Archivos Mensuales: marzo 2023

«Luna Kakana» de Patricia Casalvieri

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“Luna Kakana” de

Patricia Casalvieri

“Ay, lunita tucumana

Tamborcito calchaquí…” (A. Yupanki)

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Un espacio donde los instrumentos esperan a su ejecutora, que pronto y cantando irá tomando su lugar, allí, en ese espacio donde los sonidos construirán un tiempo, y un clima. A los sonidos se sumarán las voces, la de un testigo del relato que va a iniciarse, y la de sobreviviente del mismo acontecimiento. Ambos enfrentados por la mirada distanciada sobre los hechos, el hombre / murciélago, justifica y hasta pide agradecimiento para lo ocurrido; la mujer  es un pozo oscuro de una memoria dolorosa que no tiene paz. Lo ocurrido forma parte de nuestra historia, de nuestra identidad. De una historia que sólo es una nebulosa de tres siglos, porque el relato, nuestro relato comienza un día de mayo del siglo XIX. Invisibilidad, negación, búsqueda de construir una imagen, una cosmogonía que nos identifique con un centro, Europa, y nos aleje del territorio del que Europa se apropió.

Una expulsión, la de los kilmes, de su tierra los valles calchaquíes, por parte de los españoles, en dura travesía hacia Buenos Aires, a pie, un castigo que busca calmar el brío de sus habitantes que no cesan en defender su vida, sus costumbres, su lengua, sobre todo su lengua, que nomina y crea, sus dioses, su relación con la pachamama, que guarda la memoria de su pueblo. La mujer dice un texto cargado de belleza, de poesía, de dulzura y de llanto, y se desplaza por el espacio imaginando lo que ya no ve: los cerros, sus cabras, sus hermanos que han quedado en el camino, y como Antígona, memora para poder enterrar a sus muertos, para que logren el descanso a tanto horror.

Isabel Quinteros muy bien acompañada por Alejandro Casagrande como su antagonista, y por el río de sonidos de la música original de Miriam García, ejecutada en escena por Gabriela Leira, en vos e instrumentos, lleva adelante una performance intensa, se apropia del espacio, y espesa el silencio con su decir, y con su cuerpo en movimiento. Pone en abismo la bella  textualidad de Patricia Casalvieri, realiza un trabajo excelente y atrapante, ante un espectador que tal vez necesite saber sobre un acontecimiento, que como dije antes, los libros de historia no cuentan del todo. Situarnos en el siglo XVII, plena colonización luego de la conquista española de estas tierras, usada la fuerza, la convicción religiosa y el lenguaje como tres espadas de fuego, para doblegar a los pueblos conquistados, llevarlos al vasallaje, a la esclavitud, pero sobre todo a olvidarse de sí mismos, de sus raíces, de sus ancestros, y obligarlos a la aceptación humilde y humillada de un nuevo dios, de la palabra que de él emana, y de las costumbres que su mandato trae. Como afirma Rodolfo Kush en uno de sus prólogos:

“(…) decir que una expresión sirve sólo para informar sería demasiado superficial. Debe haber algo más. Porque ese alguien que dice aquella frase –se refería a la palabra rajá del lunfardo porteño, pero se aplica a cualquiera- no sólo nos informa de que nos vayamos, sino que también nos borra del mapa, como decimos. Y es que el lenguaje sirve para modificar mágicamente la realidad, suprimiendo en este caso lo que es molesto”

“Lula Kakana” es una textualidad dramática expresada sobre un escenario cinco siglos después, pero sigue en la transfiguración de la persona / personaje de Isabel Quinteros, pronunciando un grito desolado, que necesita todavía ser oído, no sólo para calmar el dolor de las víctimas, sino para configurar una imagen asumida de nosotros mismos.

Bibliografía:

Kush, Rodolfo, 2000. “Obras completas” Tomo I. Rosario, Santa Fé. Editorial Fundación Ross.

Ficha técnica: “Lula Kakana” de Patricia Casalvieri. Actúan: Isabel Quinteros, Alejandro Casagrande. Música original: Miriam García. Música en escena: Miriam García y Gabriela Leira. Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez ADEA. Asistencia de iluminación: Ayelén Minervino. Vestuario: Giselle Griego Pesce. Asistencia de dirección: Ayelén Minervino, Nazarena Palacio, Marita Ruchti. Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Fotografía: Lorena Pérez. Dirección escénica: Patricia Casalvieri. Teatro: El Tinglado.

«Deconstruyendo a papá» de Vero Lorca

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“Deconstruyendo a Papá” de

Vero Lorca

Cualquier semejanza con la realidad No es pura coincidencia

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Un actor, una actriz, un papá, una hija, una escena, y un relato sobre un tiempo, el nuestro, donde los valores, y los lugares que ocupamos son otros, o al menos nuestra perspectiva, nuestra mirada se va modificando. Martín Salazar, el padre, Jazmín Salazar, la hija, ficción y realidad se entrecruzan para dar cuenta de una necesidad, la del diálogo generacional, que en vez de proponerse como un monólogo donde la mirada desde arriba de la autoridad, se ejercita  en su contrario, y se vuelve en una horizontalidad que permite a los personajes entender y entenderse en los nuevos tiempos, en ese lugar donde el machismo, el patriarcado, la voz que señala el “deber ser” y la norma, debe explicar los por qué y los cómo, y aceptar que por fin vayan  cayendo todos los tabús y prejuicios con los que las generaciones anteriores fuimos educados. Deconstruir, desarmar un entramado de prejuicios, para reconstruir una identidad, una forma, y una cosmogonía que nos acerque en vez de alejarnos a unos de los otros por los falsos conceptos.

“Deconstruyendo a Papá” es una pieza para ver en familia, disfrutar de la frescura de las situaciones, de los buenos trabajos de los actores / personas / personajes, de un humor que nos hace que identifiquemos sin problemas las frases, refranes, motes, que nos constituyeron, para darnos cuenta que no deben formar parte de nuestro vocabulario. El lenguaje y el uso de la lengua construyen un cosmos que habitamos y nos habita, a veces sin pensar en la dureza, o el filo que cada palabra usada puede tener, y el dolor que puede ocasionar. De eso nos habla la puesta, porque el patriarcado no sólo se refiere a la postergación de la mujer, sino a la discriminación de lo distinto, con el que ejercemos una singular tolerancia, que en la práctica significa traducir al otro a nuestras categorías, proyectar lo mío sobre lo otro, negando su identidad, y si no lo consigo, si no lo convierto en lo que necesito que sea, la consecuencia es la violencia.

 Producir un discurso distinto es un tema que surge del seno de la familia, pasa por la escuela, que muchas veces no está preparada para llevarlo adelante, a pesar de la existencia de la ESI (Educación sexual integral);  se traslada a los medios, que muchas veces tampoco lo están, y que añoran, aunque no lo digan, las viejas películas, la vieja comicidad donde la cosificación, y la adjetivación sobre el cuerpo de la mujer, o sobre el diferente eran la constante. Palabras como: “mina”, “bolita o paragua” para identificar otras nacionalidades, las frases de doble sentido, o el silencio sobre la naturaleza del cuerpo, “te vino”, “uyy estás con Andrés el que viene una vez por mes”, para no hablar con sencillez de la menstruación; mientras la publicidad que utiliza todos los recursos que el mercado le permite, nos brinda un discurso liberal y abierto, desmentido por el día a día.

Con música original en escena, de creación y ejecución de Ramiro Salazar Oks, con un vestuario que también construye y  se deconstruye ante el espectador; creando personajes, con un diálogo implícito al público en los gestos y la miradas, el desarrollo de la puesta tiene agilidad y un muy buen desempeño, entre- tiene, y hace pensar, deja planteados una serie de interrogantes que logran que ese diálogo comenzado en la sala se extienda luego, una vez que las luces se apagan.

Ficha técnica: “Deconstruyendo a papá” de Vero Lorca. Actúan: Jazmín Salazar y Martín Salazar. Vestuario y escenografía: Micaela Delgado. Música original: Ramiro Salazar Oks. Diseño de luces: Federico Flotta. Diseño gráfico: María Ana Tapia Sasot. Asistencia: Antonella Ventura. Producción ejecutiva: Jimena Morrone. Prensa y Difusión: Octavia Comunicación y Gestión Cultural.

24 de Marzo de 2023

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24 de Marzo de 2023

Un nuevo año, un nuevo desafío

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Este 24 de marzo se cumplirán 47 años de aquel fatídico día en que los militares con la ayuda civil y del clero, destituyeron a Isabel Martínez de Perón, y efectuaron un Golpe de Estado que nos llevó a todas y todos, aún sin saberlo todavía, al infierno más atroz. No sólo por los crímenes de lesa humanidad, 30. 000  Cuerpos y almas desaparecidos, luego de ser torturadas; niños que aún son buscados por sus abuelas o familiares, sino por el motivo principal por el cual hicieron semejante atrocidad: la imposición de un plan económico neo liberal, que ya había sido ensayado en el Chile de Pinochet, cuando  éste también se impuso por la fuerza y el crimen en el gobierno derrocando al Presidente constitucional, Salvador Allende, el 11 de setiembre de 1973. Tres años después, nos tocaba a nosotros sufrir el mismo destino, que era el diseñado por el Plan Cóndor, ideado por la CIA, y su representante Henry Kissinger.

 Quien un año después, sólo un año después, tenía clarísimo los objetivos y los medios que estaban siendo utilizados, fue el periodista, escritor y dramaturgo Rodolfo Walsh quien pagó con su vida, al igual que su hija Vicky, oponerse a una verdad, que no todos veíamos con la misma claridad. La carta que escribió y distribuyó todo lo que pudo, exponía con datos fidedignos, las actuaciones de la Junta Militar que se había empoderado en la Casa de Gobierno desde aquel 24 de marzo. El final de la carta abierta termina con un párrafo que nos recuerda como necesariamente la prensa tuvo mucho que ver en el estado de cosas que concluyó con el golpe:

“Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados, no pretendiera que esa junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarían desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho  tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”

Rodolfo Walsh – CI 2845022

Buenos Aires, 24 de marzo de 1977

Los medios que hoy desnudan su malicia enmascarándose una vez más en fake news, y en la falsa dicotomía entre prensa oficial y prensa independiente, que no lo es, porque depende para existir de los poderes económicos que buscan confundir a la población, con el nuevo concepto, no tan nuevo, de la post – verdad. Es decir no una mentira, sino algo mucho peor, una verdad a medias, que no permite que el lector, el oyente de sus emisoras, o los televidentes de sus programas, puedan dar con todo el iceberg que ocultan, y vean sólo el vértice de la cuestión. Y ya sabemos lo que pasa, cuando vemos solo la punta de hielo que asoma por encima del mar, pero no la mole que se esconde entre las aguas.

Por eso, esta conmemoración en un año además electoral, no es una más, sino un momento de inflexión para pensar en las palabras que escritas entonces, son como un boomerang que se nos vuelven para que pensemos desde ellas, en la construcción del doble discurso, para confundir y provocar el miedo, la desazón, la tristeza, la indiferencia necesaria para que los malvados de hoy y sus intereses y propósitos en un mundo tan convulso a nivel geopolítico, nos encuentren más armados, más conscientes y enteros, para no dejarnos engañar por los cantos de sirena.

«The Silencio Manifiesto de Felipe Rubio, Matthew Wray

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“The Silencio Manifiesto” de

Felipe Rubio, Matthew Wray

Embajada Efímera

Colectivo escénico

Somos nuestras palabras y también la de los otros.

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Un espacio trabajado escénicamente desde la performance de un cuerpo, el de un actor, que nos invita a un viaje por el lenguaje, el musical en un principio, a través de un piano, y luego desde la confrontación de dos idiomas, el inglés y el castellano, que es lo mismo que decir, un viaje por el choque entre dos mundos. En el medio de ese juego en tensión, entre el pensar y el decir, o en como decir lo que se piensa, el silencio. La suspensión necesaria para ordenar el caos que se produce cuando pensamos en una estructura pero nos tenemos que hacer entender en otra.

El viaje a través de una biografía atravesada por la migración, de territorio en territorio, primero en Estados Unidos, luego en Centroamérica, para finalmente descansar los “huesos”, en nuestro país, no es solamente un relato de vida sino una experiencia compartida por muchos, que han recorrido de la misma manera o a la inversa, o quieren hacerlo, una aventura, que se problematiza no en los grandes conflictos, sino en lo cotidiano, en esa circunstancia inevitable del día a día, en el uso común de frases, modismos, formas, y silencios con que cada cultura expresa su mundo.

El cuerpo del actor transita del piano a un cuadrado de luces donde la lucha en soledad con su propia decisión se plantea en la tensión y los movimientos que lo llevan finalmente a salir de allí, y a volver en el recuerdo a lo que dejó en los diferentes lugares de su país natal, donde transcurrió su infancia y su adolescencia. El miedo a la violencia en las escuelas, a través de un video, los discursos que lo constituyeron, marcando su origen y su procedencia desde la mirada del racismo y el desprecio o la indiferencia a lo distinto, quedan expuestos a través de imágenes, y palabras, palabras reflejadas en la pared pantalla, y en el uso funcional y exitoso del espacio, que se expande a través de las puertas, de la luz, y de su imagen que modifica con el vestuario, también su impostura y su forma de dirigirse hacia los demás.

“The silencio Manifiesto” no es sólo una muy buena performance, es un dardo que pega en el plexo, para hablarnos de la diferencias de las lenguas, y de la necesidad de los silencios, para guardar para uno mismo, esas que nos constituyen, más allá del tiempo y del espacio.  Las palabras sueltas que debemos unir para construir nuestro cosmos, y que como en el juego dadaísta hacemos sin orden y sin aparente sentido. La pregunta por el sentido, ¿Por qué estás acá? Muletilla con la que perseguimos muchas veces a quienes nos parece que viene de un lugar mejor, es para la persona / personaje en escena, también una constante, que tal vez no tenga respuesta, más que en la vida que nos exige ser vivida, donde los caminos nos lleven.

Ficha técnica: “The silencio Manifiesto” de Felipe Rubio y Matthew Wray. Actúa: Matthew Wray. Voz en off: John Wray. Fotografía. Maia Liamgot. Asistencia Técnica: Maia Liamgot. Prensa: Valeria Franchi. Producción: Embajada Efímera. Dirección: Felipe Rubio. Teatro: El Grito. Duración: 60 minutos.

«El juicio de Salomé» de Paula Echalecu

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“Juicio de Salomé» de

Paula Echalecu

¿Quién escribe nuestra historia?

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Paula Echalecu trabaja una temática que nos trae a la memoria los años más oscuros de nuestra historia, y sus consecuencias; pone en acto, un enfrentamiento entre la familia, metáfora de una parte de la sociedad, que sigue con constancia, guardando la pelusa debajo de la alfombra, temerosa de que el polvo les llegué y los contamine. Una hija que vuelve del exilio, una hermana que reclama su maternidad rota por la denuncia a la dictadura cívico – militar de sus actividades políticas, la vida perdida de Jorge, y una niña que es la punta del iceberg de un malestar que no cesa.

Con una introducción, que podría ser algo más corta, una mujer vieja, apoltronada en una silla, se abanica, canturrea, y espera. A ese lugar adornado por una alfombra de estilo, llega vestida de impermeable con un maletín negro, y los papeles para la venta de una chacra, único bien aún compartido, la hija, Estefanía. Tiene mucho que reprocharle a la conducta de una progenitora que se dirige a ella, con cinismo y sarcasmo. La otra hermana, que se reúne luego con ellas, forma parte de ese triángulo inestable, que desarrolla entre relatos fragmentados, de dudosa realidad, en complicidad con la madre, para construir una historia inédita para Estefanía, que tardará en darse cuenta, de la falsedad y crueldad de ambas.

Salomé es el nombre de la mujer que en esa silla como trono, finge sin pudor su falso amor filial, buscando que la justicia salomónica, que su apelativo definiría, sea aceptada finalmente. Pero Salomé también es el nombre de la mujer que a Herodes Antipas, a cambio de favores, le pide la cabeza de Juan el Bautista. Entonces como todo el  doble discurso de ese tiempo de horror, su voz oculta con una falsa identidad, su siniestra responsabilidad en los hechos.

Las actuaciones son muy buenas, sobre todo la que lleva adelante el personaje de Salomé: construye esa vieja madre sórdida, con una solvencia y fluidez que aterra,  sólo se podría decir que la dirección debería cuidar los tempos, para que los silencios entre diálogo y diálogo no constituyan un bache en escena. La puesta nos habla de las consecuencias de aquellos años siniestros, que no tienen que ver sólo con los muertos y los desaparecidos, o los niños secuestrados, sino con la herida que aún sangra por falta de verdadera justicia, y que nos involucra a todas y todos. En este mes de marzo donde el 24 se cumplen 47 años del golpe de Estado, y 40 años de una democracia, que más que nunca necesita de la memoria.

Ficha técnica: “El juicio de Salomé” de Paula Echalecu. Actúan: Laura Álvarez, Paula Echalecu, Paula Brinko. Realización de objetos: Jimena González. Prensa: Valeria Franchi. Producción General: Del Borde Teatro. Dirección: Hernán Verteramo. Duración: 50 minutos. Sala: González Tuñon del Centro Cultural de la Cooperación.

¿Quién es Dostoievsky? de Rocío Carrillo

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¿Quién es Dostoievsky? De

Rocío Carrillo

La sociedad y la política vistas a través del humor…negro

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Un hombre muerto, un triste velorio en soledad, sólo su esposa y sus dos hijos, una familia de clase media sin conciencia social, adentro; afuera una multitud, un piquete, una marcha que reclama derechos, y como nexo entre ambos mundos, un muchacho del Partido Obrero, las iniciales del partido ilustran su remera negra, y su discurso  sobre Marx y Dostoievsky que resulta una epifanía, toda una revelación para Mabel, la madre, que ninguneada por su familia, vivió hasta ese momento crucial, ajena a la vida real. Todo lo que vemos en escena guarda su lado de tragedia y su farsa, la parodia que nos lleva a la risa franca ante lo que se nos presenta en ese singular lugar, en ese singular momento.

Los personajes están delineados dialécticamente, contrapuestos en ideas y decisiones, pero no están construidos desde una dicotomía entre buenos y malos, ya que cada tiene su lado oscuro, aunque la balanza se incline por momentos a favor del joven militante. La problemáticas sociales, de un lado y del otro, y el interés por que ella entienda, por primera vez en su vida, hará que Mabel, abandoné su vida de madre de familia, ignorante del mundo, para convertirse en un abrir y cerrar de ojos en una convencida y decidida mujer de lucha. La Argentina tiene, por desgracia, una larga lista de mujeres, que de manera mucho más cruel, también salieron de su zona de confort; y por sus hijos y nietos tomaron el camino de la reivindicación y de la militancia. Mabel no es una de ellas, su actitud tiene más que ver con el deseo escondido de lograr, como afirma la frase del autor ruso, un sentido a su vida, un para qué.

El trabajo actoral es bueno, y la puesta dinámica, la iluminación cierra con eficacia los momentos intensos que provocan el aplauso del público; un vestuario correcto, y una escenografía simple y funcional a la vez.  Los diálogos entre los hijos: un homofóbico, que esconde su deseo sexual, y una hermana separada con dos hijos, que llama “trabajo”, a la estafa piramidal que se puso de moda hace un tiempo atrás, y el pasado peronista del padre, peronista de derecha, admirador de Franco, que guarda bustos de Perón y Eva, y llamaba así a sus dos mascotas: las tortugas, producen un combo que estallará en el cuerpo y el espíritu de Mabel que siente que nadie la tiene en cuenta, ni siquiera para explicarlo lo obvio. Peronismo de izquierda, cristianismo y marxismo, una explosiva combinación en el cuerpo del militante, que a la hora de despedir a Mabel, se confundirá y la llamará “compañera” en vez de “camarada”, una grieta que se profundiza hacia adentro y hacia fuera de las consignas de todos los partidos. Todo muy actual, todo muy argentino, nuestra enredada manera de ser, y estar.

Ficha técnica: ¿Quién es Dostoievsky? De Rocío Carrillo. Actúan: Lili Bucay, Rocío Carrillo, Juan Manuel Careghini, Sebastián Femenia. Vestuario y Escenografía: Alejandro Mateo. Iluminación: Soledad Ianni. Realización de escenografía: Félix Padrón. Realización de utilería: Norma Rolandi. Redes Sociales: Pablico Lancone. Fotografía y Diseño de Arte: Diego Cabales. Asistencia de dirección: Florencia Rubinsky. Prensa: Tehagolaprensa. Producción ejecutiva: Cristina Sisca. Dirección: Leo Batolotta. Sala: Área 623. Duración: 55 minutos.

«Cabecita de papel maché» de Gabriela Romero

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“Cabecita de Papel Maché” de

Gabriela Romero

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Dora y Marco Antonio (Tony) son un matrimonio de años, que comparten y compartieron vida, mucha vida; en el medio, Luli. Pero Luli no es un tercero en discordia común, porque ella es la creación que su fantasía necesitó para continuar y sortear su miedo a la soledad. Luli es un títere, conformado como un rompecabezas de muchas mujeres. De cada una Tony ha tomado lo que más le gustaba, y ha conformado la mujer ideal, y como un Pigmalión suburbano, está enamorado de su creación. En esa fantasía consumada siempre está presente la posesión y cosificación del objeto de deseo. Tony ha encontrado la solución perfecta: porque Luli es su alter ego femenino, responde por su voz, actúa según sus necesidades y además es su herramienta de trabajo. Dora está celosa y entonces busca también a través de un títere de mano y de una salida desastrosa rebatir la situación, hasta que como en el viejo proverbio, decide: que si no puede vencer a su enemigo, lo mejor es unirse a él y comienza aceptar el juego y hacerse amiga de Luli.

Todo transcurre en un mini escenario, que simula un picadero, con una sola silla, dos maletas, y un vestuario que de la muñeca pasará a la mujer. Con procedimientos que recuerdan a las viejas rutinas de los cabarets o de los circos, con diálogos  y situaciones que le deben mucho a la poética del absurdo, Tony y Dora, los personajes en los cuerpos de Román Lamas y Mara Mantelli, producen una muy buena performance, tanto en las relaciones entre ellos, pero sobre todo, en la relación con sus títeres. Luli tiene tanta vida en escena que nos permite introducirnos en el relato ficcional, y por momentos dejar de verla como un ser inanimado, y verla con los ojos del personaje; que cómo un dios le dice a esa mujer, por la que pierde el sueño, que la ha construido de su costilla.

 El desarrollo de la intriga, está lleno de humor, a veces ingenuo en apariencia, de rutinas remanidas, pero ¿de qué nos advierte la pieza de Gabriela Romero? Una posible respuesta sería de los riesgos de ser “amada /o” como un objeto armado por el deseo del otro, sea hombre o mujer, porque el miedo a quedarse solo, y la posibilidad de adueñarse de los destinos del otro, puede darse en ambos géneros, aunque la crónica nos revele que son las mujeres las víctimas propiciatorias  de esta disfunsión sentimental alimentada por la tradición patriarcal de la sociedad que supimos conseguir.

“Cabecita de papel maché” es una propuesta diferente e interesante, donde la cosificación de los cuerpos es llevada al extremo, de convertir al otro en el medio de un matrimonio, no en un ser real, sino en un objeto construido a voluntad y gusto. Símbolo que podemos reemplazar también por una pasión desmedida que fuera de la pareja provoque que ésta sufra la intromisión de un extraño.

Ficha técnica: “Cabecita de papel maché” de Gabriela Romeo. Actúan: Román Lamas, Mara Mantelli. Vestuario: Silvia Cortés. Diseño de escenografía: Román Lamas. Realización de escenografía: Román Lamas y Claudio Martínez Bel. Realización de títeres: Román Lamas. Iluminación: José Binetti. Fotografía: Paco Fernández. Asistencia de producción ejecutiva: Ailén Schnabel. Asistencia de dirección: Mirna Cabrera. Producción ejecutiva: Adriana Yasky. Dirección de títeres: Mirna Cabrera y Claudio Martínez Bel. Prensa: Daniel Franco. Dirección general: Claudio Martínez Bel. Duración: 60 minutos. Sala Beckett.

«Fe de vida» de Rolando Pérez

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“Fe de vida” de
Rolando Pérez
Una forma de ver como el humor negro y el grotesco nos revela como somos

Mariángeles Sanz
sanzm897@yahoo.com

¿Qué es una comedia negra? ¿En que se toca con el grotesco? En la primera hay un caos que una vez que irrumpe nunca se armoniza, dejando un final ambiguo, una resolución posible a una situación disparatada, grotesca en su desmesura, que no está atravesada por ningún rasgo de piedad. Los personajes de la comedia negra, ante la dificultad, no tienen límites en su imaginario para sacar provecho de la tragedia cotidiana. Sus personajes son referenciales, conocidos y reconocidos por el espectador, y se manejan con un lenguaje coloquial, que no se detiene ante lo escatológico. De lo mínimo de la anécdota que da lugar a la tensión dramática pasamos a la crítica social, por traslación.

La obra nos presenta a los personajes en una sala de clase media baja: dos hermanas, su madre enferma, un reencuentro oportuno, y un secreto que podría cambiarles la vida. Una historia íntima, pequeña, que como dije antes, desde la parte por el todo nos muestra una de las caras más oscuras de nuestra identidad humana, pero en vis de comedia negra. La comedia, una poética que nos permite decir y decirnos las verdades más terribles y sin embargo reírnos con ganas. Una poética que el sistema teatral no transitaba demasiado para ciertos temas que pareciera que necesitaban un grado diferente de seriedad. La pieza de Rolando Pérez está muy bien construida en sus diálogos, en los encuentros personales de sus personajes, en su resolución, un desarrollo que la dirección de Raquel Albéniz lleva adelante con un ritmo que no decae; incorporando música y una pequeña coreografía.

Las actuaciones de Luciana Dulitzky como Lili, y de María Forni como María Marta, son excelentes; manejan el contrapunto entre dos maneras diferentes de ser, todas las hermanas lo son, o no tanto cuando el dinero, el vil dinero se mezcla con las acciones y los sentimientos. Las diferencias que surgen ya desde el vestuario, la postura corporal, la gestualidad, el vocabulario, la visión de los hechos, se irán diluyendo cuando la necesidad de olvidarlas se haga presente. El tercer personaje, el que pone en acto la salida, con un muy buen trabajo, Danielito Goldman, y sus inusitadas y camaleónicas transformaciones, es una pieza clave para el desenlace.

Todo aparece en lo absurdo y disparatado que la vida cotidiana encierra, aún en los peores momentos. Parodia de nosotros mismos, clave siniestra de nuestros afectos interesados, que encierra la soledad y la impotencia de la vejez y la enfermedad. La puesta pone negro sobre blanco en el requerimiento que significa presentar para la ley, una fe de vida. Una obra y una puesta que toca la sensibilidad de la vejez y la muerte, de las relaciones familiares, de su mascarada social, con el estilete del humor, negro, negrísimo, pero eficaz para que al reírnos de los personajes, nos miremos en un espejo, en el espejo cóncavo del callejón del gato.

Ficha técnica: “Fe de vida” de Rolando Ariel Pérez. Actúan: Luciana Dulitzky, Pablo Kusnetzoff, María Forni. Diseño de escenografía y vestuario: Alejandro Mateo. Diseño de luces: Gustavo Lista. Coreografías: Marina Svartzman. Fotos: Nacho Lunadei. Maquillaje y peinados para fotos: Bárbara Padín. Diseño gráfico: Santiago Fraccarolli y María Forni. Realización de escenografía: Daniel Hernández. Realización de traje de monje: Titi Suárez. Estilista: Alba Díaz (para la familia que elegimos) Contenido para redes: Boria Audiovisual. Asistente de dirección: Agustina Dalmasso López. Dirección: Raquel Albéniz. Teatro Nün. Duración: 55 minutos.

«La Papa» de Natalia Slovediansky

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“La Papa” de

Natalia Slovediansky

 Un biodrama, una comedia y muchas reflexiones

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

Se pueden decir las cuestiones más profundas sin solemnidad, y a través del recuerdo plantear una problemática sobre la identidad que nos ponga en la obligación de reflexionar; sobre la construcción de la misma, y de las relaciones humanas, aunque sean las fraternales. La papa le da título a la pieza y es el ingrediente principal de uno de los platos típicos de la colectividad judía, los knishes; es la tradición y es el tubérculo americano que cuando la tierra en Europa no la producía, el hambre era la consecuencia directa.  Cuando la puesta comienza, vemos una mesa de cocina y dos niñas que juegan con masa formando máscaras y figuras, mientras ensayan una coreografía. Ambas están en pijama, iguales pero de diferentes colores, y están al cuidado de una empleada doméstica, paraguaya en este caso, Susana. Es el cuadro de una casa de clase media progre, donde la presencia de los padres es sustituida por Susana, y un tío que llega como una ola de juegos y divertimentos. Susana tiene además una hija, Antonia, cuidada por su hermana en Paraguay, que repite sin darse cuenta la estructura de sus patrones, cuando vive mandando dinero para el sostenimiento de su educación pero  a la que sólo ve esporádicamente y deja al cuidado de un tercero.

Pero de esa presentación de los personajes, a través de un tiempo marcado no sólo por el cambio de vestuario y actitud sino también por la comunicación: al principio aparece un teléfono fijo, luego un móvil y hacia el final los celulares, pasamos a los personajes de Nuni y Luli como adolescentes que empiezan a buscar y buscarse a sí mismas, atravesadas por la religión y la voz todopoderosa del rabino. Un hecho trágico marcará los sinos de la familia; la del tío que se vuelca a la ortodoxia, al igual que Luli, mientras que Nuni se siente a la deriva y busca en el polo opuesto un camino a seguir. Nuni rompe la cuarta pared y le explica al espectador, el abanico de posibilidades de la identidad judía, más hacia la ortodoxia, o al revés, y la relación con los goys, es decir, los no judíos. Y en este punto de inflexión está la tensión dramática de la pieza que en un comienzo desorienta en cuanto hacia dónde va la puesta.

La inflexibilidad de ambas hermanas en cuanto a la elección de sus destinos, contrasta con ese principio de comedia en donde todo parecía felicidad y armonía. La realidad, se vuelve un gran signo de interrogación para Nuni, mientras para su hermana la claridad de su elección no admite otra posibilidad. La búsqueda de respuestas la lleva a enfrentarse con sectores inescrupulosos que se aprovechan de sus dudas existenciales.  De los juegos infantiles a la pregunta por una identidad y por la relación con la tradición religiosa se teje la línea que nos lleva hacia el desenlace. Todo en un ritmo intenso, con apagones que se traducen en saltos temporales, y con una escenografía funcional. ¿“La Papa” es una comedia, es un biodrama, ya que la autora confesará hacia el final que es su propia historia la que vimos ficcionalizada? O ¿Es una mixtura entre ambas poéticas que fortalece la poética realista, llevándola al límite entre el documento y el hiperrealismo? Por otra parte, es una puesta que a diferencia de otras que trabajan el universo de la colectividad en relación con el afuera: persecuciones, discriminación, guerras, holocausto, “La Papa” indaga en el interior de la identidad judía, sus problemáticas y sus deseos; algo que hasta no hace mucho era material para el humor, como el de Norman Erlich, o el de Roberto Moldavsky, donde la crítica hacia lo propio es el núcleo del material para hacer humor.

Natalia Slovediansky a partir de su historia personal, lleva adelante una crítica a ciertas tradiciones religiosas de la ortodoxia judía, que le provocan un rechazo que la llevará a buscar otras opciones. El grupo de actrices y actores llevan adelante una muy buena performance, construyendo con acierto el verosímil requerido.  El final se cierra con la cita del cuarto proverbio de la torá empleada por el rabino en el colegio de su sobrina, la que habla sobre el sol y la luna. Cuando esta última le reclama a Dios porque tiene el sol el mismo tamaño que ella, Dios recapacita y entonces a la luna le da un tamaño menor y le quita la luz. La lectura que se hace es que no debemos desear lo ajeno y que debemos resignarnos a los destinos que Dios nos envía, pero podría tener otra lectura. La luna representa lo femenino, y entonces ante ese acto voluntarioso  comenzó  desde la ortodoxia religiosa la mirada sobre la mujer, el lugar de la resignación.

Ficha técnica: “La Papa” de Natalia Slovediansky. Actúan: Natalia Slovediansky, Florencia Rodríguez Zorrilla, Hernán Mira, Mariana Alvarez, Alejandro Eze Cohen. Dirección: Nicolás Salischiker. Asistente de dirección y producción: Irina Juárez. Diseño de escenografía: Micaela Sleigh. Diseño / realización de vestuario: Emilia Bacigaluppi. Diseño de iluminación: Daniela García Dorato. Asistente de escenografía: Guadalupe Borrajo. Coreografías: Sheila Saslavsky. Diseño de música y sonidos: Fernando del Gener. Diseño gráfico: RNDR Martínez. Prensa: Marcos Mutuverría PR DDI Digital. Producción General: Salischiker – Slovediansky. Dirección General: Salischiker – Slovediansky. Sala Boedo / Timbre 4

«Un cielo gris» de Miguel Forza de Paul

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“Un cielo gris” de

Miguel Forza De Paul

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

El título de la obra guarda ya una metáfora, ese cielo construido por los discursos, por las palabras, para que siempre aparezca límpido y sin nubes, de pronto se vuelve un cielo de plomo, un cielo gris, cuando la tragedia se despliega sobre las cabezas de los personajes. Dos hermanos, dos cuñadas, dos hijos, una simetría que no guarda la realidad, porque las relaciones entre ambos hermanos, no son desde el inicio buenas. Pero de todos modos, guarda una armonía sustentada por el silencio y la ausencia, es decir, no se ven habitualmente, no se hablan frecuentemente, pero sí sus hijos, quienes recogen la experiencia de ambas familias, sus diferencias, sus aciertos y errores. Y son ellos los que van con sus acciones, a poner negro sobre blanco, y llevar a la superficie las contradicciones, y la falta de empatía entre ellos.

Una acción violenta que marca no sólo el individualismo feroz en que la sociedad vive, sino también la indiferencia hacia el dolor y la necesidad del otro, un racismo, y un clasismo asesino, que no guarda hacia los demás el menor respeto: porque es pobre, porque está sólo ante el mundo, porque es un necesitado, y sobre todo porque ese cuerpo en estado de fragilidad es el de una mujer. Sobre él como un territorio a arrebatar, los jóvenes ejercerán una violencia sexual, que además filmarán para sellar, de esa manera, lo que consideran una hazaña.

Forza de Paul, escribe diálogos intensos entre los personajes, que no se ven en toda su trágica profundidad en la escena. Los actores manejan el espacio delineado por grandes paneles que semejan el jardín bucólico donde habita el futuro senador y su mujer, e inundado en un principio por el sonido de pájaros que nos ubican en un sitio no urbano. Sin embargo, sus performances pareciera que se quedan a mitad de camino, no llegan a conmover, a pesar de la temática que se desarrolla, y la referencialidad que dicha verdad escénica tiene en el afuera, en el contexto de una sociedad que no sólo quema la cabeza de sus intelectuales, sino que desde el interés político – económico cierra como los monitos de la prudencia: sus ojos, sus oídos y su boca.

Las diferencias de los hermanos son la segunda metáfora fuerte, es decir, la que indica que la sociedad es consecuencia de una familia que guarda la misma violencia que luego se ejerce en el inconsciente colectivo. “Un cielo gris” es una interesante propuesta para que nos interroguemos sobre de dónde surge aquello que criticamos, que grado de responsabilidad tenemos en ello, y que estamos dispuestos a hacer para evitar o suturar las heridas que producimos.

Ficha técnica: “Un cielo gris” de Forza de Paul. Actúan: Graciela Clusó, Carina Conti, Esteban Fagnani, Miguel Forza de Paul. Voces en off: Sebastián Bosco, Antonela Marconi, Bruno Pasino. Escenografía y Vestuario: Alejandro Mateo. Iluminación: Un cielo gris. Sonido: Agustín Bobillo. Diseño gráfico: Hernán Cassullo. Fotografía: Iván Pujadas Desperés. Prensa: Octavia Comunicación. Asistencia de dirección: Agustín Bobillo, Bruno Pasino. Producción: Puente Lab. Dirección: Paula Bartolomé. Duración: 60 minutos. Sala: Patio de Actores.