Salón comedor

Estándar

Salón comedor

o algo más que un agradable lugar de encuentro

SALON COMEDOR 1Susana Llahí

Leonardo Saggese presenta una historia muy sencilla en apariencia: un salón comedor con un conjunto de empleados donde se presentan los conflictos propios de cualquier lugar de trabajo, donde los espectadores asisten a lo que conversan los ocupantes de cuatro de las mesas y donde en una de ellas dos modestos trabajadores tienen que abrir una caja que contiene … ¡una bomba! la que finalmente es desactivada por la nueva moza y el “molesto” vendedor ambulante que resultan ser de los “servicios”.

En esta puesta la incomunicación es el tema central que une las diferentes situaciones: dos sujetos que se reúnen ante una caja que deben abrir juntos; dos jovencitas, totalmente alejadas de la realidad, de cuidados y advertencias familiares están por comenzar un viaje que puede llevarlas a la trata de personas; dos mujeres que se encuentran para discutir la herencia de un hombre que compartieron sin saberlo; una vinculación homosexual, vía internet, intenta conocerse en un diálogo disparatado y cruel.

Aunque la risa es la función dominante en esta comedia, referentes perfectamente identificables la acercan al realismo, a pesar del teatralismo que impregna la actuación. En medio de una fuerte crisis de las certidumbres, la incomunicación a la que alude la semántica de la pieza encuentra su formato en la ruptura de la intriga. La estructura se fragmenta cuando las canciones, en un clima absolutamente metaficcional, rompen la linealidad de la historia intensificando el quiebre de esos diálogos que parecen no conducir a nada. Quizás, lo único que promete una resolución concreta sea el estallido de la bomba. En ese salón comedor se espera una noche especial, los empleados no saben por qué, quizás porque sueñan con que sorpresivamente se realice allí un concurso musical (de esos con que sorprende la tele).

Es interesante observar cómo Salón comedor se asimila a las vertiginosas formas de una sociedad hipermediatizada: los dos hombres se encuentran ante un gran interrogante: ¿qué habrá adentro de la caja?¿Por qué fueron ellos los elegidos?¿Quién los seleccionó?, y ante un hecho de tanta gravedad e incertidumbre, sólo se les ocurre: “Es una cámara oculta!”.“Y si aparece en cualquier momento Julián Weis?”, es decir, la ironía asume un rol crítico sobre ese exceso de información y de penetración de lo público en lo privado, en una sociedad, donde paradojalmente, los organismos de seguridad ya no pueden controlar ni evitar un atentado terrorista.

Hay un pormenorizado armado de los rasgos psicológicos y sociológicos que definen el habla, la gestualidad y los movimientos de cada uno de los ocho personajes que ocupan las mesas del bar, un trabajo muy cuidado, pleno de humor, un humor ácido por momentos, donde el espectador halla que la risa es la única forma de catarsis. En cuanto a las canciones, elemento disyuntor que aluden, de alguna manera, a lo que sucede en escena, son interpretadas con un inmejorable trabajo de Play-Back: Gabriela Seminara en “Cocinera como yo no hay dos” (aquella simpática interpretación de Joly Land en el Club del Clan), Leonardo Lombardi en “Capri c’est fini” (Herve Villard), Johana Aravena en “Un anno d’amore” (Mina) y finalmente, cuando ya la bomba fue desactivada, todos interpretan “Amapola” en una danza feliz que parece haber disuelto la incomunicación.

Un joven y prometedor dramaturgo que presenta una mirada particular de la realidad actual, convirtiendo la crisis de la comunicación humana en un objeto estéticamente representable que de alguna manera, desde el divertimento, propone una actitud superadora.

SALON COMEDOR 2.jpgSalón Comedor de Leonardo Saggese. Espacio Colette del Paseo La Plaza. Viernes 20:30. Elenco: Johanna Aravena. Nahuel Bazán. Naiara Lobos. Leandro Lombardi. Juan Manuel Navarro. Marina Pacheco. Vanesa Pallotti. Facundo Posincovich. Matías Rossomando. Gabriela Seminara. Diseño gráfico y comunicación: Gabriel Piacenza. Idea y dirección: Leonardo Saggese.

Deja un comentario