“Luna Kakana” de
Patricia Casalvieri
“Ay, lunita tucumana
Tamborcito calchaquí…” (A. Yupanki)
Mariángeles Sanz
Un espacio donde los instrumentos esperan a su ejecutora, que pronto y cantando irá tomando su lugar, allí, en ese espacio donde los sonidos construirán un tiempo, y un clima. A los sonidos se sumarán las voces, la de un testigo del relato que va a iniciarse, y la de sobreviviente del mismo acontecimiento. Ambos enfrentados por la mirada distanciada sobre los hechos, el hombre / murciélago, justifica y hasta pide agradecimiento para lo ocurrido; la mujer es un pozo oscuro de una memoria dolorosa que no tiene paz. Lo ocurrido forma parte de nuestra historia, de nuestra identidad. De una historia que sólo es una nebulosa de tres siglos, porque el relato, nuestro relato comienza un día de mayo del siglo XIX. Invisibilidad, negación, búsqueda de construir una imagen, una cosmogonía que nos identifique con un centro, Europa, y nos aleje del territorio del que Europa se apropió.
Una expulsión, la de los kilmes, de su tierra los valles calchaquíes, por parte de los españoles, en dura travesía hacia Buenos Aires, a pie, un castigo que busca calmar el brío de sus habitantes que no cesan en defender su vida, sus costumbres, su lengua, sobre todo su lengua, que nomina y crea, sus dioses, su relación con la pachamama, que guarda la memoria de su pueblo. La mujer dice un texto cargado de belleza, de poesía, de dulzura y de llanto, y se desplaza por el espacio imaginando lo que ya no ve: los cerros, sus cabras, sus hermanos que han quedado en el camino, y como Antígona, memora para poder enterrar a sus muertos, para que logren el descanso a tanto horror.
Isabel Quinteros muy bien acompañada por Alejandro Casagrande como su antagonista, y por el río de sonidos de la música original de Miriam García, ejecutada en escena por Gabriela Leira, en vos e instrumentos, lleva adelante una performance intensa, se apropia del espacio, y espesa el silencio con su decir, y con su cuerpo en movimiento. Pone en abismo la bella textualidad de Patricia Casalvieri, realiza un trabajo excelente y atrapante, ante un espectador que tal vez necesite saber sobre un acontecimiento, que como dije antes, los libros de historia no cuentan del todo. Situarnos en el siglo XVII, plena colonización luego de la conquista española de estas tierras, usada la fuerza, la convicción religiosa y el lenguaje como tres espadas de fuego, para doblegar a los pueblos conquistados, llevarlos al vasallaje, a la esclavitud, pero sobre todo a olvidarse de sí mismos, de sus raíces, de sus ancestros, y obligarlos a la aceptación humilde y humillada de un nuevo dios, de la palabra que de él emana, y de las costumbres que su mandato trae. Como afirma Rodolfo Kush en uno de sus prólogos:
“(…) decir que una expresión sirve sólo para informar sería demasiado superficial. Debe haber algo más. Porque ese alguien que dice aquella frase –se refería a la palabra rajá del lunfardo porteño, pero se aplica a cualquiera- no sólo nos informa de que nos vayamos, sino que también nos borra del mapa, como decimos. Y es que el lenguaje sirve para modificar mágicamente la realidad, suprimiendo en este caso lo que es molesto”
“Lula Kakana” es una textualidad dramática expresada sobre un escenario cinco siglos después, pero sigue en la transfiguración de la persona / personaje de Isabel Quinteros, pronunciando un grito desolado, que necesita todavía ser oído, no sólo para calmar el dolor de las víctimas, sino para configurar una imagen asumida de nosotros mismos.
Bibliografía:
Kush, Rodolfo, 2000. “Obras completas” Tomo I. Rosario, Santa Fé. Editorial Fundación Ross.
Ficha técnica: “Lula Kakana” de Patricia Casalvieri. Actúan: Isabel Quinteros, Alejandro Casagrande. Música original: Miriam García. Música en escena: Miriam García y Gabriela Leira. Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez ADEA. Asistencia de iluminación: Ayelén Minervino. Vestuario: Giselle Griego Pesce. Asistencia de dirección: Ayelén Minervino, Nazarena Palacio, Marita Ruchti. Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Fotografía: Lorena Pérez. Dirección escénica: Patricia Casalvieri. Teatro: El Tinglado.