«Vincent, el loco rojo» de Flor Berthold

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“Vincent, el loco rojo” de

Flor Berthold

“Pues no es para este mundo, / nunca es para esta tierra, que todos hemos siempre trabajado, / luchado, / aullado el horror del hambre, de miseria, de odio, de escándalo y de asco, / que todos fuimos envenenados, / aunque todo eso nos haya embrujado, / hasta que por fin nos hemos suicidado, / ¡pues acaso no somos todos, como el mísero Van Gogh, suicidados por la sociedad!” (Antonin Artaud) “Van Gogh el suicidado por la sociedad”

Mariángeles Sanz Vélez

sanzm897@yahoo.com

Vincent Van Gogh, el suicidado por la sociedad definiría Antonin Artaud en un célebre libro sobre el pintor; él, Artaud, que también tenía con la sociedad una relación desde la marginalidad que da el no encajar en ella, el loco por antonomasia, aquél que piensa y siente, o siente y piensa por fuera de los cánones establecidos, y goza y sufre de una sensibilidad extrema, distinta, demasiado humana. El personaje que nos trae a la escena Joaquín Berthold desde la escritura y dirección de Flor Berthold no es un personaje común, es un ser atormentado por la sustitución de su hermano Vincent, muerto antes de su nacimiento, por una invisibilidad que nace en su familia y crece en una sociedad que mira pero no ve sus obras, y lo ignora; por la traición de su compañero de ruta artística, Paul Gauguín, por la falta de amor, y la perduración del deseo, por la maledicencia de su entorno: “Nací antes de tiempo” le hace decir la dramaturga a su criatura, y viendo el resultado más de cien años después, no es una afirmación vana. El que moría de hambre por no ser aceptado, (salvo por su hermano Theo) por no poder vender un solo de sus cuadros hoy no sólo sería famoso como una súper star, sino sería millonario. Tendría hoy lo que se le negó ayer. Y mirándonos a los ojos, nos lo dice, lo sabe, nos intimida, y nos deja el sabor amargo del tardío reproche.

Todo una vida comprimida en el lapso de 50 minutos es una tarea difícil de resolver, pero Flor Berthold lo hace con eficacia, y pone en boca del actor, las palabras justas para informar y conmover hasta las lágrimas, porque el cuerpo del actor Joaquín Berthold, en una excelente performance, da en el escenario sin guardarse nada para sí, toda la sensibilidad del Vincent que invoca desde su voz, su pregnancia, sus gestos y detalles. Vibra en un escenario casi despojado: donde apenas llenan el vacío un atril, y un banquito; hacia atrás desde una pantalla nos observan sus pinturas, sus deseos, que nos van recordando aquello que conocemos más, el exterior de un alma atormentada por constituirse una identidad propia, que sólo encuentra motivación en la pintura: “Mis manos no paran”, “Tengo la cabeza llena de colores”. Pero la subjetividad de Vincent, el loco rojo, se expresa en ese rostro que no separa su mirada de la nuestra, que nos interpela en un llamado de auxilio sin tiempo.

Gestos, palabras, momentos, lapsos de tiempo que como grandes pasos nos llevan al final conocido, para desvirtuar la voz popular del suicidio, y dar cuenta de un disparo que le llevó la vida, pero que no produjo su mano. Porque si algo quería el personaje, como dice el actor que lo vive en escena, “quiero vivir”, tengo tanto color para dar. La puesta obtuvo el Premio a la Mejor producción de “Estrella de Mar” 2024, y una nominación a Mejor Unipersonal.

Ficha técnica: “Vincent, el loco rojo” dramaturgia y dirección: Flor Berthold. Intérprete: Joaquín Berthold. Luces y video: Joaquín Berthold. Sonido: Fran Brunetta. Fotografía y diseño gráfico: Queli Berthold. Asistente técnica: Paloma Posse. Producción: Luciana Cruz Font. Teatro: El Grito. Sábados: 20,30hs.

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