Archivos Mensuales: enero 2021

El derecho de las cosas de Guillermo Arengo

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El derecho de las cosas de Guillermo Arengo

Un teatro de atmòsfera

Mariàngeles Sanz sanzm897@yahoo.com

Guillermo Arengo construye con palabras un clima, una atmòsfera donde los personajes son como el anverso y el reverso de una moneda. En un juego antitètico de espejos tanto Jean Paul como Chica nos enfrentan a una dialèctica que deja un interrogante sobre el poder de los objetos sobre nosotros, un diàlogo sobre las adicciones y la cosificaciòn del individuo, que en su revès personaliza aquello que lo domina. En una situaciòn bucowskiana, el personaje de Daniel Fanego, tiene un ritual de alcohol, en un lugar donde la atemporalidad reina, no sabemos tiempo ni espacio cronològico, no estamos ante una lògica aristotèlica, sino ante un acontecimiento donde un hombre tomado por su aficiòn al whiskie tiene un semi diàlogo con alguien que ignoramos su calidad de real o de producto de su delirio.

En el medio de èl nos enfrenta a una duda metafìsica, y a una pregunta por la forma de expresarla: el soliloquio; a quien define como “la verdadera poesìa, la que no se escribe, la que no se publica…” Envueltos en aquello que nos aisla del entorno, alejados de lo real concreto, sumidos en un mundo propio y solitario somos incapaces de preguntarnos de donde proviene aquello que nos permite la fuga sin desplazamiento, la huìda de todo y de nosotros mismos. De esa manera, ignoramos la forma en que se nos somete, ignoramos la manera de escapar de la prisiòn.

Las actuaciones son excelentes, un Daniel Fanego exacto sin desbordes, la revelaciòn de Camila Santini que lleva adelante la intriga con mucho talento, comprendiendo la subjetividad de su rol, impecables. Una escena armada desde el caos de sus elementos, con una muy buena selecciòn musical, y una iluminaciòn que va dàndole al conjunto los tonos necesarios. Otra muy buena propuesta del Teatro Nacional Cervantes, ofrecièndonos la posibilidad de seguir asistiendo al teatro tradicional, desde la pantalla de una computadora, puesta en abismo que plantea tambièn el dramaturgo, si pensamos que poco sabemos de còmo es posible realizar el milagro.

Ficha tècnica: “Los derechos de las cosas” de Guillermo Arengo. Elenco: Daniel Fanego, Camila Santini. Producciòn TNC: Silvia Oleksikiw. Asistencia de direcciòn TNC: Matìas Lòpez Stordeur. Mùsica: Gustavo Semmartìn. Iluminaciòn: Sol Lopatìn. Vestuario: Lara Sol Gaudini. Escenografìa: Gonzalo Còrdoba Estèvez. Direcciòn: Analìa Couceyro. Direcciòn de càmara y fotografìa: Cèsar Iñiguez, Santiago Abate, Facundo Trimarco, Sol Ollazac.

Puma Madre (Chile) de Felipe Zambrano Miguieles

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Puma madre de Felipe Zambrano Miguieles

Un diálogo entre países vecinos (Chile) Lectura dramatizada

“Abril. Año 2020. Santiago de Chile o el Valle gris de las carroñas sin Alas, se ha silenciado por completo desde las alturas de los Andes. Ellangechi Pangi, una matriarca puma cordillerana desciende (…) ¿Dónde está Wenu? “Mi crío tiene hambre”

Maríangeles Sanz sanzm897@yahoo.com

Una madre baja de la cordillera, husmea, busca, clama, por su cachorro, Wenu, y en su búsqueda desesperada, diáloga con los hombres, carroñeros sin alas, y huye de los de cuatro patas, habla en una lengua madre, de tierra y madre blanca, la luna, su voz es un grito desesperado, de furia y amor. El texto de Felipe Zambrano Mieguieles tiene una potencia desgarradora, estructurado en diez episodios: los tres primeros (I- A tan pocas patas; II-Wenu; III- Captura) nos hablan del suceso, del antes de la aparición de la puma madre; los siguientes (IV- silencio en el valle gris; V- Valle de los carroñeros sin alas; VI- Matacopas; VII- Apretar chaleco; VIII- Los pies de la carroña Gigante Blanca; IX- Silencio. La Bandada vuela. En los cuarteles de animales divisa una jaula; X- Llamado de liberación.

La interpretación de Paula Zuñiga es excelente, su personaje, el de la maternidad herida, en esa lucha entre la naturaleza y la ciudad, entre el hombre y el animal, es una alegoría de otras diferencias, de otras desigualdades, de otras pérdidas. Su encuentro con el perro que busca vengarse de los mismos enemigos, en el cuerpo y la voz de Nicolás Zárate, también. Ambos logran conmover al espectador, hacerlo sentir el dolor que atraviesa a toda criatura que habita el planeta cuando la injusticia se hace presente, y el atropello del poder es la constante. ¿Quiénes son los carroñeros sin alas, qué lugar el valle gris? Una panorámica de la ciudad de Santiago comienza el relato, que continúa en un patio con plantas, donde la actriz lee e interpreta a esa madre insumisa, que arriesga todo frente a una ley que se impone con violencia, para que le devuelvan a su cachorro.

Ellangechi, y Matacopas juntos ante la violencia institucional, son un sólo cuerpo unido para lograr un propósito; rescatar a Wenu. Pero los carroñeros sin alas, pegan con palos negros, atacan a los ojos, “no hieran los ojos” grita Ellangechi, y nos remite sin más a los acontecimientos de Chile en las calles, y la violencia que arreciaba a los ojos de los manifestantes, las muertes, los atropellos, los secuestros, los desaparecidos. En el medio Matacopas, también menciona la pandemia, el enemigo invisible que se suma a la violencia. Todo está en micro para hablar de una sociedad, de su macrocosmos, de los que tienen el poder y lo usan con violencia, y los que deben vivir prevenidos o salir a defender lo suyo a vida o muerte. Mientras la intérprete narra, desde las imágenes vamos hacia otros espacios, la calle, los autos, hasta el llamado final, el de la liberación de Wenu, pero para eso, madre puma necesita que todos los pumas bajen de la cordillera y la ayuden; que el resto de los animales se unan, y Canten!!!, Canten!!!, Libertad!!!

Ficha técnica: “Puma madre” de Felipe Zambrano Miguieles. Equipo: Isadora Steveson, Felipe Zambrano Miegueiles, Paula Zuñiga, Nicolás Zárate, Natalia Yunis, Benjamín Villalobos. Intérpretes: Paula Zuñiga, Felipe Zambrano Miegueiles. Dirección: Isadora Steveson Bordeu y Felipe Zambrano Miegueiles. Musicalización: Natalia Yunise (edición) Montaje audiovisual: Benjamín Villalobos. Procedencia: Festival Internacional Santiago X años FF La unión hace la fuerza.

Festival Vicente López II

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Festival Vicente López

Performances, tres: “El Corazón”, “Nocturno 68”, “La cría”

Mariángeles Sanz sanzm897@yahoo.com

Dentro del marco del Festival, tres trabajos diferentes pero que guardan en sí la necesidad de ser, sentir, y comunicar que el tiempo del aislamiento pandémico nos exige. El tiempo para hablar de nosotros mismos, desde el interior de un cuerpo que se convierte en un único órgano para danzar a su ritmo, “El Corazón”, al ritmo sincrónico de su latido la bailarina enfundanda en un traje etéreo de venas y arterias, azules y rojas, excelente la realizaciòn de Jazmìn Calcamari, nos invita a seguir un relato imaginario tejido a través del sonido de un corazón que late. Ductilidad, flexibilidad, armonía, nos llevan de la mano sobre un recorrido que nos permite imaginar, mientras la danzante cuenta una historia íntima, sin palabras.

“Nocturno68”, es un monólogo, una performance propuesta por artistas residentes en Vicente López, unidos para la construcción de este trabajo. Una mujer, un espacio que se abre al afuera a través de una ventana, una mesa, una botella de agua, un diario íntimo, una lapicera, casi la imagen cristalizada de “El cuarto propio” de Virginia Wolf, creado sin inocencia, porque la mujer nos va a contar que ese lugar / tiempo, la madrugada en su casa, es el momento de ella, donde ha logrado ejercer la voluntad que siempre desarrolló para los demás, para algo que sólo le pertenece, que es el ejercicio de un deseo secreto, encontrarse consigo misma, con sus recuerdos, con una memoria que la constituye, sin los otros. En camisón, descalza, registra cada amanecer su pensamiento, como un mapa que la aleja de la vida concreta, llena de voces y ritmos ajenos. De sonidos que la despojan de su propia manera de sentirse a sí misma, cuando no es para los otros: hijos, marido, casa, alumnos, en fin la vida que bulle ante sus ojos y en la que se siente solo una pieza más de un engranaje, de un reloj temporal que no es el propio. El sonido de los pájaros y la liviandad de su sonrisa cierran ese momento irrepetible.

“La cría”, forma despectiva de mencionar a los hijos humanos, forma natural de mencionar a los hijos de los animales; encierra en su enunciación una trama construida a partir del amor, el deseo, el deber, la carga, la responsabilidad, la fatiga, el odio, el resentimiento, la frustaciòn, la queja. La performance se complejiza porque los monólogos se cruzan con el travestismo y la danza; y porque compleja aparece la relación de un hijo con sus padres, y con un entorno que no siempre es fértil al deseo propio, sino por el contrario es exactamente el espacio de la hostilidad permanente. Hijos propios, hijos ajenos, hijos deseados, o no, son el punto donde se encuentran las historias que se cruzan en el trabajo, narradas desde la percepción de un niño, Manuel. La obra está dividida en monólogos, y diálogos físicos, en una espacialidad cerrada y otra abierta, dos espacios: la casa materna, la casa de Marta y su rigurosidad con el deber ser, el lugar de la queja permanente, y el espacio del padre, Donald, que también tiene a pesar de que Gloria, su mujer, parece tener una mentalidad màs abierta, donde el niño se enfrenta a la cristalización de una identidad masculina, machista, patriarcal, donde no encuentra la posibilidad de ser. Todo comienza con el monólogo de Manuel, el niño que deviene adolescente, e intenta comprender a su manera, con sus pocos recursos, y fragmentariamente, que es lo que se espera de él. El monólogo de Gloria, delimita las identidades de los hermanos; sabe que Manuel es el artista, porque el otro, sigue los pasos del padre. Picky y su llegada, se transforma en el despertar sexual de Manuel, y entonces los espacios se abren al jardín, a la pileta, a la libertad natural del deseo. Todo se vuelve oscuro y denso, cuando la carta de Marta también muestra la otra cara del entorno de Manuel. El actor trasvestido en su madre, escribe febrilmente, para luego destruir entre los dientes, aquello que representa el margen, el límite impuesto. El camino que se le presenta a la diferencia es la huìda, con otro ser que ante la paternidad obligada le propone el escape juntos. Varios son los temas que se cruzan en la encrucijada de esta confesiòn de Manuel, y su identidad sexual y artìstica. La ciudad y la densidad de sus obligaciones, la relajaciòn del campo, el espacio paterno, que sin embargo, tambièn tiene leyes rìgidas y estructuradas por la moral y las buenas costumbres. Un muy buen trabajo, 30 minutos intensos, donde cada uno lleva adelante su personaje con la fluidez y la convicciòn necesarias.

Tres propuestas, donde la afirmaciòn de la identidad està presente en la fuerza de un corazòn que late, en la bùsqueda de un tiempo que nos pertenezca en la intensidad de nuestro deseo, y en la afirmaciòn desde la niñez y la adolescencia de aquello que somos, a pesar de, en contra de, y los riesgos de la incomprensiòn de los adultos. Muy buenas perfomances, intensidad en las imàgines, un enlace armònico con los sonidos, y en la elecciòn de la musicalidad. Tres maneras de construir relato a partir de distintos materiales y con recorridos de bùsqueda diferentes.

Fichas tècnicas:

“El corazòn” creaciòn, interpretaciòn y direcciòn: Leticia Mazur. Body art: Jazmìn Calcamari. Mùsica: “Drumming” de Steve Reich. Ediciòn de audio: Patricio Lisandro Ortiz. Càmara: Azul Rossetti. Luces: Sebastiàn Francia. Fotos: Ariel Feldman. Retoque digital: Tomàs Wurschmidt. Mezcla y ediciòn de sonido: Maximiliano Morales. Asistente de direcciòn: Gianluca Zonzini. Asistente Make up: Catalina Serto. Coordinaciòn de càmara y ediciòn: Ramiro Bailiarini. Producciòn: Carolina Castro.

“Nocturno 68” dramaturgia: Camila Mansilla. Intèrprete: Marìa Ucedo. Producciòn: Lumiton.

“La cria” guiòn y direcciòn: Manuel Attwell. Intèrpretes: Juan Barbarini, Valeria Lois, Manuel Attwell. Càmara y foto: Guido Limardo. Ediciòn: Lucera TV. Producciòn: Noel Jofrè. Mùsica: Inès Copertino y Manuel Attwell. Vestuario: Manuel Attwell y Laura Cacharosky. Maquillaje: Rosa Rivoira. Asistente de direcciòn: Natalia Cejas. Duraciòn: 30 minutos.

Camarìn 19 de Vera Czemerinski

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Camarìn 19 de Vera Czemerinski

Què ve el que nos ve, si nosotros no lo vemos

Mariàngeles Sanz sanzm897@yahoo.com

Un camarìn vacìo, dentro de un espacio teatral vacìo, pero que guarda el ojo de la càmara como testigo presencial de un evento ùnico. A èl acceden primero Reina y luego Clara dos actrices citadas para llevar adelante su rutina. Pero el espacio suscita interrogantes, es el lugar indicado, camarìn nùmero 19, pero todo es diferente, no hay ayudante, la luz tintinea cuando se mencionan otros actores y otros tiempos, se va por momentos y luego retorna, los fantasmas del teatro, para acentuar la incertidumbre de los dos personajes, que mientras recuerdan sus giras juntas, calman la ansiedad del momento.

Con humor, y en diàlogos construidos con rima consonante, es decir, el texto està en verso, las dos actrices llevan adelante con talento, la construcciòn delante de nuestros ocultos ojos, del personaje que seràn, el que les pidieron que llevaran adelante cuando las citaron. Pero temen, Reina se siente espiada sin lograr descubrir quièn y còmo, una pequeña luz roja le da la certeza, que sì, que ellas no ven a quien las mira, pero son miradas en la intimidad de su camarìn, en la performance que haràn màs tarde, sin replica, sin devoluciòn posible. Clara necesita calmar su ansiedad comiendo. Y mientras tanto, el teatro y su historia se sucede en sus cabezas, hasta que la voz en off, impersonal, frìa, dudosa les pide que empiecen.

La dramaturga construye una puesta en abismo metafòrica del estado de cosas en pandemia para el teatro tradicional, el del escenario a la italiana, y las inquietudes que la falta del cuerpo del espectador produce en los protagonistas de la obra, es en espejo un interrogante para todos. No es cine, no es teatro grabado, cristalizado en una puesta comùn, con el pùblico en ansiedad ante el comienzo de la acciòn, ni aplaudiendo hacia el final, no es un audiovisual; de alguna forma, es la pretensiòn de mantener el status quo, los viejos procedimientos teatrales, en una situaciòn diferente; donde el soporte està: el texto dramàtico, el mismo escenario, con su escenografìa, y su juego de luces, el vestuario y la coreografìa son exactas, pero todo es observado desde la distancia impuesta por la pantalla de una computadora, sin la intensidad de los cuerpos y su diàlogo.

La rutina finalmente es llevada acabo, en un decorado bucòlico, las dos actrices asumen su personaje con acierto, son delante de nuestra percepciòn aquello que pidieron de ellas, a pesar de las dudas, de la incertidumbre, de los miedos, la funciòn sigue, como dice una de ellas: “lo importante no es la suma, sino siempre el resultado”

Ficha tècnica: Camarìn 19 de Vera Czemerinski. Elenco: Noralih Gago, Vanesa Maja. Voz en off: Matìas Lòpez Stordeur. Coreografìa: Celia Arguello. Iluminaciòn: Facundo David Rena. Vestuario: Juan Mario Rour. Escenografìa: Jorge Ferrari. Dirección: Alejandra Flechner. TNC.

Crónicas extraordinarias

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Crónicas Extraordinarias

Homenaje a Ray Bradbury

Unitarios distópicos

Creadores en tiempos inesperados

¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad? (Jorge Luis Borges)

Mariángeles Sanz sanzm897@yahoo.com

Crónicas marcianas es la propuesta de una traducción muy porteña desde lo visual, lo gestual, las palabras conocidas. Seis cuentos elegidos y expuestos de forma fragmentada, en diferentes espacios, y utilizando técnicas diversas: el primero “Un picnic de un millón de años” desdobla las imágenes de quien narra, mientras que otros simplemente monologan hacia un espectador invisible, cantan, o tocan un instrumento.

Cada uno de los audiovisuales toman del cuento original aquello que le permite realizar el cruce entre la distopía que propone el autor, el final del planeta tierra, y la utopía de Marte como una posibilidad no sólo de un nuevo lugar, sino de una vida diferente, lejos de los errores terrenales; y nuestra distopía real: la pandemia, que acaba con nuestro mundo conocido, nuestras maneras habituales de comunicación, de relación entre humanos, y nuestro deseo oculto de que todo acabe para que el mundo renazca finalmente, en el planeta Tierra, o porque no, en otro suelo virgen a nuestro pasado.

En apenas 30 minutos, las narraciones se suceden con diferentes personajes e intérpretes, y la selección incluye: El picnic de un millón de años, El contribuyente, La tercera expedición, Noche de verano, La mañana verde, Aunque siga brillando la luna. La humanidad como la causante del fin de todo en Bradbury podía ser considerado ciencia – ficción en la década del ’50, – la primera edición es de 1950- pero en realidad su lectura nos revela una metáfora del terror que invadía a todos, del poder de destrucción de las potencias, luego de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, y el principio de la guerra por el espacio entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.

En pleno siglo XXI, su relectura nos deja el sabor amargo de darnos cuenta que esa carrera para terminar con toda posibilidad de vida en el planeta, como daño colateral, buscado o no, dejó de ser una distopía, para convertirse en una hipérbole realista. La pandemia sumó a la gravedad de las guerras intermitentes, los atentados habituales, el hambre y la desigualdad social, las migraciones incesantes; la incertidumbre de un enemigo para el cual nadie parece estar preparado, y cuya victoria es una novela de intriga. De esta manera en el primer audiovisual de todos los párrafos posibles, se elije el siguiente:

Perdonadme si os hablo como un político, pero al fin y al cabo soy un ex gobernador: honesto, por eso me odiaron. La vida en la Tierra nunca fue nada bueno. La ciencia se nos adelantó demasiado, con demasiada rapidez, y la gente se extravió en una maraña mecánica, dedicándose como niños a cosas bonitas. (…) Hemos tenido suerte. No quedan más cohetes. Ya es hora de que sepáis que esto no es una excursión de pesca. He ido demorando el momento de decirlo. La tierra ya no existe; ya no habrá viajes interplanetarios, durante muchos siglos, quizá nunca. Aquella manera de vivir fracasó, y se estranguló con sus propias manos. Sois jóvenes. Os repetiré estas palabras, todos los días, hasta que entren en vosotros. (261/62)

El final elegido es apocalíptico pero no ya para los humanos sino para los marcianos que se enfrentan, como hoy nosotros a un enemigo tan pequeño como letal, la varicela, y no tienen en su conformación la manera de defenderse y mueren. En Aunque siga brillando la luna el personaje que acaba de recorrer ciudades vacías en Marte explica: La varicela. Atacó a los marcianos como nunca ha atacado a los terrestres. Supongo que tenían otro metabolismo.” (83) Cerrar con ese audiovisual, organiza el sentido de los anteriores, los humanos están en Marte, viajan al planeta rojo, observan sus dos lunas, cantan en voces que no reconocen, huyen de la tierra, y lo colonizan, porque el planeta está vacío de marcianos: “-Es posible que algunos marcianos, si fueron listos, hayan huido a las montañas. Pero quedan muy pocos, y nunca serán problemas, puedo asegurarlo. Este planeta está acabado.” ( 83)

Pandemia tiempos de pandemia, antes Marte fue América y la viruela, fue la varicela, y la población diezmada, ahora el pequeño enemigo está con nosotros, y ¿nosotros…? Los trabajos conforman una inquietante puesta en escena de los cuentos de Radbury, pero además de un homenaje al narrador, producen a través de la selección de los cuentos, una fuerte y esclarecedora metáfora de nuestro presente.

Bibliografía: Bradbury, Ray, 1997. “Crónicas marcianas”, prólogo de Jorge Luis Borges. Buenos Aires:

Minotauro. Ficha técnica: Crónicas Extraordinarias: Intérpretes: Daniela Brunfman, Santiago Fraccarolli, Gastón Frías, Rocío Saldeña, Josefina Barrionuevo, Andrés Bernay, Juani Barea. Cámara: Juan Manuel Falabella, Agustín Frías, Ivanna Scherman, Pina Spena, Sofía Castaño Ragli, Milagros Barea. Edición: Gastón Frías.