«La lengua es un músculo, pero el lenguaje es un virus» de y por Diego Carreño

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“La lengua es un músculo, pero el lenguaje es un virus” (Síntesis de una hipótesis sobre la antítesis de una tesis) de

 Diego Carreño

Basada en los posteos ludolinguísticos realizados por Gabriel Wolf en su muro de Facebook

Un humor conceptual

Mariángeles Sanz

sanzm897@yahoo.com

A fondo un panel de tela de hilos cruzados, que tiene como un pizarrón de leve textura papeles que llevan escritos las figuras retóricas más conocidas, y de las otras también. Un escritorio pequeño, incómodo, que tiene sobre sí una máquina de escribir, hacia derecha del espectador, un baúl – cama, con su sábana y su cobertor, y hacia la esquina arriba un aparato viejo para la música mientras que hacia la izquierda un teléfono también de un tiempo ya desaparecido. El protagonista de esa escenografía conceptual y delirante, un papagayo, “Reflu”, juego lingüístico el nombre por la característica repetitiva del pájaro. Desde la búsqueda de la concreción de una tesis, tras largos y sufridos veinticuatro años, el personaje que narra su historia y dialoga con él,  nos brinda una letanía sin par de conocimientos sobre las palabras y su significado,  a saltos mientras duerme y se despierta cuando una idea, o un recuerdo lo inhibe del sueño, dentro del ambiente bucólico de una perdida casa en las montañas, significativamente llamada “Ilusión”. Tesis basada en una afirmación del filólogo – literato norteamericano William Burroughs (1), que le da título a la puesta.

Diego Carreño construye ese personaje desde la palabra y el cuerpo, y nos trae otros también desde la imagen y la voz, como la del padre Cito, otra humorada, que nos descubre en su sermón las características de una dificultad, cargada de equivocaciones que dichas con la gracia que despliega  nos hace reír con facilidad, aunque desconozcamos hasta después su denominación. ¿Una clase de lingüística, de semiótica, de literatura, de escritura, o de cómo llevar adelante una tesis? No, una clase de humor inteligente, atravesando el cuerpo de un excelente actor, que mientras juega con el lenguaje, y nos explica de dónde sale la famosa frase que le da título al trabajo, nos permite reírnos en un juego de equivocaciones, retruécanos, metáforas, comparaciones, anagramas, antítesis, y muchos más divertimentos de la lengua, la castellana, dixit, española, y la inglesa  en un intercambio dialéctico de aprendizaje a distancia.

Inteligentemente la obra nos sitúa en un tiempo detenido, donde la tecnología más avanzada: computadoras, celulares, el mundo de las frases cortas y los emoticones, no la ha contaminado todavía. Y ese salto hacia atrás nos permite reírnos también de un tiempo en donde lo que decíamos y escribíamos tenía, necesitaba la palabra exacta para la definición precisa. (La imagen de la pila desorbitada de papeles que componen la tesis es un buen ejemplo) Ahora todo se reduce a un lenguaje cotidiano, post virus pandémico en el lenguaje, lo que hace que nos manejemos con pocos elementos, como con los restos de un naufragio. Porque las imágenes reemplazan muchas veces al discurso, y un corazón que palpita es una respuesta más eficaz y directa que mil palabras. Desde el fanatismo de lo estructural en el estudio del lenguaje, a una sociedad que trabaja con los deshechos de aquellas teorías, la obra media con el humor, que es la forma más efectiva de hacernos entender que mundo dejamos y cuál es el que habitamos a través de nuestra manera de comunicarnos con los demás.

  • En la medida en que el sistema viral de la lengua se reproduce con gran facilidad y condiciona toda actividad humana, el virus-palabra y su difusión massmediática puede volverse tanto un instrumento de control y sujeción mental, como un arma destinada a sabotear y anular esos mismos mecanismos. En «La revolución electrónica», Burroughs explora la dimensión subversiva de la técnica del cut-up (aquella a partir de la cual estructuró sus novelas más experimentales en los sesenta) mediante el uso de dispositivos electrónicos como grabadores de cinta abierta y cámaras de video, con la voluntad expresa de liberar el virus contenido en la palabra y promover el caos social. La revolución electrónica es así un manual de instrucciones de sabotaje urbano y un compendio de experiencias audiovisuales orientadas a intervenir en ese campo de batalla que para Burroughs es la cultura. (Prólogo: “Un arte impuro” de Carlos Gamerro para la edición de “La Revolución electrónica de William Burroughs publicado por primera vez en 1970)

Bibliografía:

Burroughs, William, 2013. “La Revolución Electrónica”. Buenos Aires: Editorial: Caja Negra.

Ficha técnica: “La lengua es un músculo, pero el lenguaje es un virus” (Síntesis de una hipótesis sobre la antítesis de una tesis) de Diego Carreño, basada en los posteos ludolinguísticos realizados por Gabriel Wolf en su muro de Facebook. Intérprete: Diego Carreño. Diseño en arte, escenografía y vestuario: Analía Morales. Realización de escenografía: Marcos Aquistapace. Realización de vestuario: Mariana Paz. Realización de “Reflu”: Noelia Vittori. Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez (ADEA) Asistencia de iluminación: Sofía Montecchiari. Música original y Diseño sonoro: Pablo Bronzini. Voces en off: Lucía Baya Casal, Carolina Vespa, Noelia Vittori, Marcelo Xicarts. Fotografía: Noelia Vittori. Diseño gráfico: María Ana Tapia Sasot. Asistencia de dirección: Noelia Vittori. Prensa: Natalia Bocca. Producción ejecutiva: Bibiana Glait. Producción general: Malditas Producciones. Dirección: Gabriel Wolf.  Teatro: El Camarín de las musas.

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