“Confesiones de un escritor” Homenaje a Haroldo Conti de
Juano Villafañe
Hic meus locus pugnare est hinc non me removebunt (“Este es mi lugar de combate, y de aquí no me moveré”)
“La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristezas que cabe en unas cuantas líneas. Pero a veces, así como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de un hombre es una luz deslumbrante.” (Haroldo Conti)
Mariángeles Sanz
La enamorada terquedad de la cita en latín que colocó frente a su escritorio antes de que lo secuestraran, no es sólo una declaración de principios, sino la elección del personaje que en la literatura de su vida él quería encarar. Porque hay en la textura de las palabras de Haroldo Conti, en su escritura, una densidad de vida en movimiento, el mismo que las aguas del río imprimían en él. Juano Villafañe en su homenaje al escritor, logra construir ese clima envolvente de las palabras, como si su pasión, la de Conti y la de Villafañe se hubieran sintetizado en un relato que abarca una trayectoria, una memoria que no cesa, a pesar de sus verdugos. El relato comienza en Chacabuco, y cesa en el Tigre, pero de todas maneras sabemos que no hay olvido ni perdón. Con música en escena, un escritorio, una escalera, los personajes, van dibujando en el aire no sólo una historia, sino una paleta de sensaciones, que van de la escena a la platea, en un ir y venir, que la presencia de Gustavo Pardi maneja muy bien.
El texto es excelente, y las actuaciones también lo son, en la dialéctica de un triángulo de amor y admiración con las dos mujeres. La elección de la estructura confesional le da a la puesta una intimidad que nos recrea la posibilidad de volver a sentir al escritor más cercano, próximo a un universo compartido que necesita todavía que su literatura nos abarque. Esa literatura que la dictadura cívico – militar clausuró con su muerte, y dejó inconclusa en el cuento que quedó en su máquina de escribir, “A la diestra”. Así comienza la puesta, con la pregunta de que es a la diestra. Del adentro al afuera, los ecos de la época entran en acción a partir de voces grabadas, incluso la del propio Conti. Y nos llevan en un viaje al pasado, a recordar por qué su voz sigue en nuestra memoria.
La pieza se desliza sobre un relato cargado de vida, aunque sea un homenaje para recordarlo por su injusta muerte; donde la risa y el festejo están presentes. La copa de vino que interrumpe la jornada y se comparte, con sus mujeres, con el músico, hoy diríamos un break necesario para continuar la fiesta que es vivir y hacer aquello que creemos nos toca como destino. Porque confiesa el autor, de la mano del poeta, la vida en la literatura, es su misión, rescatar las vidas comunes que pueblan sus recuerdos, y hacerlos entrar en ese otro mundo de la creación para la eternidad. La dirección de Manuel Santos Iñurrieta logra los climas, los tonos que nos acerquen al deseo de Haroldo Conti, dándole a la escritura de Villafañe que da vida a su personaje, el tempo justo para que su presencia no sea recuerdo ni memoria, sino presente único y real entre las cuatro paredes de una sala de teatro. La puesta nos muestra al escritor enamorado de su trabajo, pero sobre todo enamorado de la vida que le dio los materiales indispensables para que la ardua labor de la escritura le fuera posible. “Aún haciendo belleza, podemos hacer una literatura política”. Literatura y compromiso, marcas de una época jugada para los intelectuales, que sentían la necesidad de escribir y a la vez estar presentes en su tiempo.
Ficha técnica: “Confesiones de un escritor” de Juano Villafañe, homenaje a Haroldo Conti. Actúan: Gustavo Pardi, Gabriela Perera, Diana Kamen. Asistencia de dirección: Marina García. Asistencia técnica: Rodrigo Isequilla. Diseño de iluminación: Horacio Novelle. Diseño de vestuario: Alicia Gumá. Diseño de escenografía: Diego Maroevic. Producción ejecutiva: Juan Gabriel Yacar. Fotografía: Gisela Romio. Prensa: Daniel Franco. Com visual: Claudio Medin. Sala Solidaridad; Centro Cultural de la Cooperación.