa, Simone Weil. La pregnancia escénica de la joven Florencia Michalewicz focaliza nuestra atenta mirada desde el inicio, mientras César Brie le da voz a los personajes masculinos que van relatando distintos momentos y es el partener perfecto para crear el clima intelectual y doliente del mundo femenino. Las imágenes visuales tienen la intensidad y la poesía de la escritura dramática a partir de la perfecta selección de los fragmentos. Si Brie les da textura de manera acabada a distintos personajes masculinos, Michalewicz condensa la historia de una vida admirable y muy poco conocida. El enfermero, uno de los personajes, la cuida y le recuerda que debe comer, mientras nos relata que Simone murió de inanición a la edad de 34 años, pues se olvidaba de comer pero se ocupaba de los desprotegidos, su joven cuerpo fue atravesado por las tensiones y los horrores de la sociedad durante las primeras décadas del siglo XX. Y ese es el cuerpo “perforado” por tal coyuntura que se materializa en escena, territorialidad adquirida a través del discurso verbal y, en especial, del discurso corporal. Pues en cada mirada, cada gesto, cada movimiento del personaje femenino es, a su vez, Simone y Florencia y son todos aquellos sufrientes y desprotegidos. La escritura escénica de Brie es intensa y no cae en lugares comunes sino que le otorga el vuelo poético para poder aprehender tanto dolor y humanidad por el otro, sin rostro, sin religión, sin distinción.
Sus citas, rotundas y certeras, aparecen como referencias a su pensamiento, marcado por un itinerario vital e intelectual que se manifiesta en tres direcciones: una búsqueda continua y apasionada de la verdad, que la lleva a estudiar Filosofía y a interesarse por todas las manifestaciones religiosas; una marcada pureza natural que se asombra ante la contemplación de la belleza del mundo y del arte, en donde presiente la huella de Dios; y una vulnerabilidad ante la desgracia de las clases más desprotegidas de la sociedad, que la llevó a luchar por mejorar sus vidas.3
Un devenir, un acontecimiento teatral intenso que multiplica los sentidos y deja una fisura para nosotros, como espectadores, de hurgar en los escritos, poemas y reflexiones intelectuales de Simone Weil.
Ficha técnica: La voluntad (fragmentos para Simone Weil) de César Brie. Actúan: Florencia Michalewicz y César Brie. Producción en Argentina: Larisa Rivarola y Banfield Teatro Ensamble. Música: Pablo Brie. Escenografía y vesturario: Giancarlo Gentilucci. Fotos: Mariana Fosatti. Prensa: Simkin & Franco. Diseño Gráfico: Martín Bolaños. Estreno en Buenos Aires: El Galpón de Guevara: 05/08/2016, Timbre 4: 09/08/2016, C. C. Recoleta: 13/08/2016. Duración: 70′.
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El Paraíso Perdido (primer capítulo)
(Basada en recuerdos, testimonios y textos de los intérpretes)
En esta oportunidad, César Brie es el gran demiurgo que no aparece en escena pero que se muestra a partir de sus invisibles y sólidos hilos. La obra surge a partir del laboratorio de investigación que duró un mes o algo más y se estrenó dentro del marco de la Bienal de Arte Joven 2015. Es la búsqueda, dirigida por Brie, a partir de las historias personales, de los recuerdos de la infancia y adolescencia, también de sus deseos y miedos tan cotidianos que nos pertenece. Un trabajo actoral coral acabado que de manera perfecta dibuja la generación a la que pertenecen estos jóvenes entre 17 y 30 años. Ponerle el cuerpo a esos retazos de la memoria no es tarea fácil pero para cada escena, cada intervención, hay un tono y una mirada precisa, así el clima se va construyendo entre lo humorístico y lo dramático. Por momentos, le dan la voz a aquellos niños que fueron y, en otros, a esos adultos que serán pero también a los jóvenes que hoy son. Cada integrante del elenco le otorga a su personaje una determinada particularidad y, a su vez, somos todos, son seres queribles, tiernos, espontáneos, con la emoción a flor de piel y eso se transmite de forma inmediata a cada espectador. ¿Quién no tiene un paraíso perdido? ¿Quién no se ha preguntado o pregunta dónde estarán esos paraísos que hemos perdidos? En el amplio espacio escénico despojado, con muy pocos elementos, los jóvenes / personajes le ponen el cuerpo y le dan la voz a esos jirones de la historia personal que nunca olvidarán -de la infancia, los hermanos, el abuelo que ya no está, el primer beso,… Mientras juegan con globos de colores y en el medio del espacio lúdico una casita, una miniatura, que adquiere otra dimensión a medida que avanza el relato. La luz diurna, la música y el vestuario terminan por moldear una especial narrativa sin artilugios escénicos, donde los once actores se entregan de manera vital, con frescura y con algo de coreográfico. El tema de recuperar parte de la historia personal, de la memoria, de una experiencia iniciática es algo constitutivo de la poética de César Brie pero tuvo la generosidad de dejar a estos jóvenes crear a partir de sus historias íntimas que se intercambiaron para ser ficcionalizadas.
Ficha técnica: El Paraíso Perdido (primer capítulo) de César Brie. Elenco: Micaela Carzino, Sofía Diambra, Sebastian Gui, Iván Hochman, Gabriela Ledo, Flor Micha, Guido Napolitano, Ignacio Orrego, Abril Piterbarg, Liza Taylor, Manuel Tuchweber. Producción: Banfield Teatro Ensamble, César Brie. Música: Louis Armstrong, Django Reinhardt, Antonio Vivaldi, Philip Glass, Olafur Arnalds, Chango Spassiuk, Al Kauthar. Diseño de vestuario y objetos: a cargo del elenco. Fotografía y Video: a cargo del elenco y Juan Barone. Diseño gráfico: Sebastián Carzino y a cargo del elenco. Prensa y comunicación: Jorgela Argañarás, Silvina Linzuain (coord), Sebastián Carzino (asist), BTE, Simkin & Franco y elenco. Puesta en escena y Dirección: César Brie. Directores Asistentes: Ignacio Gómez Bustamante, Nelson Valente. Santos 4040. Duración: 65′
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Fui
Un flashback poetico e intenso
El texto en primera persona comienza como en la mamuschka rusas, buscando al desplegar hacia atrás las alas, los genes primitivos de su historia: los bisabuelos, los abuelos y los padres, para entender y entenderse en un camino que necesita la luz del pasado para construir su presente. En el medio del recorrido, los hermanos cómplices de horas compartidas, el primer amor, los trabajos con la escritura, el camino de la literatura, los libros. En ese camino en búsqueda de sí mismo se encuentra con el niño que fue, y que nunca lo abandonó en todos esos años, con quien mantiene un diálogo que le permita al hombre de hoy sentir que no todo lo soñado y lo deseado en aquellos tiempos se ha perdido para siempre. No vale encerrarlo bajo cien clavos para que la madurez del hoy gane la partida, él como un fantasma, como una sombra, en la conciencia presente viene a reclamar su lugar, el que todos deberíamos guardar para el niño que nos ayudó desde la inocencia y la ignorancia del futuro, en los momentos en que el camino se cruzaba en encrucijadas polvorientas. Que mejor que el teatro, lugar del juego a ser uno y los otros para develar los misterios de sus silencios, para ayudarlo a salir y a crecer. Desde la música y la luz, la palabra toma los climas necesarios para el personaje que lucha por ser él mismo a la vez, al producir la máscara necesaria para la actuación e ir al mismo tiempo quitando cada rasgo sobre impreso en el rostro que impida develar un alma. En un espacio que mantiene la mirada a la altura del espectador, dividido en sendas que marcan los caminos recorridos por su historia; con los objetos que ayudan a lograr la sensibilidad requerida para la memoria, el actor /dramaturgo / director, transita con sus pies descalzos, mientras narra, y diálogo con los personajes fantasmales del pasado: su padre, su madre, su abuela, su primer amor. Las sillas ocupadas por los trajes que los representan, serán ocupadas más tarde por cuerpos reales tomados al azar entre la platea, y serán testigos mudos de una historia que los involucra en el cuerpo y el alma de los otros; de aquellos que necesitan del exorcismo del teatro para hacerse presentes en el personaje central y al mismo tiempo atravesar el recuerdo de los presentes en la sala. En las sillas que rodeaban el espacio escénico, alguien lloraba en silencio, recuperando tal vez, una memoria guardada en los pliegues del recuerdo, que afloraba en ese espacio, en ese tiempo.
Ficha técnica: Fui. Texto, dirección e interpretación: César Brie. Escenas y vestuario: Giancarlo Gentilucci. Música: Pablo Brie. Marioneta: Tiziano Fario. Asistente de dirección: Marco Rizzo. Producción en Argentina: Larisa Rivarola y Banfield Teatro Ensamble. Fotos: Paolo Porto. Prensa: Simkin & Franco. Santos 4040. Estreno en Buenos Aires: 07/08/2016.
La cuarta obra de César Brie, ¿Te duele?, se entrenará en Santos 4040, el 10/09/2016.
Bibliografía:
Brie, César, 2013. Teatro II. La Odisea. ¿Te duele? Solo los giles mueren de amor. El mar en el bolsillo. El grito de Alcorta.
1En este momento tiene en cartel: La voluntad (fragmentos para Simone Weil); El paraíso perdido y a partir del 10 de diciembre también en el espacio Santos Dumont presentará bajo su dirección: ¿Te duele?
2César Brie comentó en una entrevista que tomó esta frase que está en su lápida.