Rojos, globos, rojos de Eduardo Pavlovsky

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Rojos, globos, rojos de Eduardo Pavlovsky

De cómo vencer el dolor del fracaso.

FOTO 3 (1)Lita LLagostera – escena3@yahoo.com.ar

Pavlovsky es una marca indeleble; es un sello que no necesita casi presentación.

Está en múltiples Ensayos y en innumerables sitios: en los claustros universitarios, en los reductos académicos como psicoterapeuta – entre psicoanalistas y buceadores del pensamiento _ en las letras de sus textos dramáticos, en el recuerdo de sus múltiples y agradecidos pacientes, como dramaturgo, actor y director destacado.

El espectáculo que nos ocupa “Rojos, globos, rojos” es un ramillete de ideas, situaciones, palabras, silencios que se desprenden de su dramaturgia. Fragmentos ensamblados de la dramaturgia Pavloviana se entrecruzan con los parlamentos de algunas de sus obras: Cerca (Melodía inconclusa de una pareja); La muerte de Margaritte Duras; en Camaralenta (Historia de una cara) entre otras. Esta versión de “Rojos, globos, rojos,” es “Pavlovsky y no es “Pavlovsky “: así, como los hijos y nietos tienen gestos de sus padres, del mismo modo los personajes de esta adaptación tienen en sí mismos un inaugurado sello de identidad, que los une y a la vez los distancia de su matriz original.

¿En qué consiste esta originalidad de la adaptación? En exponer a través del personaje de Cardenal, protagonista absoluto de la historia, las obsesiones, preocupaciones, sentimientos y emociones que Pavlovsky desgranó en otros personajes de su dramaturgia. Adaptación que con acierto realizó Christian Forteza

A partir de la explicitación del conflicto central de la historia – el cierre del teatrito “Los Globos rojos” – se desgrana la tragedia de un actor en decadencia del que iremos conociendo desde su formación actoral hasta su fracaso presente. Desgrana a lo largo de sus parlamentos, ensamblados entre anécdotas que se remiten a su pasado, palabras cargadas de significación: “miedo al abismo”; “No actuar significa morir de vacío”; “Envejezco y grito fuerte para no morir”; Reflexiona acerca de la idiotez de los funcionarios, de la pedantería de los porteños, la soledad, el fracaso….

Jorge Lorenzo como Cardenal ocupa la escena y proyecta hacia los espectadores el histrionismo que supimos conocer de esos cómicos a los que alude desde su personaje. Subyugaban a una platea que se nutría de anécdotas, chistes y alusiones políticas con el propósito de entretener y en ocasiones instar a la reflexión. Su “Cardenal” es convincente; logra el equilibrio justo para incitar a la sonrisa a partir de relatos ensamblados acerca de su vida como actor hasta su inexorable decadencia. El sentimiento de pesar que provoca en la platea es paulatino, sus exaltadas alocuciones iniciales cargadas de optimismo devienen paulatinamente en medios tonos que refuerzan el sentimiento de melancolía, tristeza, dolor y miedos que sugiere el texto.

Las Popis se ubican en el centro de la escena a los costados de Cardenal, estilizadas como personajes de espectáculos de varieté, contrastan en sus intervenciones con el registro realista – naturalista de Cardenal. A medida que transcurre la acción sus parlamentos de neto estilo expresionista van alternando con referencias concretas acerca de la historia de Cardenal, sus vivencias más íntimas y algunos pasajes de su vida que las involucran. Las dos son la síntesis de un solo personaje: Las Popis bien pueden ser “La Popi”, y este juego con los personajes agiliza el texto, lo fluidifica y contribuye a reforzar la teatralidad y el dinamismo de algunos pasajes de la obra. La dicción clara, precisa, expresiva cuando se requiere, o impersonal y distanciada cuando se potencia lo absurdo de los dichos, es un mérito incuestionable de Gabriela Perera y Lorena Penón; quienes contribuyen de este modo a reforzar la significación de los textos. Asimismo, es destacable la expresividad de sus cuerpos y rostros que subrayan la intencionalidad de los parlamentos.

El espectáculo se jerarquiza por la cuidada dirección de Christian Forteza quien refleja con acierto el mundo de Pavlovsky sin traicionar su visión personal. Admira al Maestro y sin alejarse del mismo lo revitaliza y actualiza en este nuevo presente escénico.

Las Popis del texto original de “Rojos, globos, rojos “de Pavlovsky se adensan y completan en esta puesta en escena, dan cuenta de una identidad bosquejada, dibujada en el escenario a través de la dualidad que las define – unas y una / personas y recuerdo/ partenaire del teatrito que las hospeda. Devienen en personajes / e: mérito indudable del texto y las actrices que las corporizan.

Jerarquiza la puesta en escena la impecable iluminación, vestuario y música del espectáculo.

Como expresé anteriormente el dejo de tristeza, angustia, miedo a la muerte, sentimiento de fracaso y melancolía que recorren la historia de Cardenal no deja en el espectador la sensación de vacío y de frustración. La situación actual de Cardenal es angustiante, van a cerrar el teatrito y de ahora en más su futuro es incierto. No obstante, a pesar de todas las dificultades Cardenal apuesta obcecadamente a la “resistencia”. Resistirse a cerrar el teatrito, resistirse a luchar por sus utopías. Unas palabras que incluye Christian Forteza ofician a manera de un guiño esperanzador hacia el espectador, y a ellas me remito. ¿Quizás esas palabras nos ayudarán a vencer el dolor del fracaso?

Pipi y Pepi: (Mirando al público las dos)

PIPI: Algo pasa con la gente. Algo pasa con las palabras. Decimos palabras y las palabras no nos unen, nos separan. Forman puentes que nos separan. Cada minuto que pasa el proceso revolucionario se detiene y nosotros acá, jugando y pasando el tiempo.

PEPI: Se acabó la época de los matones a sueldo, de los grandes psicópatas de la tortura. Llego la época de los ideólogos de la filosofía de la libertad. (ª)FOTO 2

Ficha técnico artística: Rojos, globos, rojos. Autoría: Eduardo «Tato» Pavlovsky Adaptación: Christian Forteza Actúan: Jorge LorenzoLorena PenónGabriela Perera Vestuario: Mario Pera. Diseño de luces: Horacio Novelle. Música original: Elena Avena. Fotografía: Sebastián Ochoa. Asistencia de dirección: Julio Pallares. Puesta en escena: Christian Forteza. Dirección: Christian Forteza. Centro Cultural de la Cooperación – Caba

( ª ) Texto de Pepi: Del Prólogo de Potestad de Eduardo Pavlovsky – Editorial Galerna – Año 2001

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